PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL
LORCA
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Apocalipsis 1
1Revelación de Jesucristo; se la concedió Dios para manifestar a sus
siervos lo que ha de suceder pronto; y envió a su Ángel para
dársela a conocer a su siervo Juan,
2el cual ha atestiguado la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo: todo lo que vio.
3Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y
guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca.
4Juan, a las siete Iglesias de Asia. Gracia y paz a vosotros de parte
de «Aquel que es, que era y que va a venir», de parte de los siete
Espíritus que están ante su trono,
5y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre
los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama
y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados
6y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y
Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Amén.
7Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los
que le traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la
tierra. Sí. Amén.
8Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir», el Todopoderoso.
9Yo, Juan, vuestro hermano y compañero de la tribulación, del reino y
de la paciencia, en Jesús. Yo me encontraba en la isla llamada Patmos,
por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
10Caí en éxtasis el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta, que decía:
11«Lo que veas escríbelo en un libro y envíalo a las siete Iglesias: a
Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea».
12Me volví a ver qué voz era la que me hablaba y al volverme, vi siete candeleros de oro,
13y en medio de los candeleros como a un Hijo de hombre, vestido de
una túnica talar, ceñido al talle con un ceñidor de oro.
14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos, como la lana blanca,
como la nieve; sus ojos como llama de fuego ;
15 sus pies parecían de metal precioso acrisolado en el horno; su voz como voz de grandes aguas.
16Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una
espada aguda de dos filos; y su rostro, como el sol cuando brilla
con toda su fuerza.
17Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. El puso su mano derecha
sobre mí diciendo: «No temas, soy yo, el Primero y el Ultimo,
18el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de
los siglos, y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.
19Escribe, pues, lo que has visto: lo que ya es y lo que va a suceder más tarde.
20La explicación del misterio de las siete estrellas que has visto en
mi mano derecha y de los siete candeleros de oro es ésta: las siete
estrellas son los Ángeles de las siete Iglesias, y los siete candeleros
son las siete Iglesias.
INICIO
Apocalipsis 2
1Al Ángel de la Iglesia de Éfeso, escribe: Esto dice el que tiene las
siete estrellas en su mano derecha, el que camina entre los siete
candeleros de oro.
2Conozco tu conducta: tus fatigas y paciencia; y que no puedes soportar
a los malvados y que pusiste a prueba a los que se llaman apóstoles sin
serlo y descubriste su engaño.
3Tienes paciencia: y has sufrido por mi nombre sin desfallecer.
4Pero tengo contra ti que has perdido tu amor de antes.
5Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu
conducta primera. Si no, iré donde ti y cambiaré de su lugar tu
candelero, si no te arrepientes.
6Tienes en cambio a tu favor que detestas el proceder de los nicolaítas, que yo también detesto.
7El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: al
vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el
Paraíso de Dios.
8Al Ángel de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice el Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y revivió.
9Conozco tu tribulación y tu pobreza - aunque eres rico - y las
calumnias de los que se llaman judíos sin serlo y son en realidad una
sinagoga de Satanás.
10No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de
vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una
tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré
la corona de la vida.
11El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: el vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.
12Al Ángel de la Iglesia de Pérgamo escribe: Esto dice el que tiene la espada aguda de dos filos.
13Sé dónde vives: donde está el trono de Satanás. Eres fiel a mi nombre
y no has renegado de mi fe, ni siquiera en los días de Antipas, mi
testigo fiel, que fue muerto entre vosotros, ahí donde habita Satanás.
14Pero tengo alguna cosa contra ti: mantienes ahí algunos que sostienen
la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balaq a poner tropiezos a los
hijos de Israel para que comieran carnes inmoladas a los ídolos y
fornicaran.
15Así tú también mantienes algunos que sostienen la doctrina de los nicolaítas.
16Arrepiéntete, pues; si no, iré pronto donde ti y lucharé contra ésos con la espada de mi boca.
17El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: al
vencedor le daré maná escondido; y le daré también una piedrecita
blanca, y, grabado en la piedrecita, un nombre nuevo que nadie
conoce, sino el que lo recibe.
18Escribe al Ángel de la Iglesia de Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios,
cuyos ojos son como llama de fuego y cuyos pies parecen de metal
precioso.
19Conozco tu conducta: tu caridad, tu fe, tu espíritu de servicio, tu paciencia; tus obras últimas sobrepujan a las primeras.
20Pero tengo contra ti que toleras a Jezabel, esa mujer que se llama
profetisa y está enseñando y engañando a mis siervos para que
forniquen y coman carne inmolada a los ídolos.
21Le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.
22Mira, a ella voy a arrojarla al lecho del dolor, y a los que
adulteran con ella, a una gran tribulación, si no se arrepienten de sus
obras.
23Y a sus hijos, los voy a herir de muerte: así sabrán todas las
Iglesias que yo soy el que sondea los riñones y los corazones, y yo
os daré a cada uno según vuestras obras.
24Pero a vosotros, a los demás de Tiatira, que no compartís esa
doctrina, que no conocéis «las profundidades de Satanás», como ellos
dicen, os digo: No os impongo ninguna otra carga;
25sólo que mantengáis firmemente hasta mi vuelta lo que ya tenéis.
26Al vencedor, al que se mantenga fiel a mis obras hasta el fin, le daré poder sobre las naciones:
27 las regirá con cetro de hierro, como se quebrantan las piezas de arcilla.
28Yo también lo he recibido de mi Padre. Y le daré el Lucero del alba.
29El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
INICIO
Apocalipsis 3
1Al Ángel de la Iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene los
siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco tu conducta;
tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto.
2Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues
no he encontrado tus obras llenas a los ojos de mi Dios.
3Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra: guárdala y
arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no
sabrás a qué hora vendré sobre ti.
4Tienes no obstante en Sardes unos pocos que no han manchado sus
vestidos. Ellos andarán conmigo vestidos de blanco; porque lo merecen.
5El vencedor será así revestido de blancas vestiduras y no borraré su
nombre del libro de la vida, sino que me declararé por él delante de mi
Padre y de sus Ángeles.
6El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
7Al Ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo, el
Veraz, el que tiene la llave de David: si él abre, nadie puede
cerrar; si él cierra, nadie puede abrir.
8Conozco tu conducta: mira que he abierto ante ti una puerta que nadie
puede cerrar, porque, aunque tienes poco poder, has guardado mi Palabra
y no has renegado de mi nombre.
9Mira que te voy a entregar algunos de la Sinagoga de Satanás, de los
que se proclaman judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré que
vayan a postrarse delante de tus pies, para que sepan que yo te he
amado.
10Ya que has guardado mi recomendación de ser paciente, también yo te
guardaré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero
para probar a los habitantes de la tierra.
11Vengo pronto; mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te arrebate tu corona.
12Al vencedor le pondré de columna en el Santuario de mi Dios, y no
saldrá fuera ya más; y grabaré en él el nombre de mi Dios, y el nombre
de la Ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que baja del cielo enviada
por mi Dios, y mi nombre nuevo.
13El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
14Al Ángel de la Iglesia de Laodicea escribe: Así habla el Amén, el Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios.
15Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
16Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.
17Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te das
cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre,
ciego y desnudo.
18Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te
enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al
descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te des
en los ojos y recobres la vista.
19 Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y arrepiéntete.
20Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
21Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.
22El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
INICIO
Apocalipsis 4
1Después tuve una visión. He aquí que una puerta estaba abierta en el
cielo, y aquella voz que había oído antes, como voz de trompeta que
hablara conmigo, me decía: «Sube acá, que te voy a enseñar lo que ha
de suceder después».
2Al instante caí en éxtasis. Vi que un trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado en el trono.
3El que estaba sentado era de aspecto semejante al jaspe y a la
cornalina; y un arcoiris alrededor del trono, de aspecto semejante a la
esmeralda.
4Vi veinticuatro tronos alrededor del trono, y sentados en los tronos,
a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre
sus cabezas.
5Del trono salen relámpagos y fragor y truenos; delante del trono arden
siete antorchas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.
6Delante del trono como un mar transparente semejante al cristal. En
medio del trono, y en torno al trono, cuatro Vivientes llenos de
ojos por delante y por detrás.
7 El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como
un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el
cuarto viviente es como un águila en vuelo.
8Los cuatro Vivientes tienen cada uno seis alas,
están llenos de
ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso día y
noche: «Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso,
“Aquel que era, que
es y que va a venir”.»
9Y cada vez que los Vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al
que está sentado en el trono y vive por los siglos de los siglos,
10los veinticuatro Ancianos se postran ante el que está sentado en el
trono y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan
sus coronas delante del trono diciendo:
11«Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y
el poder, porque tú has creado el universo; por tu voluntad, no existía
y fue creado.»
INICIO
Apocalipsis 5
1Vi también en la mano derecha del que está sentado en el trono un
libro, escrito por el anverso y el reverso, sellado con siete sellos.
2Y vi a un Ángel poderoso que proclamaba con fuerte voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y soltar sus sellos?»
3Pero nadie era capaz, ni en el cielo ni en la tierra ni bajo tierra, de abrir el libro ni de leerlo.
4Y yo lloraba mucho porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro ni de leerlo.
5Pero uno de los Ancianos me dice: «No llores; mira, ha triunfado el
León de la tribu de Judá, el Retoño de David; él podrá abrir el
libro y sus siete sellos.»
6Entonces vi, de pie, en medio del trono y de los cuatro Vivientes y de
los Ancianos, un Cordero, como degollado; tenía siete cuernos y siete
ojos, que son los siete Espíritus de Dios, enviados a toda la
tierra.
7Y se acercó y tomó el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono.
8Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se
postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas
de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos.
9Y cantan un cántico nuevo diciendo: «Eres digno de tomar el libro y
abrir sus sellos porque fuiste degollado y compraste para Dios con tu
sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
10y has hecho de ellos para nuestro Dios un Reino de Sacerdotes, y reinan sobre la tierra.»
11Y en la visión oí la voz de una multitud de Ángeles alrededor del
trono, de los Vivientes y de los Ancianos. Su número era miríadas de
miríadas y millares de millares,
12y decían con fuerte voz: «Digno es el Cordero degollado de
recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la
gloria y la alabanza.»
13Y toda criatura, del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y
del mar, y todo lo que hay en ellos, oí que respondían: «Al que
está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y
potencia por los siglos de los siglos.»
14Y los cuatro Vivientes decían: «Amén»; y los Ancianos se postraron para adorar.
INICIO
Apocalipsis 6
1Y seguí viendo: Cuando el Cordero abrió el primero de los siete
sellos, oí al primero de los cuatro Vivientes que decía con voz
como de trueno: «Ven».
2Miré y había un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; se
le dio una corona, y salió como vencedor, y para seguir venciendo.
3Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Viviente que decía: «Ven».
4Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió
quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros;
se le dio una espada grande.
5Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer Viviente que decía: «Ven».
Miré entonces y había un caballo negro; el que lo montaba tenía en la
mano una balanza,
6y oí como una voz en medio de los cuatro Vivientes que decía: «Un
litro de trigo por denario, tres litros de cebada por un denario. Pero
no causes daño al aceite y al vino.»
7Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto Viviente que decía: «Ven».
8Miré entonces y había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba
Muerte, y el Hades le seguía. Se les dio poder sobre la cuarta parte de
la tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste y
con las fieras de la tierra.
9Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los
degollados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que
mantuvieron.
10Se pusieron a gritar con fuerte voz: «¿Hasta cuándo, Dueño santo y
veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por
nuestra sangre de los habitantes de la tierra?»
11Entonces se le dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que
esperasen todavía un poco, hasta que se completara el número de sus
consiervos y hermanos que iban a ser muertos como ellos.
12Y seguí viendo. Cuando abrió el sexto sello, se produjo un violento
terremoto; y el sol se puso negro como un paño de crin, y la luna
toda como sangre,
13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la
higuera suelta sus higos verdes al ser sacudida por un viento
fuerte;
14y el cielo fue retirado como un libro que se enrolla, y todos los
montes y las islas fueron removidos de sus asientos;
15y los reyes de la tierra, los magnates, los tribunos, los ricos, los
poderosos, y todos, esclavos o libres, se ocultaron en las cuevas y
en las peñas de los montes.
16Y dicen a los montes y las peñas: «Caed sobre nosotros y
ocultadnos de la vista del que está sentado en el trono y de la cólera
del Cordero.
17Porque ha llegado el Gran Día de su cólera y ¿quién podrá sostenerse?»
INICIO
Apocalipsis 7
1Después de esto, vi a cuatro Ángeles de pie en los cuatro extremos
de la tierra, que sujetaban los cuatro vientos de la tierra, para que
no soplara el viento ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún
árbol.
2Luego vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios
vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes se
había encomendado causar daño a la tierra y al mar:
3«No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta
que marquemos con el sello la frente de los siervos de
nuestro Dios.»
4Y oí el número de los marcados con el sello: 144.000 sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel.
5De la tribu de Judá 12.000 sellados; de la tribu de Rubén 12.000; de la tribu de Gad 12.000;
6de la tribu de Aser 12.000; de la tribu de Neftalí 12.000; de la tribu de Manasés 12.000;
7de la tribu de Simeón 12.000; de la tribu de Leví 12.000; de la tribu de Isacar 12.000;
8de la tribu de Zabulón 12.000; de la tribu de José 12.000; de la tribu de Benjamín 12.000 sellados.
9Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar,
de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el
Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
10Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
11Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los
Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del
trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios
12diciendo: «Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias,
honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos.
Amén.»
13Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están
vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?»
14Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás.» Me respondió: «Esos son
los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las
han blanqueado con la sangre del Cordero.
15Por esto están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche
en su Santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda
sobre ellos.
16 Ya no tendrán hambre ni sed; ya nos les molestará el sol ni bochorno alguno.
17Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los
guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios
enjugará toda lágrima de sus ojos.»
INICIO
Apocalipsis 8
1Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo, como una media hora...
2Vi entonces a los siete Ángeles que están en pie delante de Dios; les fueron entregadas siete trompetas.
3Otro Ángel vino y se puso junto al altar con un badil de oro. Se le
dieron muchos perfumes para que, con las oraciones de todos los santos,
los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono.
4Y por mano del Ángel subió delante de Dios la humareda de los perfumes con las oraciones de los santos.
5Y el Ángel tomó el badil y lo llenó con brasas del altar y las
arrojó sobre la tierra. Entonces hubo truenos, fragor, relámpagos y
temblor de tierra.
6Los siete Ángeles de las siete trompetas se dispusieron a tocar.
7Tocó el primero... Hubo entonces pedrisco y fuego mezclados con
sangre, que fueron arrojados sobre la tierra: la tercera parte de los
árboles quedó abrasada, toda hierba verde quedó abrasada.
8Tocó el segundo Ángel... Entonces fue arrojado al mar algo como una
enorme montaña ardiendo, y la tercera parte del mar se convirtió en
sangre.
9Pereció la tercera parte de las criaturas del mar que tienen vida, y la tercera parte de las naves fue destruida.
10Tocó el tercer Ángel... Entonces cayó del cielo una estrella grande,
ardiendo como una antorcha. Cayó sobre la tercera parte de los ríos y
sobre las manantiales de agua.
11La estrella se llama Ajenjo. La tercera parte de las aguas se
convirtió en ajenjo, y mucha gente murió por las aguas, que se
habían vuelto amargas.
12Tocó el cuarto Ángel... Entonces fue herida la tercera parte del sol,
la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas; quedó
en sombra la tercera parte de ellos; el día perdió una tercera parte de
su claridad y lo mismo la noche.
13Y seguí viendo: Oí un Águila que volaba por lo alto del cielo y decía
con fuerte voz: «¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra, cuando
suenen las voces que quedan de las trompetas de los tres Ángeles que
van a tocar!»
INICIO
Apocalipsis 9
1Tocó el quinto Ángel... Entonces vi una estrella que había caído del cielo a la tierra. Se le dio la llave del pozo del Abismo.
2Abrió el pozo del Abismo y subió del pozo una humareda como la de un
horno grande, y el sol y el aire se oscurecieron con la humareda del
pozo.
3De la humareda salieron langostas sobre la tierra, y se les dio un poder como el que tienen los escorpiones de la tierra.
4Se les dijo que no causaran daño a la hierba de la tierra, ni a nada
verde, ni a ningún árbol; sólo a los hombres que no llevaran en
la frente el sello de Dios.
5Se les dio poder, no para matarlos, sino para atormentarlos durante
cinco meses. El tormento que producen es como el del escorpión cuando
pica a alguien.
6En aquellos días, buscarán los hombres la muerte y
no la encontrarán; desearán morir y la muerte huirá de ellos.
7La apariencia de estas langostas era parecida a caballos
preparados para la guerra; sobre sus cabezas tenían como coronas que
parecían de oro; sus rostros eran como rostros humanos;
8tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de león;
9tenían corazas como corazas de hierro, y el ruido de sus alas como
el estrépito de carros de muchos caballos que corren al combate;
10tienen colas parecidas a las de los escorpiones, con aguijones, y en
sus colas, el poder de causar daño a los hombres durante cinco meses.
11Tienen sobre sí, como rey, al Ángel del Abismo, llamado en hebreo «Abaddón», y en griego «Apolíon».
12El primer ¡Ay! ha pasado. Mira que detrás vienen todavía otros dos.
13Tocó el sexto Ángel... Entonces oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios;
14y decía al sexto Ángel que tenía la trompeta: «Suelta a los cuatro Ángeles atados junto al gran río Eufrates.»
15Y fueron soltados los cuatro Ángeles que estaban preparados para la
hora, el día, el mes y el año, para matar a la tercera parte de los
hombres.
16El número de su tropa de caballería era de 200.000.000; pude oír su número.
17Así vi en la visión los caballos y a los que los montaban: tenían
corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre; las cabezas de los
caballos como cabezas de león y de sus bocas salía fuego y humo y
azufre.
18Y fue exterminada la tercera parte de los hombres por estas tres
plagas: por el fuego, el humo y el azufre que salían de sus bocas.
19Porque el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; pues
sus colas, semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas
causan daño.
20Pero los demás hombres, los no exterminados por estas plagas, no se
convirtieron de las obras de sus manos; no dejaron de adorar
a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra
y de madera, que no pueden ver ni oír ni caminar.
21No se convirtieron de sus asesinatos ni de sus hechicerías ni de sus fornicaciones ni de sus rapiñas.
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Apocalipsis 10
1Vi también a otro Ángel poderoso, que bajaba del cielo envuelto en una
nube, con el arcoiris sobre su cabeza, su rostro como el sol y
sus piernas como columnas de fuego.
2En su mano tenía un librito abierto. Puso el pie derecho sobre el mar y izquierdo sobre la tierra,
3y gritó con fuerte voz, como ruge el león. Y cuando gritó, siete truenos hicieron oír su fragor.
4Apenas hicieron oír su voz los siete truenos, me disponía a escribir,
cuando oí una voz del cielo que decía: « Sella lo que han dicho los
siete truenos y no lo escribas».
5Entonces el Ángel que había visto yo de pie sobre el mar y la tierra, levantó al cielo su mano derecha
6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, el
que creó
el cielo y cuanto hay en él, la tierra y cuanto hay en
ella, el mar y cuanto hay en él: «¡Ya no habrá dilación!
7sino que en los días en que se oiga la voz del séptimo Ángel, cuando
se ponga a tocar la trompeta, se habrá consumado el Misterio de Dios,
según lo había anunciado como buena nueva a sus siervos los
profetas.»
8Y la voz de cielo que yo había oído me habló otra vez y me dijo:
«Vete, toma el librito que está abierto en la mano del Ángel, el que
está de pie sobre el mar y sobre la tierra.»
9Fui donde el Ángel y le dije que me diera el librito. Y me dice:
«Toma, devóralo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce
como la miel.»
10Tomé el librito de la mano del Ángel y lo devoré; y fue mi boca
dulce como la miel; pero, cuando lo comí, se me amargaron las
entrañas.
11Entonces me dicen: «Tienes que profetizar otra vez contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»
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Apocalipsis 11
1Luego me fue dada una caña de medir parecida a una vara, diciéndome:
«Levántate y mide el Santuario de Dios y el altar, y a los que
adoran en él.
2El patio exterior del Santuario, déjalo aparte, no lo midas, porque ha
sido entregado a los gentiles, que pisotearán la Ciudad Santa 42 meses.
3Pero haré que mis dos testigos profeticen durante 1260 días, cubiertos de sayal».
4Ellos son los dos olivos y los dos candeleros que están en pie delante del Señor de la tierra.
5Si alguien pretendiera hacerles mal, saldría fuego de su boca y
devoraría a sus enemigos; si alguien pretendería hacerles mal, así
tendría que morir.
6Estos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva los días en
que profeticen; tienen también poder sobre las aguas para convertirlas
en sangre, y poder de herir la tierra con toda clase de plagas, todas
las veces que quieran.
7Pero cuando hayan terminado de dar testimonio, la Bestia que surja del
Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará.
8Y sus cadáveres, en la plaza de la Gran Ciudad, que simbólicamente se
llama Sodoma o Egipto, allí donde también su Señor fue crucificado.
9Y gentes de los pueblos, razas, lenguas y naciones, contemplarán sus
cadáveres tres días y medio: no está permitido sepultar sus cadáveres.
10Los habitantes de la tierra se alegran y se regocijan por causa de
ellos, y se intercambian regalos, porque estos dos profetas habían
atormentado a los habitantes de la tierra.
11Pero, pasados los tres días y medio, un aliento de vida
procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie, y un gran
espanto se apoderó de quienes los contemplaban.
12Oí entonces una fuerte voz que les decía desde el cielo: «Subid acá.»
Y subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos.
13En aquella hora se produjo un violento terremoto, y la décima parte
de la ciudad se derrumbó, y con el terremoto perecieron 7.000
personas. Los supervivientes, presa de espanto, dieron gloria al Dios
del cielo.
14El segundo ¡Ay! ha pasado. Mira que viene en seguida el tercero.
15Tocó el séptimo Ángel... Entonces sonaron en el cielo fuertes voces
que decían: «Ha llegado el reinado sobre el mundo de nuestro Señor y de
su Cristo; y reinará por los siglos de los siglos.»
16Y los veinticuatro Ancianos que estaban sentados en sus tronos
delante de Dios, se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios
diciendo:
17«Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, “Aquel que es y que era”
porque has asumido tu inmenso poder para establecer tu reinado.
18 Las naciones se habían encolerizado; pero ha llegado tu cólera y
el tiempo de que los muertos sean juzgados, el tiempo de dar la
recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que
temen tu nombre, pequeños y grandes, y de destruir a los que
destruyen la tierra.»
19Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareció el arca de su
alianza en el Santuario, y se produjeron relámpagos, y fragor, y
truenos, y temblor de tierra y fuerte granizada.
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Apocalipsis 12
1Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con
la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su
cabeza;
2está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz.
3Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete
cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas.
4Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las
precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer
que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz.
5La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas
las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado
hasta Dios y hasta su trono.
6Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada 1.260 días.
7Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles
combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron,
8pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.
9Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo
y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus
Ángeles fueron arrojados con él.
10Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo: «Ahora ya ha
llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la
potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.
11Ellos lo vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la palabra de
testimonio que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte.
12Por eso, regocijaos, cielos y los que en ellos habitáis. ¡Ay de la
tierra y del mar! porque el Diablo ha bajado donde vosotros con
gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo.»
13Cuando el Dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al Hijo varón.
14Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del águila grande para
volar al desierto, a su lugar, lejos del Dragón, donde tiene que ser
alimentada un tiempo y tiempos y medio tiempo.
15Entonces el Dragón vomitó de sus fauces como un río de agua, detrás de la Mujer, para arrastrarla con su corriente.
16Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó el río vomitado de las fauces del Dragón.
17Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al
resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y
mantienen el testimonio de Jesús.
18Yo estaba en pie sobre la arena del mar.
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Apocalipsis 13
1Y vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete
cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas títulos
blasfemos.
2La Bestia que vi se parecía a un leopardo, con las patas como de
oso, y las fauces como fauces de león : y el Dragón le dio su
poder y su trono y gran poderío.
3Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero su llaga mortal se
le curó; entonces la tierra entera siguió maravillada a la Bestia.
4Y se postraron ante el Dragón, porque había dado el poderío a la
Bestia , y se postraron ante la Bestia diciendo: «¿Quién como la
Bestia? ¿Y quién puede luchar contra ella?»
5Le fue dada una boca que profería grandezas y blasfemias, y se le dio poder de actuar durante 42 meses;
6y ella abrió su boca para blasfemar contra Dios: para blasfemar de su nombre y de su morada y de los que moran en el cielo.
7Se le concedió hacer la guerra a los santos y vencerlos; se le
concedió poderío sobre toda raza, pueblo, lengua y nación.
8Y la adorarán todos los habitantes de la tierra cuyo nombre no está
inscrito, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del
Cordero degollado.
9El que tenga oídos, oiga.
10 «El que a la cárcel, a la cárcel ha de ir; el que ha de morir a
espada, a espada ha de morir». Aquí se requiere la paciencia y la fe
de los santos.
11Vi luego otra Bestia que surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente.
12Ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta,
haciendo que la tierra y sus habitantes adoren a la primera Bestia,
cuya herida mortal había sido curada.
13Realiza grandes señales, hasta hacer bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra;
14y seduce a los habitantes de la tierra con las señales que le ha sido
concedido obrar al servicio de la Bestia, diciendo a los habitantes de
la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que, teniendo la
herida de la espada, revivió.
15Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la Bestia, de
suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que
fueran exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia.
16Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y
esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente,
17y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre.
18¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.
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Apocalipsis 14
1Seguí mirando, y había un Cordero, que estaba en pie sobre el monte
Sión, y con él 144.000, que llevaban escrito en la frente el nombre del
Cordero y el nombre de su Padre.
2Y oí un ruido que venía del cielo, como el ruido de grandes aguas o el
fragor de un gran trueno; y el ruido que oía era como de citaristas que
tocaran sus cítaras.
3Cantan un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro
Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender el cántico, fuera
de los 144.000 rescatados de la tierra.
4Estos son los que no se mancharon con mujeres, pues son vírgenes.
Estos siguen al Cordero a dondequiera que vaya, y han sido
rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el
Cordero,
5y en su boca no se encontró mentira: no tienen tacha.
6Luego vi a otro Ángel que volaba por lo alto del cielo y tenía una
buena nueva eterna que anunciar a los que están en la tierra, a
toda nación, raza, lengua y pueblo.
7Decía con fuerte voz: «Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado
la hora de su Juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»
8Y un segundo Ángel le siguió diciendo: «Cayó, cayó la Gran
Babilonia, la que dio a beber a todas las naciones el vino del
furor.»
9Un tercer Ángel les siguió, diciendo con fuerte voz: «Si alguno adora
a la Bestia y a su imagen, y acepta la marca en su frente o en su mano,
10tendrá que beber también del vino del furor de Dios, que está
preparado, puro, en la copa de su cólera. Será atormentado con fuego
y azufre, delante de los santos Ángeles y delante del Cordero.
11Y la humareda de su tormento se eleva por los siglos de los
siglos; no hay reposo, ni de día ni de noche, para los que adoran a
la Bestia y a su imagen, ni para el que acepta la marca de su nombre.»
12Aquí se requiere la paciencia de los santos, de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
13Luego oí una voz que decía desde el cielo: «Escribe: Dichosos los
muertos que mueren en el Señor. Desde ahora, sí - dice el
Espíritu -, que descansen de sus fatigas, porque sus obras los
acompañan.»
14Y seguí viendo. Había una nube blanca, y sobre la nube
sentado uno como Hijo de hombre , que llevaba en la cabeza una
corona de oro y en la mano una hoz afilada.
15Luego salió del Santuario otro Ángel gritando con fuerte voz al que
estaba sentado en la nube: «Mete tu hoz y siega, porque ha llegado
la hora de segar; la mies de la tierra está madura.»
16Y el que estaba sentado en la nube metió su hoz en la tierra y se quedó segada la tierra.
17Otro Ángel salió entonces del Santuario que hay en el cielo; tenía también una hoz afilada.
18Y salió del altar otro Ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y
gritó con fuerte voz al que tenía la hoz afilada: «Mete tu hoz afilada
y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque están en sazón
sus uvas.»
19El Ángel metió su hoz en la tierra y vendimió la viña de la tierra y lo echó todo en el gran lagar del furor de Dios.
20Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad y brotó sangre del lagar
hasta la altura de los frenos de los caballos en una extensión de 1.600
estadios.
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Apocalipsis 15
1Luego vi en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete Ángeles,
que llevaban siete plagas, las últimas, porque con ellas se
consuma el furor de Dios.
2Y vi también como un mar de cristal mezclado de fuego, y a los que
habían triunfado de la Bestia y de su imagen y de la cifra de su
nombre, de pie junto al mar de cristal, llevando las cítaras de Dios.
3Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del
Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios
Todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de las
naciones!
4 ¿Quién no temerá, Señor, y no glorificará tu nombre? Porque sólo
tú eres santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán ante
ti, porque han quedado de manifiesto tus
justos designios».
5Después de esto vi que se abría en el cielo el Santuario de la Tienda del Testimonio,
6y salieron del Santuario los siete Ángeles que llevaban las siete
plagas, vestidos de lino puro, resplandeciente, ceñido el talle con
cinturones de oro.
7Luego, uno de los cuatro Vivientes entregó a los siete Ángeles siete
copas de oro llenas del furor de Dios, que vive por los siglos de
los siglos.
8 Y el Santuario se llenó del humo de la gloria de Dios y de su
poder, y nadie podía entrar en el Santuario hasta que se consumaran
las siete plagas de los siete Ángeles.
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Apocalipsis 16
1Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Ángeles:
«Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios.»
2El primero fue y derramó su copa sobre la tierra; y sobrevino una
úlcera maligna y perniciosa a los hombres que llevaban la marca de la
Bestia y adoraban su imagen.
3El segundo derramó su copa sobre el mar; y se convirtió en sangre como de muerto, y toda alma viviente murió en el mar.
4El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre los manantiales de agua; y se convirtieron en sangre.
5Y oí al Ángel de las aguas que decía: «Justo eres tú, “Aquel que es y que era”, el Santo, pues has hecho así justicia:
6porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas y tú les has dado a beber sangre; lo tienen merecido.»
7Y oí al altar que decía: «Sí, Señor, Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos».
8El cuarto derramó su copa sobre el sol; y le fue encomendado abrasar a los hombres con fuego,
9y los hombres fueron abrasados con un calor abrasador. No obstante,
blasfemaron del nombre de Dios que tiene poder sobre tales
plagas, y no se arrepintieron dándole gloria.
10El quinto derramó su copa sobre el trono de la Bestia; y quedó su
reino en tinieblas y los hombres se mordían la lengua de dolor.
11No obstante, blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores y por sus llagas, y no se arrepintieron de sus obras.
12El sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y sus aguas se secaron para preparar el camino a los reyes del Oriente.
13Y vi que de la boca del Dragón, de la boca de la Bestia y de la boca
del falso profeta, salían tres espíritus inmundos como ranas.
14Son espíritus de demonios, que realizan señales y van donde los reyes
de todo el mundo para convocarlos a la gran batalla del Gran Día del
Dios Todopoderoso.
15(Mira que vengo como ladrón. Dichoso el que esté en vela y conserve
sus vestidos, para no andar desnudo y que se vean sus vergüenzas).
16Los convocaron en el lugar llamado en hebreo Harmaguedón.
17El séptimo derramó su copa sobre el aire; entonces salió del Santuario una fuerte voz que decía: «Hecho está».
18Se produjeron relámpagos, fragor, truenos y un violento terremoto,
como no lo hubo desde que existen hombres sobre la tierra,
un terremoto tan violento.
19La Gran Ciudad se abrió en tres partes, y las ciudades de las
naciones se desplomaron; y Dios se acordó de la Gran Babilonia
para darle la copa del vino del furor de su cólera.
20Entonces todas las islas huyeron, y las montañas desaparecieron.
21Y un gran pedrisco, con piedras de casi un talento de peso, cayó del
cielo sobre los hombres. No obstante, los hombres blasfemaron de Dios
por la plaga del pedrisco; porque fue ciertamente una plaga muy grande.
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Apocalipsis 17
1Entonces vino uno de los siete Ángeles que llevaban las siete copas y
me habló: «Ven, que te voy a mostrar el juicio de la célebre Ramera,
que se sienta sobre grandes aguas,
2con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.»
3Me trasladó en espíritu al desierto. Y vi una mujer, sentada sobre una
Bestia de color escarlata, cubierta de títulos blasfemos; la Bestia
tenía siete cabezas y diez cuernos.
4La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro,
piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro llena de
abominaciones, y también las impurezas de su prostitución,
5y en su frente un nombre escrito - un misterio -: «La Gran Babilonia,
la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.»
6Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la
sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré grandemente al
verla;
7pero el Ángel me dijo: «¿Por qué te asombras? Voy a explicarte el
misterio de la mujer y de la Bestia que la lleva, la que tiene siete
cabezas y diez cuernos.
8«La Bestia que has visto, era y ya no es; y va a subir del Abismo pero
camina hacia su destrucción. Los habitantes de la tierra, cuyo nombre
no fue inscrito desde la creación del mundo en el libro de la vida, se
maravillarán al ver que la Bestia era y ya no es, pero que
reaparecerá.
9Aquí es donde se requiere inteligencia, tener sabiduría. Las siete
cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer. «Son
también siete reyes:
10cinco han caído, uno es, y el otro no ha llegado aún. Y cuando llegue, habrá de durar poco tiempo.
11Y la Bestia, que era y ya no es, hace el octavo, pero es uno de los siete; y camina hacia su destrucción.
12 Los diez cuernos que has visto son diez reyes que no han
recibido aún el reino; pero recibirán con la Bestia la potestad
real, sólo por una hora.
13Están todos de acuerdo en entregar a la Bestia el poder y la potestad que ellos tienen.
14Estos harán la guerra al Cordero, pero el Cordero, como es Señor de
Señores y Rey de Reyes, los vencerá en unión con los suyos, los
llamados y elegidos y fieles.»
15Me dijo además: «Las aguas que has visto, donde está sentada la Ramera, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.
16Y los diez cuernos que has visto y la Bestia, van a aborrecer a la
Ramera; la dejarán sola y desnuda, comerán sus carnes y la
consumirán por el fuego;
17porque Dios les ha inspirado la resolución de ejecutar su propio
plan, y de ponerse de acuerdo en entregar la soberanía que tienen a la
Bestia hasta que se cumplan las palabras de Dios.
18Y la mujer que has visto es la Gran Ciudad, la que tiene la soberanía sobre los reyes de la tierra.
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Apocalipsis 18
1Después de esto vi bajar del cielo a otro Ángel, que tenía gran poder, y la tierra quedó iluminada con su resplandor.
2Gritó con potente voz diciendo: «¡Cayó, cayó la Gran
Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios, en
guarida de toda clase
de espíritus inmundos, en guarida de toda clase de aves inmundas y
detestables.
3Porque del vino de sus prostituciones han bebido todas las naciones, y
los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la
tierra se han enriquecido con su lujo desenfrenado.»
4Luego oí otra voz que decía desde el cielo: «Salid de ella, pueblo
mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus
plagas.
5Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus iniquidades.
6 Dadle como ella ha dado, dobladle la medida conforme a sus obras, en la copa que ella preparó preparadle el doble.
7En proporción a su jactancia y a su lujo, dadle tormentos y llantos.
Pues dice en su corazón: Estoy sentada como reina, y no soy viuda y
no he de conocer el llanto...
8Por eso, en un solo día llegarán sus plagas: peste, llanto y
hambre, y será consumida por el fuego. Porque poderoso es el
Señor Dios que la ha condenado.»
9Llorarán, harán duelo por ella los reyes de la tierra, los que con
ella fornicaron y se dieron al lujo, cuando vean la humareda de sus
llamas;
10se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, y dirán: «¡Ay,
ay, la Gran Ciudad! ¡Babilonia, ciudad poderosa, que en una hora ha
llegado tu juicio!»
11Lloran y se lamentan por ella los mercaderes de la tierra, porque nadie compra ya sus cargamentos:
12cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y perlas, lino y
púrpura, seda y escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda
clase de objetos de marfil, toda clase de objetos de madera preciosa,
de bronce, de hierro y de mármol;
13cinamomo, amomo, perfumes, mirra, incienso, vino, aceite, harina,
trigo, bestias de carga, ovejas, caballos y carros; esclavos y
mercancía humana.
14Y los frutos en sazón que codiciaba tu alma, se han alejado de ti; y
toda magnificencia y esplendor se han terminado para ti, y nunca jamás
aparecerán.
15Los mercaderes de estas cosas, los que a costa de ella se habían
enriquecido, se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio,
llorando y lamentándose:
16«¡Ay, ay, la Gran Ciudad, vestida de lino, púrpura y escarlata, resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas,
17que en una hora ha sido arruinada tanta riqueza!» Todos los
capitanes, oficiales de barco y los marineros, y cuantos se ocupan en
trabajos del mar, se quedaron a distancia
18y gritaban al ver la humareda de sus llamas: «¿Quién como la Gran Ciudad?»
19Y echando polvo sobre sus cabezas, gritaban llorando y lamentándose:
«¡Ay, ay, la Gran Ciudad, con cuya opulencia se enriquecieron cuantos
tenían las naves en el mar; que en una hora ha sido asolada!»
20Alégrate por ella, cielo, y vosotros, los santos, los apóstoles y los
profetas, porque al condenarla a ella, Dios ha juzgado vuestra causa.
21Un Ángel poderoso alzó entonces una piedra, como una gran rueda de
molino, y la arrojó al mar diciendo: «Así, de golpe, será arrojada
Babilonia, la Gran Ciudad, y no aparecerá ya más...»
22Y la música de los citaristas y cantores, de los flautistas y
trompetas, no se oirá más en ti; artífice de arte alguna no se hallará
más en ti; la voz de la rueda de molino no se oirá más en ti;
23 La luz de la lámpara no lucirá más en ti; la voz del novio y de
la novia no se oirá más en ti. Porque tus mercaderes eran los
magnates de la tierra, porque con tus hechicerías se extraviaron todas
las naciones;
24y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos y de todos los degollados de la tierra.
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Apocalipsis 19
1Después oí en el cielo como un gran ruido de muchedumbre inmensa que
decía: «¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de
nuestro Dios,
2porque sus juicios son verdaderos y justos; porque ha juzgado a la
Gran Ramera que corrompía la tierra con su prostitución, y ha vengado
en ella la sangre de sus siervos.»
3Y por segunda vez dijeron: «¡Aleluya! La humareda de la Ramera se eleva por los siglos de los siglos.»
4Entonces los veinticuatro Ancianos y los cuatro Vivientes se postraron
y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, diciendo: «¡Amén!
¡Aleluya!»
5Y salió una voz del trono, que decía: «Alabad a nuestro Dios, todos
sus siervos y los que le teméis, pequeños y grandes.»
6Y oí el ruido de muchedumbre inmensa y como el ruido de grandes aguas
y como el fragor de fuertes truenos. Y decían: «¡Aleluya! Porque ha
establecido su reinado el Señor, nuestro Dios Todopoderoso.
7Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado
8y se le ha concedido vestirse de lino deslumbrante de blancura - el lino son las buenas acciones de los santos». -
9Luego me dice: «Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas
del Cordero.» Me dijo además: «Estas son palabras verdaderas de Dios.»
10Entonces me postré a sus pies para adorarle, pero él me dice: «No,
cuidado; yo soy un siervo como tú y como tus hermanos que
mantienen el testimonio de Jesús. A Dios tienes que adorar.» El
testimonio de Jesús es el espíritu de profecía.
11Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo
monta se llama «Fiel» y «Veraz»; y juzga y combate con justicia.
12Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce;
13viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios.
14Y los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos.
15De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos;
él los regirá con cetro de hierro; él pisa el lagar del vino de la
furiosa cólera de Dios, el Todopoderoso.
16Lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores.
17Luego vi a un Ángel de pie sobre el sol que gritaba con fuerte
voz a todas las aves que volaban por lo alto del cielo: «Venid,
reuníos para el gran banquete de Dios,
18 para que comáis carne de reyes, carne de tribunos y carne de
valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de toda clase de
gente, libres y esclavos, pequeños y grandes.»
19Vi entonces a la Bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos
reunidos para entablar combate contra el que iba montado en el caballo
y contra su ejército.
20Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta - el que
había realizado al servicio de la Bestia las señales con que
seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a los que
adoraban su imagen - los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego
que arde con azufre.
21Los demás fueron exterminados por la espada que sale de la boca del
que monta el caballo, y todas las aves se hartaron de sus
carnes.»
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Apocalipsis 20
1Luego vi a un Ángel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del Abismo y una gran cadena.
2Dominó al Dragón, la Serpiente antigua - que es el Diablo y Satanás - y lo encadenó por mil años.
3Lo arrojó al Abismo, lo encerró y puso encima los sellos, para que no
seduzca más a las naciones hasta que se cumplan los mil años.
Después tiene que ser soltado por poco tiempo.
4Luego vi unos tronos, y se sentaron en ellos, y se les dio el poder
de juzgar; vi también las almas de los que fueron decapitados
por el testimonio de Jesús y la Palabra de Dios, y a todos los que no
adoraron a la Bestia ni a su imagen, y no aceptaron la marca en
su frente o en su mano; revivieron y reinaron con Cristo mil años.
5Los demás muertos no revivieron hasta que se acabaron los mil años. Es la primera resurrección.
6Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene poder sobre éstos, sino que serán Sacerdotes de
Dios y de Cristo y reinarán con él mil años.
7Cuando se terminen los mil años, será Satanás soltado de su prisión
8y saldrá a seducir a las naciones de los cuatro extremos de la
tierra, a Gog y a Magog, y a reunirlos para la guerra,
numerosos como la
arena del mar.
9Subieron por toda la anchura de la tierra y cercaron el campamento de
los santos y de la Ciudad amada. Pero bajó fuego del cielo y los
devoró.
10Y el Diablo, su seductor, fue arrojado al lago de fuego y azufre,
donde están también la Bestia y el falso profeta, y serán atormentados
día y noche por los siglos de los siglos.
11Luego vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él. El
cielo y la tierra huyeron de su presencia sin dejar rastro.
12Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono;
fueron abiertos unos libros, y luego se abrió otro libro, que es el
de la vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los
libros, conforme a sus obras.
13Y el mar devolvió los muertos que guardaba, la Muerte y el Hades
devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus
obras.
14La Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego - este lago de fuego es la muerte segunda -
15y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.
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Apocalipsis 21
1Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer
cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya.
2Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de
junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo.
3Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la morada de
Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos
serán su pueblo y él Dios - con - ellos, será su Dios.
4 Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá
llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado.»
5Entonces dijo el que está sentado en el trono: «Mira que hago un mundo
nuevo.» Y añadió: «Escribe: Estas son palabras ciertas y verdaderas.»
6Me dijo también: «Hecho está: yo soy el Alfa y la Omega, el Principio
y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del agua de la
vida gratis.
7Esta será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él, y él será hijo para mi.
8Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los
impuros, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán
su parte en el lago que arde con fuego y azufre: que es la muerte
segunda.
9Entonces vino uno de los siete Ángeles que tenían las siete copas
llenas de las siete últimas plagas, y me habló diciendo: «Ven, que te
voy a enseñar a la Novia, a la Esposa del Cordero.»
10 Me trasladó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la
Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios,
11y tenía la gloria de Dios. Su resplandor era como el de una piedra muy preciosa, como jaspe cristalino.
12Tenía una muralla grande y alta con doce puertas; y sobre las
puertas, doce Ángeles y nombres grabados, que son los de las
doce tribus de los hijos de Israel;
13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al mediodía tres puertas; al occidente tres puertas.
14La muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero.
15El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muralla.
16La ciudad es un cuadrado: su largura es igual a su anchura. Midió la
ciudad con la caña, y tenía 12.000 estadios. Su largura, anchura y
altura son iguales.
17Midió luego su muralla, y tenía 144 codos - con medida humana, que era la del Ángel -.
18El material de esta muralla es jaspe y la ciudad es de oro puro semejante al vidrio puro.
19Los asientos de la muralla de la ciudad están adornados de toda clase
de piedras preciosas: el primer asiento es de jaspe, el segundo de
zafiro, el tercero de calcedonia, el cuarto de esmeralda,
20el quinto de sardónica, el sexto de cornalina, el séptimo de
crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de
crisoprasa, el undécimo de jacinto, el duodécimo de amatista.
21Y las doce puertas son doce perlas, cada una de las puertas hecha de
una sola perla; y la plaza de la ciudad es de oro puro, trasparente
como el cristal.
22Pero no vi Santuario alguno en ella; porque el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero, es su Santuario.
23La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la
ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero.
24 Las naciones caminarán a su luz, y los reyes de la tierra irán a llevarle su esplendor.
25 Sus puertas no se cerrarán con el día - porque allí no habrá noche -
26 y traerán a ella el esplendor y los tesoros de las naciones.
27Nada profano entrará en ella, ni los que cometen abominación y
mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del
Cordero.
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Apocalipsis 22
1Luego me mostró el río de agua de Vida, brillante como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero.
2En medio de la plaza, a una y otra margen del río, hay árboles de
Vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes; y sus hojas
sirven de medicina para los gentiles.
3 Y no habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero
estará en la ciudad y los siervos de Dios le darán culto.
4Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente.
5Noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del
sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos
de los siglos.
6Luego me dijo: «Estas palabras son ciertas y verdaderas; el Señor
Dios, que inspira a los profetas, ha enviado a su Ángel para
manifestar a sus siervos lo que ha de suceder pronto.
7Mira, vengo pronto. Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro.»
8Yo, Juan, fui el que vi y oí esto. Y cuando lo oí y vi, caí a los pies del Ángel que me había mostrado todo esto para adorarle.
9Pero él me dijo: «No, cuidado; yo soy un siervo como tú y tus hermanos
los profetas y los que guardan las palabras de este libro. A Dios
tienes que adorar.»
10Y me dijo: «No selles las palabras proféticas de este libro, porque el Tiempo está cerca.
11Que el injusto siga cometiendo injusticias y el manchado siga
manchándose; que el justo siga practicando la justicia y el santo siga
santificándose.
12 Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo.
13Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin.
14Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad.
15¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!»
16Yo, Jesús, he enviado a mi Ángel para daros testimonio de lo
referente a las Iglesias. Yo soy el Retoño y el descendiente de David,
el Lucero radiante del alba.»
17El Espíritu y la Novia dicen: «¡Ven!» Y el que oiga, diga: «¡Ven!»
Y el que tenga sed, que se acerque, y el que quiera,
reciba gratis
agua de vida.
18Yo advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este
libro: «Si alguno añade algo sobre esto, Dios echará sobre él las
plagas que se describen en este libro.
19Y si alguno quita algo a las palabras de este libro profético, Dios
le quitará su parte en el árbol de la Vida y en la Ciudad Santa, que se
describen en este libro.»
20Dice el que da testimonio de todo esto: «Sí, vengo pronto.» ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
21Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. ¡Amén!
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