PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL
LORCA




























ECLESIÁSTICO

CAPÍTULOS
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Eclesiástico   0
1Muchas e importantes lecciones se nos han transmitido
2por la Ley, los Profetas y los otros que les han seguido,
3por las cuales bien se debe encomiar a Israel por su instrucción y sabiduría.
4Mas como es razón que no sólo los lectores se hagan sabios,
5sino que puedan también estos amigos del saber ser útiles a los de fuera,
6tanto de palabra como por escrito,
7mi abuelo Jesús, después de haberse dado intensamente a la lectura
8de la Ley,
9los Profetas
10y los otros libros de los antepasados,
11y haber adquirido un gran dominio en ellos,
12se propuso también él escribir algo en lo tocante a instrucción y sabiduría,
13con ánimo de que los amigos del saber, lo aceptaran
14y progresaran más todavía en la vida según la Ley.
15Estáis, pues, invitados
16a leerlo
17con benevolencia y atención,
18así como a mostrar indulgencia
19allí donde se crea que, a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación,
20no hemos podido acertar en alguna expresión.
21Pues no tienen la misma fuerza
22las cosas expresadas originalmente en hebreo que cuando se traducen a otra lengua.
23Cosa que no sucede sólo en esto,
24sino que también la misma Ley, los Profetas,
25y los otros libros
26presentan no pequeña diferencia respecto de lo que dice el original.
27Fue, pues, en el año treinta y ocho del rey Evergetes
28cuando, después de venir a Egipto y residir allí,
29encontré una obra de no pequeña enseñanza,
30y juzgué muy necesario aportar yo también algún interés y esfuerzo para traducir este libro.
31Mucha vigilia y ciencia he puesto en juego
32durante este período,
33hasta llegar a buen término y publicar el libro
34para uso de aquellos que, en el extranjero, quieren ser amigos del saber,
35y conformar sus costumbres a una vida de acuerdo con la Ley.
 
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Eclesiástico   1
1Toda sabiduría viene del Señor, y con él está por siempre.
2La arena de los mares, las gotas de la lluvia, los días de la eternidad, ¿quién los puede contar?
3La altura del cielo, la anchura de la tierra, la profundidad del abismo, ¿quién los alcanzará?
4Antes de todo estaba creada la Sabiduría, la inteligente prudencia desde la eternidad.
6La raíz de la sabiduría ¿a quién fue revelada?, sus recursos, ¿quién los conoció?
8Sólo uno hay sabio, en extremo temible, el que en su trono está sentado.
9El Señor mismo la creó, la vio y la contó y la derramó sobre todas sus obras,
10en toda carne conforme a su largueza, y se la dispensó a los que le aman.
11Gloria es y orgullo el temor del Señor, contento y corona de júbilo.
12El temor del Señor recrea el corazón, da contento y recocijo y largos días.
13Para el que teme al Señor, todo irá bien al fin, en el día de su muerte se le bendecirá.
14Principio de la sabiduría es temer al Señor, fue creada en el seno materno juntamente con los    fieles.
15Entre los hombres puso su nido, fundación eterna, y con su linaje se mantendrá fielmente.
16Plenitud de la sabiduría es temer al Señor, ella les embriaga de sus frutos.
17Toda su casa colma de cosas deseables, y de sus productos sus graneros.
18Corona de la sabiduría el temor del Señor, ella hace florecer paz y buena salud.
19(El la vio y la contó), ciencia y conocimiento inteligente hizo llover, y la gloria de los que la poseen exaltó.
20Raíz de la sabiduría es temer al Señor, sus ramas, los largos días.
22No puede justificarse la pasión del injusto, que el impulso de su pasión le hace caer.
23Hasta su hora aguanta el que es paciente, mas después se le brinda contento.
24Hasta su hora oculta sus palabras, y entonces muchos labios prolamarán su inteligencia.
25En los tesoros de la sabiduría están las máximas de la ciencia, mas abominación para el pecador es la piedad para con    Dios.
26Si apeteces sabiduría, guarda los mandamientos, y el Señor te la dispensará.
27Pues sabiduría y enseñanza es el temor del Señor; su complacencia, la fidelidad y mansedumbre.
28No seas indócil al temor del Señor, ni te acerques a él con corazón partido.
29No seas hipócrita delante de los hombres, pon guardia a tus labios.
30No te exaltes a ti mismo, para no caer y acarrearte deshonra, porque el Señor revelaría tus secretos y en medio de la asamblea te echaría por tierra, por no haberte llegado al temor del Señor, porque tu corazón está lleno de fraude.

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Eclesiástico   2
1Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. 
2Endereza tu corazón, manténte firme, y no te aceleres en la hora de la adversidad.
3Adhiérete a él, no te separes, para que seas exaltado en tus postrimerías.
4Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé paciente.
5Porque en el fuego se purifica el oro, y los aceptos a Dios en el honor de la humillación.
6Confíate a él, y él, a su vez, te cuidará, endereza tus caminos y espera en él.
7Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia, y no os desviéis, para no caer.
8Los que teméis al Señor, confiaos a él, y no os faltará la recompensa.
9Los que teméis al Señor, esperad bienes, contento eterno y misericordia.
10Mirad a las generaciones de antaño y ved: ¿Quién se confió al Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y quedó abandonado? ¿Quién le invocó y fue desatendido?
11Que el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en la hora de la    tribulación.
12¡Ay de los corazones flacos y las manos caídas, del pecador que va por senda doble!
13¡Ay del corazón caído, que no tiene confianza! por eso no será protegido.
14¡Ay de vosotros que perdisteis el aguante! ¿Qué vais a hacer cuando el Señor os visite?
15Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras, los que le aman guardan sus caminos.
16Los que temen al Señor buscan su agrado, los que le aman quedan llenos de su Ley.
17Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan.
18Caeremos en manos del Señor y no en manos de los hombres, pues como es su grandeza, tal su misericordia.
 
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Eclesiástico   3
1A mí que soy vuestro padre escuchadme, hijos, y obrad así para salvaros.
2Pues el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole.
3Quien honra a su padre expía sus pecados;
4como el que atesora es quien da gloria a su madre.
5Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado.
6Quien da gloria al padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su madre:
7como a su Señor sirve a los que le engendraron.
8En obra y palabra honra a tu padre, para que te alcance su bendición.
9Pues la bendición del padre afianza la casa de los hijos, y la maldición de la madre destruye los cimientos.
10No te gloríes en la deshonra de tu padre, que la deshonra de tu padre no es gloria para ti.
11Pues la gloria del hombre procede de la honra de su padre, y baldón de los hijos es la madre en desdoro.
12Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza.
13Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor.
14Pues el servicio hecho al padre no quedará en olvido, será para ti restauración en lugar de tus pecados.
15El día de tu tribulación se acordará El de ti; como hielo en buen tiempo, se disolverán tus pecados.
16Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Señor quien irrita a su madre.
17Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por el acepto a Dios.
18Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia.
20Pues grande es el poderío del Señor, y por los humildes es glorificado.
21No busques lo que te sobrepasa, ni lo que excede tus fuerzas trates de escrutar.
22Lo que se te encomienda, eso medita, que no te es menester lo que está oculto.
23En lo que excede a tus obras no te fatigues, pues más de lo que alcanza la inteligencia humana se    te ha mostrado ya.
24Que a muchos descaminaron sus prejuicios, una falsa ilusión extravió sus pensamientos.
26El corazón obstinado en mal acaba, y el que ama el peligro caerá en él.
27El corazón obstinado se carga de fatigas, el pecador acumula pecado tras pecado.
28Para la adversidad del orgulloso no hay remedio, pues la planta del mal ha echado en él raíces.
29El corazón del prudente medita los enigmas. un oído que le escuche es el anhelo del sabio.
30El agua apaga el fuego llameante, la limosma perdona los pecados.
31Quien con favor responde prepara el porvenir, el día de su caída encontrará un apoyo.
 
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Eclesiástico   4
1Hijo, no prives al pobre del sustento, ni dejes en suspenso los ojos suplicantes.
2No entristezcas al que tiene hambre, no exasperes al hombre en su indigencia.
3No te ensañes con el corazón exasperado, no hagas esperar la dádiva al mendigo.
4No rechaces al suplicante atribulado, ni apartes tu rostro del pobre.
5No apartes del mendigo tus ojos, ni des a nadie ocasión de maldecirte.
6Pues si maldice en la amargura de su alma, su Hacedor escuchará su imprecación.
7Hazte querer de la asamblea, ante un grande baja tu cabeza.
8Inclina al pobre tus oídos, responde a su saludo de paz con dulzura.
9Arranca al oprimido de manos del opresor, y a la hora de juzgar no seas pusilánime.
10Sé para los huérfanos un padre, haz con su madre lo que hizo su marido. Y serás como un hijo del Altísimo; él te amará más que tu madre.
11La sabiduría a sus hijos exalta, y cuida de los que la buscan.
12El que la ama, ama la vida, los que en su busca madrugan serán colmados de    contento.
13El que la posee tendrá gloria en herencia, dondequiera que él entre, le bendecirá el Señor.
14Los que la sirven, rinden culto al Santo, a los que la aman, los ama el Señor.
15El que la escucha, juzgará a las naciones, el que la sigue, su tienda montará en seguro.
16Si se confía a ella, la poseerá en herencia, y su posteridad seguirá poseyéndola.
17Pues, al principio, le llevará por recovecos, miedo y pavor hará caer sobre él, con su disciplina le atormentará hasta que tenga confianza en su alma y le pondrá a prueba con sus preceptos,
18mas luego le volverá al camino recto, le regocijará y le revelará sus secretos.
19Que si él se descarría, le abandonará, y le dejará a merced de su propia caída.
20Ten en cuenta el momento y guárdate del mal, no te avergüences de ti mismo.
21Porque hay una vergüenza que conduce al pecado, y otra vergüenza hay que es gloria y gracia.
22No tengas miramientos en contra de ti mismo, y no mudes de color por tu caída.
23No contengas la palabra cuando pueda salvar, y no escondas tu sabiduría.
24Que la sabiduría se da a conocer en la palabra, y la educación en los discursos de la lengua.
25A la verdad no contradigas, mas ruborízate de no estar educado.
26No te avergüences de confesar tus pecados, no te opongas a la corriente del río.
27No te aplanes ante el hombre insensato, ni tengas miramiento al poderoso.
28Hasta la muerte por la verdad combate, y el Señor Dios peleará por ti.
29No seas atrevido con tu lengua, ni perezoso y negligente en tus obras.
30No seas un león en tu casa y un corbade entre tus servidores.
31No sea tu mano abierta para recibir, y cerrada para dar.
 
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Eclesiástico   5
1En tus riquezas no te apoyes ni digas: «Tengo bastante con ellas.»
2No te dejes arrastrar por tu deseo y tu fuerza para seguir la pasión de tu corazón.
3No digas: «¿Quién me domina a mí?», porque el Señor cierto que te castigará.
4No digas: «Pequé, y ¿qué me ha pasado?», porque el Señor es paciente.
5Del perdón no te sientas tan seguro que acumules pecado tras pecado.
6No digas: «Su compasión es grande, él me perdonará la multitud de mis pecados.» Porque en él hay misericordia, pero también hay cólera, y en los pecadores se desahoga su furor.
7No te tardes en volver al Señor, no lo difieras de un día para otro, pues de pronto salta la ira del Señor, y perecerás al tiempo del castigo.
8No te apoyes en riquezas injustas, que de nada te servirán el día de la adversidad.
9No avientes a cualquier viento, ni vayas por cualquier senda, (así hace el pecador de lengua doble).
10Manténte firme en tu pensamiento, y sea una tu palabra.
11Sé pronto en escuchar, y tardo en responder.
12Si sabes alguna cosa, a tu prójimo responde, si no, pon tu mano en la boca.
13Gloria y deshonra caben en el hablar, y en la lengua del hombre está su ruina.
14Que no se te llame maldiciente, no pongas lazos con tu lengua, que sobre el ladrón cae la vergüenza, y dura condenación sobre la lengua doble.
15Ni en lo grande ni en lo pequeño yerres, ni de amigo te vuelvas enemigo.
 
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Eclesiástico   6
1En tus riquezas no te apoyes ni digas: «Tengo bastante con ellas.»
2No te dejes arrastrar por tu deseo y tu fuerza para seguir la pasión de tu corazón.
3No digas: «¿Quién me domina a mí?», porque el Señor cierto que te castigará.
4No digas: «Pequé, y ¿qué me ha pasado?», porque el Señor es paciente.
5Del perdón no te sientas tan seguro que acumules pecado tras pecado.
6No digas: «Su compasión es grande, él me perdonará la multitud de mis pecados.» Porque en él hay misericordia, pero también hay cólera, y en los pecadores se desahoga su furor.
7No te tardes en volver al Señor, no lo difieras de un día para otro, pues de pronto salta la ira del Señor, y perecerás al tiempo del castigo.
8No te apoyes en riquezas injustas, que de nada te servirán el día de la adversidad.
9No avientes a cualquier viento, ni vayas por cualquier senda, (así hace el pecador de lengua doble).
10Manténte firme en tu pensamiento, y sea una tu palabra.
11Sé pronto en escuchar, y tardo en responder.
12Si sabes alguna cosa, a tu prójimo responde, si no, pon tu mano en la boca.
13Gloria y deshonra caben en el hablar, y en la lengua del hombre está su ruina.
14Que no se te llame maldiciente, no pongas lazos con tu lengua, que sobre el ladrón cae la vergüenza, y dura condenación sobre la lengua doble.
15Ni en lo grande ni en lo pequeño yerres, ni de amigo te vuelvas enemigo.

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Eclesiástico   7
1No hagas mal, y el mal no te dominará,
2sepárate del injusto, y él se alejará de ti.
3No siempres, hijo, en surcos de injusticia, no sea que coseches siete veces más.
4No pidas al Señor la preeminencia, ni al rey silla de gloria.
5No te hagas el justo delante del Señor, ante el rey no te las des de sabio.
6No te empeñes en llegar a ser juez, no sea que no puedas extirpar la injusticia, o te dejes influir del poderoso, y pongas un tropiezo en tu entereza.
7No peques contra la asamblea de la ciudad, ni te rebajes a ti mismo ante el pueblo.
8En el pecado no te enredes dos veces, pues ni una sola quedarás impune.
9No digas: «Pondrá él sus ojos en la abundancia de mis dones, cuando se los presente al Dios Altísimo, los    aceptará.»
10No seas en tu plegaria pusilánime, y hacer limosna no descuides.
11No te burles del hombre que vive en aflicción, porque el que humilla, también exalta.
12No trames mentira contra tu hermano ni hagas otro tanto con tu amigo.
13Propónte no decir mentira alguna, que persistir en ello no lleva a nada bueno.
14No seas hablador en la reunión de los ancianos, en tu plegaria no repitas palabras.
15No rehúyas el trabajo penoso, ni la labor del campo que creó el Altísimo.
16No te incluyas en el grupo de los pecadores, recuerda que la Cólera no se hará esperar.
17Humilla hondamente tu alma, que el castigo del impío es fuego y gusanos.
18No cambies un amigo por dinero, ni un hermano de veras por el oro de Ofir.
19No faltes a la mujer sabia y buena,  que su gracia vale más que el oro.
20No maltrates al criado que trabaja fielmente, ni al jornalero que pone su empeño.
21Al criado prudente ame tu alma, y no le prives de la libertad.
22¿Tienes rebaños? Pásales revista; y si te dan ganancia, consérvalos.
23¿Tienes hijos? Adoctrínalos, doblega su cerviz desde su juventud.
24¿Tienes hijas? Cuídate de ellas, y no pongas ante ellas cara muy risueña.
25Casa a tu hija y habrás hecho una gran cosa, pero dásela a un hombre prudente.
26¿Tienes una mujer que te gusta? No la despidas, pero si la aborreces, no te confíes a ella.
27Con todo tu corazón honra a tu padre, y no olvides los dolores de tu madre.
28Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que contigo han hecho?
29Con toda tu alma reverencia al Señor, y venera a sus sacerdotes.
30Con todas tus fuerzas ama al que te hizo, y a sus ministros no abandones.
31Teme al Señor y honra el sacerdote, dale su porción como te está prescrito: primicias, sacrificios de reparación, pierna de las    ofrendas, oblación de santidad y primicias de las cosas    sagradas.
32También al pobre tiéndele tu mano, para que tu bendición sea perfecta.
33La gracia de tu dádiva llegue a todo viviente, ni siquiera a los muertos les rehúses tu gracia.
34No te rezagues ante los que lloran, y con los afligidos muéstrate afligido.
35No descuides visitar al enfermo, que por obras de éstas ganarás amor.
36En todas tus acciones ten presente tu fin, y jamás cometerás pecado.
 
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Eclesiástico   8
1No disputes con hombre poderoso, no sea que caigas en sus manos.
2No discutas con hombre rico, no sea que te venza con su peso. Porque a muchos perdió el oro, hasta los corazones de los reyes descarrió.
3No disputes con hombre charlatán, no eches más leña a su fuego.
4No bromees con el ineducado, para que tus mayores no queden en deshonra.
5No reproches al hombre que se vuelve del pecado, recuerda que culpables somos todos.
6No deshonres al hombre en su vejez, que entre nosotros también se llega a viejos.
7No te alegres de la muerte de nadie, recuerda que todos moriremos.
8No dedeñes lo que narran los sabios, vuelve a menudo a sus proverbios, que de ellos aprenderás doctrina y el modo de servir a los grandes.
9No desprecies lo que cuentan los viejos, que ellos también han aprendido de sus padres; pues de ellos aprenderás prudencia y a dar respuesta en el momento justo.
10No enciendas los carbones del pecador, no sea que te abrases en el fuego de su llama.
11No te encares con el insolente, para que no sea como trampa tendida a tu boca.
12No prestes al que puede más que tú; si prestas, dalo por perdido.
13No salgas fiador por encima de tus medios; si lo haces, date por deudor.
14No entres en pleito con un juez, que por su dignidad fallarán en su favor.
15Con el osado no te pongas en camino, para que no te agote, pues él procederá a su antojo, y por su locura te perderás con él.
16Con el colérico no entres en pelea, ni te adentres con él en el desierto, porque a sus ojos nada es la sangre, y donde no haya quien te auxilie se echará sobre ti.
17No le pidas consejo al insensato, pues no podrá mantenerlo en silencio.
18Delante de un extraño no hagas cosa secreta, pues no sabes qué inventará después.
19No abras tu corazón a todo el mundo, pues no te han de compensar con gracia alguna.
 
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Eclesiástico   9
1No tengas celos de tu propia mujer, para no enseñarle a hacerte mal.
2No te entregues del todo a tu mujer, no sea que te llegue a dominar.
3No vayas al encuentro de una mujer prostituta, no sea que caigas en sus redes.
4Con cantadora no frecuentes el trato, para no quedar prendido en sus enredos.
5No te quedes mirando a doncella, para que no incurras en su propio castigo.
6A prostitutas no te entregues, para no perder tu herencia.
7No andes fisgando por los calles de la ciudad, ni divagues por sus sitios solitarios.
8Aparta tu ojo de mujer hermosa, no te quedes mirando la belleza ajena. Por la belleza de la mujer se perdieron muchos, junto a ella el amor se inflama como fuego.
9Junto a mujer casada no te sientes jamás, a la mesa con ella no te huelgues con vino, para que tu corazón no se desvíe hacia ella y en tu ímpetu te deslices a la ruina.
10No abandones a un viejo amigo, porque el nuevo no le iguala. Vino nuevo, amigo nuevo, cuando sea añejo, con placer lo beberás.
11No envidies la gloria del pecador, pues no sabes cómo se le volverá la fortuna.
12No asientas al éxito de los impíos, recuerda que no quedarán hasta el seol impunes.
13Ponte lejos del hombre que es capaz de matar, y no experimentarás miedo a la muerte. Si te acercas a él, no te descuides, para que no te quite la vida. Date cuenta de que pasas entre lazos y que caminas sobre el muro de la ciudad.
14Cuando puedas acude a tu prójimo, y con los sabios aconséjate.
15Con los inteligentes ten conversación, y tus charlas versen sobre la Ley del Altísimo.
16Varones justos sean tus comensales, y en el temor del Señor esté tu orgullo.
17Por la mano del artista la obra es alabada, y el jefe del pueblo aparece sabio en su palabra.
18Temible en su ciudad el hombre charlatán, el desmedido por su lenguaje se hace odioso.

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Eclesiástico  10
1El juez sabio adoctrina a su pueblo, la autoridad del sensato está bien regulada.
2Según el juez del pueblo, así serán sus ministros, como el jefe de la ciudad, todos sus habitantes.
3El rey sin instrucción arruinará a su pueblo, la ciudad se edifica sobre la prudencia de los    dirigentes.
4En manos del Señor está el gobierno de la tierra, a su tiempo suscita para ella al que conviene.
5En manos del Señor el recto camino del hombre, él pone su gloria en el escriba.
6Sea cual fuere su agravio, no guardes rencor al prójimo, y no hagas nada en un arrebato de violencia.
7Odioso es al Señor y a los hombres el orgullo, para ambos es un yerro la injusticia.
8La soberanía pasa de una nación a otra, por las injusticias, las violencias y el dinero.
9¿Por qué se enorgullece el que es tierra y ceniza? ¡si ya en vida es su vientre podredumbre!
10La larga enfermedad deja perplejo al médico, y el que hoy es rey fenecerá mañana.
11Y cuando un hombre muere, recibe como herencia reptiles, fieras y gusanos.
12El comienzo del orgullo del hombre es alejarse del Señor, cuando de su Hacedor se apartó su corazón.
13Que el comienzo del orgullo es el pecado, el que se agarra a él vierte abominación. Por eso les dio el Señor asombrosos castigos, y les abatió hasta aniquilarlos.
14Los tronos de los príncipes los volteó el Señor, y en su lugar sentó a los mansos.
15Las raíces de los orgullosos las arrancó el Señor, y en su lugar plantó a los humildes.
16Las comarcas de las naciones las arrasó el Señor, y las destruyó hasta los cimientos de la tierra.
17Tomó algunos de ellos y los destruyó, y borró de la tierra su recuerdo.
18No se ha hecho para los hombres el orgullo, ni el furor de la ira para los nacidos de mujer.
19¿Qué raza es honorable? La del hombre. ¿Qué raza es honorable? Los que temen al Señor. ¿Qué raza es despreciable? La del hombre. ¿Qué raza es despreciable? Los que violan sus    mandatos.
20En medio de sus hermanos es honorable el jefe, y los que temen al Señor, a los ojos de él.
22Sean ricos, llenos de gloria o pobres, su orgullo es el temor del Señor.
23No es justo despreciar al pobre inteligente, ni procede glorificar al pecador.
24Grande, juez y poderoso reciben honores, mas no hay mayor entre ellos que el que teme al Señor.   
25Al siervo sabio los hombres libres sirven, y el hombre de saber no lo critica.
26No te hagas el sabio cuando cumples tu obra, no te gloríes en el momento de tu aprieto.
27Más vale el que trabaja y le sobra de todo que el que anda gloriándose y carece de pan.
28Hijo, gloríate con moderación, y estímate en lo que vales.
29Al que peca contra sí mismo, ¿quién le justificará? ¿quién apreciará al que desprecia su vida?
30El pobre es honrado por su saber, y el rico lo es por su riqueza.
31Quien es estimado en la pobreza, ¡cuánto más en la riqueza! quien es despreciado en la riqueza, ¡cuánto más en la    pobreza!
 
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Eclesiástico  11
1La sabiduría del humilde le hace erguir la cabeza, y le da asiento entre los grandes.
2No alabes nunca a un hombre por su buen parecer, ni abomines de nadie por su aspecto.
3Pequeña entre los que vuelan es la abeja, mas lo que ella elabora es lo más dulce.
4No te gloríes del manto que te envuelve, el día de la gloria no te engrías; pues admirables son las obras del Señor, pero están ocultas a los hombres.
5Muchos tiranos se sentaron en el suelo, y un desconocido se puso la diadema.
6Muchos poderosos fueron muy deshonrados, y hombres ilustres entregados a otras manos.
7Sin haberte informado no reprendas, reflexiona primero y haz luego tu reproche.
8Sin haber escuchado no respondas ni interrumpas en medio del discuro.
9Por lo que no te incumbe no discutas, y en las contiendas de los pecadores no te mezcles.
10Hijo, no te metas en múltiples asuntos, si los multiplicas no saldrás bien parado; aunque los persigas no los alcanzarás ni podrás escapar aunque quieras huir.
11Hay quien se agota, se fatiga y se apresura, y cuanto más, más tarde llega.
12Hay quien es débil, necesitado de apoyo, falto de bienes y sobrado de pobreza, mas los ojos del Señor le miran para bien, él le recobra de su humillación.
13Levanta su cabeza, y por él se admiran muchos.
14Bienes y males, vida y muerte, pobreza y riqueza vienen del Señor.
17El don del Señor con los piadosos permanece, y su complacencia les lleva por buen camino para    siempre.
18Hay quien se hace rico a fuerza de engaño y avaricia, y esta es la parte de su recompensa:
19cuando dice: «Ya he logrado reposo, ahora voy a comer de mis bienes», no sabe qué tiempo va a venir, morirá y se lo dejará a otros.
20Manténte en tu quehacer y conságrate a él, en tu tarea envejece.
21No te admires de las obras del pecador, confía en el Señor y en tu esfuerzo persevera. Que es cosa fácil a los ojos del Señor enriquecer de golpe al indigente.
22La bendición del Señor es la recompensa del piadoso, y en un instante hace florecer su bendición.
23No digas: «¿De qué he menester? o ¿qué bienes me vendrán todavía?»
24No digas: «Tengo bastante con ellos, ¿qué mal puede alcanzarme ahora?»
25Día de bienes, olvido de males, día de males, olvido de bienes.
26Que es fácil al Señor, el día de la muerte, pagar a cada uno según su proceder.
27El mal de una hora el placer hace olvidar, al final del hombre se descubren sus obras.
28Antes del fin no llames feliz a nadie, que sólo a su término es conocido el hombre.
29No metas a cualquiera en tu casa, que son muchos los lazos del taimado.
30Perdiz cautiva en su jaula, tal es el corazón del orgulloso, como el espía acecha tu caída.
31Cambiando el bien por el mal, está al acecho, y a las cosas más limpias pone mancha.
32Con una chispa se enciende un brasero, así el pecador tiende lazos en busca de sangre.
33Guárdate del malvado, porque maquina el mal, no sea que te manche para siempre.
34Mete en casa al extraño, y te traerá el desorden, te hará extraño a tu propia familia.
 
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Eclesiástico  12
1Si haces el bien, mira a quién lo haces, y por tus beneficios recibirás favor.
2Haz bien al piadoso; hallarás recompensa, si no de él, al menos del Altísimo.
3No habrá bienes para el que en mal persiste, ni para quien no agradece la limosna.
4Da al hombre piadoso, y del pecador no te cuides.
5Haz bien al humilde y no des al impío; niégale su pan, no se lo des, para que no llegue con ello a dominarte. Pues un mal duplicado encontrarías por todos los bienes que le hubieres hecho.
6Que también el Altísimo odia a los pecadores, y de los impíos tomará venganza.
7Da al hombre de bien, y del pecador no te cuides.
8No se demuestra en la prosperidad el amigo, ni queda oculto en la adversidad el enemigo.
9Cuando hay prosperidad, los enemigos se entristecen, mas en la adversidad, hasta el amigo se aleja.
10No confíes jamás en tu enemigo, que cual bronce roñoso, así es su maldad.
11Aunque se haga el humilde y camine encorvado, mira por ti mismo y guárdate de él. Pórtate con él como el que pule un espejo, sábete que no retendrá hasta el fin su roña.
12No le pongas junto a ti, no sea que se te revuelva y suplante tu puesto. No le sientes a tu diestra, no sea que tu asiento pretenda, y que al fin comprendas mis palabras, y te pese al recordar mis consejos.
13¿Quién se compadecerá del encantador mordido de serpiente y de todos los que se acercan a las fieras?
14Lo mismo le ocurre al que convive con el pecador y comparte sus pecados.
15Una hora aguantará contigo, mas si te desmandas, no lo soportará.
16En sus labios pone dulzura el enemigo, mas en su corazón trama arrojarte a la fosa. En sus ojos lagrimea el enemigo, mas si topa ocasión, no se verá harto de tu sangre.
17Si los males te visitan, primero que tú le encontrarás allí, fingiendo ayurdarte te agarrará el talón.
18Meneará su cabeza, batirá palmas, cuchicheará mucho y mudará de cara.

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Eclesiástico  13
1El que toca la pez, se mancha, el que convive con el orgulloso, se hará como él.
2No tomes sobre ti carga pesada, con el más fuerte y rico que tú no convivas. ¿Por qué juntar cántaro con caldero? Este le chocará y aquél se romperá.
3El rico agravia y encima se envalentona, el pobre es agraviado y encima ha de excusarse.
4Si le eres útil, se servirá de ti, si eres torpe, te abandonará.
5Si tienes algo, vivirá contigo, y te despojará sin fatigarse él.
6¿Ha menester de ti? Tratará de engañarte, te sonreirá y te dará esperanzas; buenas palabras te dará y dirá: «¿Qué te hace falta?»
7Te avergonzará en sus festines, hasta despojarte dos, tres veces, y para terminar se burlará de ti. Después, si te ve, te dejará a un lado, y meneará la cabeza ante ti.
8Guárdate de dejarte engañar, y de ser humillado por estúpido.
9Cuando te llame un poderoso, quédate a distancia, que tanto más te llamará.
10No te presentes por ti mismo, no sea que te rechace, ni te quedes muy lejos, para no pasar inadvertido.
11No pretendas hablar con él de igual a igual, ni te fíes de sus muchas palabras. Que con su mucho hablar te pondrá a prueba, como quien pasa el rato, te examinará.
12Despiadado es quien no guarda tus palabras, no te ahorrará ni golpes ni cadenas.
13Observa y ponte bien en guardia, porque caminas junto a tu propia ruina.
15Todo viviente ama a su semejante, y todo hombre a su prójimo.
16Todo animal según su especie se une, a su semejante se adhiere el hombre.
17¿Cómo podrá convivir lobo con cordero? Así el pecador con el piadoso.
18¿Qué paz puede tener la hiena con el perro? ¿qué paz el rico con el indigente?
19Caza de leones son los onagros en el desierto, así los pobres son presa de los ricos.
20Abonimación para el orgulloso es la humilidad, así para el rico es abominación el pobre.
21El rico que vacila es sostenido por sus amigos, al humilde que cae sus amigos le rechazan.
22Cuando el rico resbala, muchos le toman en sus brazos, dice estupideces, y le justifican; resbala el humilde, y se le hacen reproches, dice cosas sensatas, y no se le hace caso.
23Habla el rico, y todos se callan, y exaltan su palabra hasta las nubes. Habla el pobre y dicen: «¿Quién es éste?» y si se equivoca, se le echa por tierra.
24Buena es la riqueza en la que no hay pecado, mala la pobreza al decir del impío.
25El corazón del hombre modela su rostro tanto hacia el bien como hacia el mal.
26Signo de un corazón dichoso es un rostro alegre, la invención de proverbios es penoso ejercicio.

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Eclesiástico  14
1Feliz el hombre que no se ha deslizado con su boca, ni sufre tormento por la tristeza del pecado.
2Feliz aquel a quien su conciencia no reprocha, y que no queda corrido en su esperanza.
3Para el hombre mezquino no es buena la riqueza, para el envidioso, ¿de qué sirve el dinero?
4Quien amontona a expensas de sí mismo, para otros amontona, con sus bienes se regalarán otros.
5El que es malo para sí, ¿para quién será bueno? No logrará contento en medio de sus tesoros.
6Nadie peor que el que se tortura a sí mismo, esa es la paga de su maldad.
7Aun si llega a hacer el bien, lo hace por descuido, al final dejará ver su maldad.
8Malo es el de ojo envidioso, que vuelve su rostro y desprecia a los demás.
9El ojo del avaro no se satisface con su suerte, la avaricia seca el alma.
10El ojo malo se alampa por el pan, hambriento está en su propia mesa.
11Hijo, trátate bien, conforme a lo que tengas, y presenta dignamente tus ofrendas al Señor.
12Recuerda que la muerte no se tardará, y que el pacto del seol no se te ha revelado.
13Antes de morir, haz el bien a tu amigo, según tus medios dale con largueza.
14No te prives de pasarte un buen día, no se te escape la posesión de un deseo legítimo.
15¿No dejarás a otro el fruto de tus trabajos y el de tus fatigas, para que a suertes se reparta?
16Da y recibe, y recrea tu alma, que en el seol no se puede esperar buena vida.
17Toda carne como un vestido envejece, pues ley eterna es: hay que morir.
18Lo mismo que las hojas sobre árbol tupido, que unas caen y otras brotan, así la generación de carne y sangre: una muere y otra nace.
19Toda obra corruptible desaparece, y su autor se irá con ella.
20Feliz el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que en su inteligencia reflexiona,
21que medita sus caminos en su corazón, y sus secretos considera.
22Sale en su busca como el que sigue el rastro, y en sus caminos se pone al acecho.
23Se asoma a sus ventanas, y a sus puertas escucha.
24Acampa muy cerca de su casa, y clava la clavija en sus muros.
25Monta su tienda junto a ella, y se alberga en su albergue dichoso.
26Pone sus hijos a su abrigo, y bajo sus ramas se cobija.
27Por ella es protegido del calor, y en su gloria se alberga.

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Eclesiástico  15
1Así hace el que teme al Señor, el que abraza la Ley logra sabiduría.
2Como una madre le sale ella al encuentro, le acoge como una esposa virgen.
3Le alimenta con pan de inteligencia, el agua de la sabiduría le da a beber.
4Se apoya él en ella y no se dobla, a ella se adhiere y no queda confundido.
5Ella le exalta por encima de sus prójimos,  en medio de la asamblea le abre la boca.
6Contento y corona de gloria encuentra él, nombre eterno en herencia recibe.
7Jamás la lograrán los insensatos, los pecadores nunca la verán.
8Lejos está del orgullo, los mentirosos no se acuerdan de ella.
9No cabe la alabanza en boca del pecador, porque no le viene del Señor.
10Que en la sabiduría se expresa la alabanza, y el Señor la guía por buen camino.
11No digas: «Por el Señor me he apartado», que lo que él destesta, no lo hace.
12No digas: «El me ha extraviado», pues él no ha menester del pecador.
13Toda abominación odia el Señor, tampoco la aman los que le temen a él.
14El fue quien al principio hizo al hombre, y le dejó en manos de su propio albedrío.
15Si tú quieres, guardarás los mandamientos, para permanecer fiel a su beneplácito.
16El te ha puesto delante fuego y agua, a donde quieras puedes llevar tu mano.
17Ante los hombres la vida está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará.
18Que grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder, todo lo ve.
19Sus ojos están sobre los que le temen, él conoce todas las obras del hombre.
20A nadie ha mandado ser impío, a nadie ha dado licencia de pecar.

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Eclesiástico  16
1No desees multitud de hijos malvados, no te goces en tener hijos impíos.
2Aunque sean muchos, no te goces en ellos, si con ellos no se halla el temor del Señor.
3No pongas en su vida tu confianza, ni te creas seguro por ser muchos, que más vale uno que mil, y morir sin hijos que tener hijos impíos.
4Pues uno solo inteligente poblará una ciudad mas la raza de los sin ley quedará despoblada.
5Muchas cosas así han visto mis ojos, y más graves aún oyeron mis oídos.
6En la reunión de los pecadores prende el fuego, contra la nación rebelde se inflama la Cólera.
7No perdonó él a los antiguos gigantes que se rebelaron fiados de su fuerza.
8No pasó por alto al vecindario de Lot, a los que abominaba por su orgullo.
9No se apiadó de la nación perdida, de los que estaban engreídos en sus pecados.
10Igual trató a los seiscientos mil de a pie que se habían unido en la dureza de su corazón.
11Aunque fuera uno solo el de dura cerviz, sería asombroso que quedara impune. Pues misericordia e ira están con El, tan poderoso en perdón como pródigo en ira.
12Tan grande como su misericordia es su severidad, según sus obras juzga al hombre.
13No escapará el pecador con su rapiña, ni quedará fallida la paciencia del piadoso.
14Para toda limosna tiene él un sitio, cada cual hallará según sus obras.
17No digas: «Del Señor me esconderé, y ¿quién allá arriba se acordará de mí? Entre la gran muchedumbre no seré reconocido, pues ¿qué soy yo en la inmensa creación?»
18Mira, el cielo, y el cielo de los cielos, el abismo y la tierra serán sacudidos a la hora de su    visita.
19A una los montes y los cimientos de la tierra bajo su mirada temblarán de espanto.
20Mas en todo esto no piensa el corazón del hombre, y en sus caminos, ¿quién repara?
21Hay tempestad que no ve el hombre, y la mayoría de sus obras se hacen en secreto.
22«Las obras de la justicia, ¿quién las anuncia? ¿quién las aguarda? ¡Pues la alianza está lejos!»
23Esto piensa el ruin de corazón; el estúpido, el perdido, sólo piensa necedades.
24Escúchame, hijo, y el saber aprende, aplica tu corazón a mis palabras.
25Con mesura te revelaré la doctrina, con precisión anunciaré el saber.
26Cuando creó el Señor sus obras desde el principio, desde que las hizo les asignó su puesto.
27Ordenó para la eternidad sus obras, desde sus comienzos por todas sus edades. Ni tienen hambre ni se cansan, y eso que no abandonan su tarea.
28Ninguna choca con otra, jamás desobedecen su palabra.
29Después de esto el Señor miró a la tierra, y de sus bienes la colmó.
30De todo ser viviente cubrió su faz, y a ella vuelven todos.

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Eclesiástico  17
1De la tierra creó el Señor al hombre, y de nuevo le hizo volver a ella.
2Días contados le dio y tiempo fijo, y dioles también poder sobre las cosas de la tierra.
3De una fuerza como la suya los revistió, a su imagen los hizo.
4Sobre toda carne impuso su temor para que dominara a fieras y volátiles.
6Les formó lengua, ojos, oídos, y un corazón para pensar.
7De saber e inteligencia los llenó, les enseñó el bien y el mal.
8Puso su ojo en sus corazones, para mostrarles la grandeza de sus obras.
10Por eso su santo nombre alabarán, contando la grandeza de sus obras.
11Aun les añadió el saber, la ley de vida dioles en herencia.
12Alianza eterna estableció con ellos, y sus juicios les enseñó.
13Los ojos de ellos vieron la grandeza de su gloria, la gloria de su voz oyeron sus oídos.
14Y les dijo: «Guardaos de toda iniquidad», y a cada cual le dio órdenes respecto de su prójimo.
15Sus caminos están ante él en todo tiempo, no se ocultan a sus ojos.
17A cada nación asignó un jefe, mas la porción del Señor es Israel.
19Todas sus obras están ante él, igual que el sol, e incesantes sus ojos sobre sus caminos.
20No se le ocultan sus iniquidades, todos sus pecados están ante el Señor.
22La limosna del hombre es como un sello para él, el favor del hombre lo guarda como la pupila de sus    ojos.
23Después se levantará y les retribuirá, sobre su cabeza pondrá su recompensa.
24Pero a los que se arrepienten les concede retorno, y consuela a los que perdieron la esperanza.
25Conviértete al Señor y deja tus pecados, suplica ante su faz y quita los obstáculos.
26Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia, odia con toda el alma la abominación.
27¿Quién en el seol alabará al Altísimo si los vivientes no le dan gloria?
28No hay alabanza que venga de muerto, como de quien no existe; es el que vive y goza de salud quien alaba al Señor.
29¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que a él se convierten!
30Pues no todo puede estar en poder de los hombres, que no es inmortal el hijo de hombre.
31¿Qué hay más luminoso que el sol? Con todo, desaparece. Mas la carne y la sangre sólo el mal conciben.
32Al ejército de lo alto de los cielos pasa él revista, pero polvo y ceniza son los hombres.
 
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Eclesiástico  18
1El que vive eternamente lo creó todo por igual,
2sólo el Señor será llamado justo.
4A nadie dio poder de proclamar sus obras, pues ¿quién podrá rastrear sus maravillas?
5El poder de su majestad, ¿quién lo calculará? ¿quién pretenderá contar sus misericordias?
6Nada hay que quitar, nada que añadir, y no se pueden rastrear las maravillas del Señor.
7Cuando el hombre cree acabar, comienza entonces, cuando se para, se queda perplejo.
8¿Qué es el hombre? ¿para qué sirve? ¿cuál es su bien y cuál su mal?
9El número de los días del hombre mucho será si llega a los cien años.
10Como gota de agua del mar, como grano de arena, tan pocos son sus años frente a la eternidad.
11Por eso el Señor es paciente con ellos, y derrama sobre ellos su misericordia.
12El ve y sabe que su fin es miserable, por eso multiplica su perdón.
13La misericordia del hombre sólo alcanza a su prójimo, la misericorida del Señor abarca a todo el mundo. El reprende, adoctrina y enseña, y hace volver, como un pastor, a su rebaño.
14Tiene piedad de los que acogen la instrucción, y de los que se afanan por sus juicios.
15Hijo, con tus beneficios no mezcles el reproche ni a tus regalos juntes palabras tristes.
16¿No aplaca el rocío el viento ardiente? Así vale más la palabra que el regalo.
17¿No ves que la palabra es más que un buen presente? Pues el hombre dadivoso une los dos.
18El necio aun sin dar hace afrenta, quema los ojos el don del envidioso.
19Antes de hablar infórmate, cuídate antes de estar enfermo.
20Antes de juzgar examínate a ti mismo, y en el día de la visita encontrarás perdón.
21Antes de estar enfermo humíllate, cuando peques muestra arrepentimiento.
22Nada te impida cumplir tu voto en el momento dado, no aguardes hasta la muerte para justificarte.
23Antes de hacer un voto prepárate; no seas como el hombre que tienta al Señor.
24Acuérdate de la ira de los últimos días, y del momento del castigo, cuando Dios vuelva su    rostro.
25En tiempo de abundancia recuerda el tiempo de hambre, la pobreza y la penuria en días de riqueza.
26De la mañana a la tarde corre el tiempo, todo pasa presto delante del Señor.
27El hombre sabio es precavido en todo, en la ocasión de pecar se anda con cuidado.
28Todo hombre prudente conoce la sabiduría, al que la encuentra le da su parabién.
29Los prudentes en palabras hacen sabiduría y prodigan los proverbios acertados.
30No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena.
31Si te consientes en todos los deseos, te harás la irrisión de tus enemigos.
32No te complazcas en la buena vida, no te avengas a asociarte con ella.
33No te empobrezcas festejando con dinero prestado, cuando nada tienes en tu bolsa.

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Eclesiástico  19
1Un obrero bebedor nunca se enriquecerá, el que desprecia las cosas pequeñas, poco a poco    caerá.
2Vino y mujeres pervierten a los inteligentes, el que va a prostitutas es aún más temerario.
3De larvas y gusanos será herencia, el temerario perderá su vida.
4Quien se confía enseguida, ligero es de corazón, el que peca, a sí mismo se hace daño.
5El que se regodea en el mal será condenado,
6el que odia la verborrea escapará al mal.
7No repitas nunca lo que se dice, y en nada sufrirás menoscabo.
8Ni a amigo ni a enemigo cuentes nada, a menos que sea pecado para ti, no le descubras.
9Porque te escucharía y se guardaría de ti, y en la ocasión propicia te detestaría.
10¿Has oído algo? ¡Quede muerto en ti! ¡Animo, no reventarás!
11Por una palabra oída ya está el necio en dolores, como por el hijo la mujer que da a luz.
12Una flecha clavada en el muslo, tal es la palabra en las entrañas del necio.
13Interoga a tu amigo: quizá no haya hecho nada, y si acaso lo ha hecho, para que no reincida.
14Interroga a tu prójimo: quizá no ha dicho nada, y si acaso lo ha dicho, para que no repita.
15Interroga a tu amigo: que hay calumnia a menudo, no creas todo lo que se dice.
16A veces se resbala uno sin querer, y ¿quién no ha pecado con su lengua?
17Interroga a tu prójimo antes de amenazarle, y obedece a la ley del Altísimo.
20Toda sabiduría es temor del Señor, y en toda sabiduría se practica la ley.
22Mas no es sabiduría el conocimiento del mal, no está en el consejo de los pecadores la prudencia.
23Hay un saberlo todo que es abominación, es estúpido el que carece de sabiduría.
24Más vale ser vacío de inteligencia y lleno de temor, que desbordar prudencia y traspasar la ley.
25Hay un saberlo todo que sirve a la injusticia, que para mantener el derecho usa de argucias.
26Hay malhechor que anda encorvado por el tedio, mas su interior está lleno de dolo:
27tapándose la cara, haciéndose el sordo, mientras no es reconocido te tomará la delantera.
28Si por su escasa fuerza no se atreve a pecar, en cuanto encuentre ocasión, se dará a hacer el mal.
29Por la mirada se reconoce al hombre, por el aspecto del rostro se reconoce al pensador.
30El atuendo del hombre, la risa de sus dientes, su caminar revelan lo que es.
 
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Eclesiástico  20
1Hay reprensión intempestiva, y hay silencioso de verdad sensato.
2¡Cuánto mejor reprender que estar airado!
3El que se acusa de su falta evita la pena.
4Como pasión de eunuco por desflorar a una moza, así el que ejecuta la justicia con violencia.
5Hay silencioso tenido por sabio, y quien se hace odioso por su verborrea.
6Hay quien se calla por no tener respuesta, y quien se calla porque sabe su hora.
7El sabio guarda silencio hasta su hora, mas el fanfarrón e insensato adelanta el momento.
8El desmedido en palabras se hace abominable, y el que pretende imponerse se hace odioso.
9Hay quien encuentra fortuna en la desgracia, y hay suerte que acaba en postración.
10Hay dádiva que no te da provecho, y dádiva que recibe el doble.
11Hay postración causada por la gloria, y hay quien, desde la humillación, levanta la cabeza.
12Hay quien compra mucho con poco dinero, pero luego lo paga siete veces más caro.
13Por sus palabras se hace amable el sabio, mas los favores de los necios se malgastan.
14El don del insensato no te sirve de nada, porque sus ojos no son uno, son muchos;
15da poco y echa en cara mucho, y abre su boca como un pregonero; presta hoy y mañana reclama, es un hombre detestable este sujeto.
16Dice el necio: «No tengo ni un amigo, no hay gratitud para mis beneficios;
17los que comen mi pan tienen lengua insolente.» ¡Cuántos con frecuencia se ríen de él!
18Mejor es resbalar en empredado que resbalar con la lengua, así la caída de los malos llega de repente.
19Hombre sin gracia es cuento inoportuno por boca de ignorantes repetido.
20De boca de necio no se acepta el proverbio, pues jamás lo dice a su hora.
21Hay quien no puede pecar por indigencia: en su reposo no tendrá remordimiento.
22Hay quien se pierde a sí mismo por vergüenza, por respeto a un insensato se pierde.
23Hay quien por timidez hace promesas a su amigo, y así, por nada se gana un enemigo.
24Gran baldón para un hombre la mentira en boca de ignorantes repetida.
25Es preferible un ladrón que el que persiste en la mentira, aunque ambos heredarán la perdición.
26El hábito de mentiroso es una deshonra, su vergüenza le acompaña sin cesar.
27Por sus palabras el sabio se hace grande, y el hombre sensato a los grandes agrada.
28El que cultiva la tierra llena hasta arriba su granero, el que agrada a los grandes expía la injusticia.
29Presentes y regalos ciegan los ojos de los sabios, como bozal en boca ahogan los reproches.
30Sabiduría escondida y tesoro invisible, ¿qué provecho hay en ambos?
31Más vale hombre que oculta su necedad, que hombre que oculta su sabiduría.

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Eclesiástico  21
1Hijo, ¿has pecado? No lo vuelvas a hacer, y pide perdón por tus pecados anteriores.
2Como de serpiente huye del pecado, porque, si te acercas, te morderá. Dientes de león son sus dientes, que quitan la vida a los hombres.
3Como espada de dos filos es toda iniquidad, para su herida no hay remedio.
4El terror y la violencia arrasan la riqueza, así quedará arrasada la casa del orgulloso.
5La oración del pobre va de su boca a los oídos de Dios, y el juicio divino no se deja esperar.
6El que odia la reprensión sigue las huellas del pecador, el que teme al Señor se convierte en su corazón.
7De lejos se conoce al charlatán, y el hombre reflexivo le adivina los deslices.
8Quien edifica su casa con dinero ajeno es como el que amontona piedras para su tumba.
9Estopa hacinada es la reunión de los sin ley, su meta es la llama de fuego.
10El camino de los pecadores está bien enlosado, pero a su término está la fosa del seol.
11El que guarda la Ley controla sus ideas, la meta del temor del Señor es la sabiduría.
12No alcanzará doctrina quien no es habilidoso, pero no hay habilidades que llenan de amargura.
13La ciencia del sabio crecerá como una inundación, y su consejo será fuente de vida.
14El interior del necio es como un vaso roto, que no retiene ningún conocimiento.
15Si un hombre de saber oye palabra sabia, la elogia y otra suya añade. Si la oye el libertino, le desagrada y la echa detrás de sus espaldas.
16El relato del necio es como fardo en el camino, mas en los labios del inteligente se halla gracia.
17La boca del sensato es buscada en la asamblea, sus palabras se meditan de corazón.
18Como casa en ruinas, así la sabiduría del necio, el conocimiento del tonto, palabras incoherentes.
19Cadenas en los pies, es la educación para el mentecato, como esposas en su mano derecha.
20El necio, cuando ríe, lo hace a carcajadas, mas el hombre sensato apenas si sonríe.
21Adorno de oro es la educación para el sensato, como un brazalete en su brazo derecho.
22El pie del necio entra rápido en la casa, el hombre experimentado se presenta con modestia.
23Desde la puerta el insensato fisga el interior, el hombre bien educado queda afuera.
24Es falta de educación escuchar a la puerta, tal descortesía indigna al sensato.
25Los labios de los habladores repiten las palabras ajenas, mas las palabras de los prudentes se pesan en balanza.
26En la boca de los necios está su corazón, pero el corazón de los sabios es su boca.
27Cuando el impío maldice a Satanás, a sí mismo se maldice.
28El murmurador mancha su propia alma, y es detestado por el vecindario.

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Eclesiástico  22
1A una piedra sucia se parece el perezoso, todo el mundo silba sobre su deshonra.
2Bola de excrementos es el perezoso, que todo el que la toca se sacude la mano.
3Es vergüenza de un padre tener un hijo ineducado, pero la hija le nace ya para su confusión.
4Para la hija prudente la herencia es su marido, la desvergonzada es la tristeza de su progenitor.
5La hija insolente es la vergüenza del padre y del marido, y por los dos es despreciada.
6Música en duelo es un relato inoportuno, azotes y corrección son siempre sabiduría.
9Como pegar cascotes es enseñar al necio, o despertar al que duerme con sueño pesado.
10Conversar con el necio es conversar con un dormido; al acabar dirá: «¿Qué estás diciendo?»
11Llora al muerto, pues la luz le abandonó, llora también al necio, porque dejó la inteligencia. Llora más suavemente al muerto, porque ya reposa, que la vida del necio es peor que la muerte.
12El duelo por un muerto dura siete días, por el necio y el impío, todos los días de su vida.
13Con el insensato no multipliques las palabras, con el tonto no vayas de camino; guárdate de él para evitar el aburrimiento, y para que su contacto no te manche. Apártate de él y encontrarás descanso, y no te enervarán sus arrebatos.
14¿Qué hay más pesado que el plomo? ¿qué nombre dar a esto sino «necio»?
15Arena, sal, o una bola de hierro son más fáciles de llevar que el hombre tonto.
16El maderamen bien trabado de una casa ni por un terremoto es dislocado; así un corazón firme por reflexión madura, llegado el momento no se achica.
17Corazón apoyado en reflexión prudente es como revoque de arena en pared raspada.
18Estacas plantadas en altura no resisten al viento; así el corazón del necio, falto de reflexión, ante un miedo cualquiera no resiste.
19Quien hiere el ojo hace correr las lágrimas, quien hiere el corazón descubre el sentimiento.
20Quien tira una piedra a un pájaro, lo ahuyenta, quien afrenta al amigo, rompe la amistad.
21Si has sacado la espada contra tu amigo, no desesperes, que aún puede volver;
22si contra tu amigo has abierto la boca, no te inquietes, que aún cabe reconciliación, salvo caso de ultraje, altanería, revelación de    secreto, golpe traidor, que ante esto se marcha todo amigo.
23Gana la confianza de tu prójimo en la pobreza, para que, en su prosperidad, con él te satisfagas; en tiempo de tribulación permanece con él, para que cuando herede con él lo compartas.
24Antes del fuego sale vapor del horno y humo, así las injurias preceden a la sangre.
25No me avergonzaré yo de proteger a un amigo, de su presencia no me esconderé;
26y si por su causa me ocurre algún mal, todo el que lo oiga se guardará de él.
27¿Quién pondrá guardia a mi boca, y a mis labios sello de prudencia, para que no venga a caer por su culpa, y que mi lengua no me pierda?

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Eclesiástico  23
1Oh Señor, padre y dueño de mi vida, no me abandones al capricho de mis labios, no permitas que por ellos caiga.
2¿Quién aplicará el látigo a mis pensamientos, y a mi corazón la disciplina de la sabiduría, para que no se perdonen mis errores, ni pasen por alto mis pecados?
3No sea que mis yerros aumenten, y que abunden mis pecados, que caiga yo ante mis adversarios, y de mí se ría mi enemigo.
4Señor, padre y Dios de mi vida, no me des altanería de ojos,
5aparta de mí la pasión.
6Que el apetito sensual y la lujuria no se apoderen de mí, no me entregues al deseo impúdico.
7La instrucción de mi boca escuchad, hijos, el que la guarda no caerá en el lazo.
8Por sus labios es atrapado el pecador, el maldiciente, el altanero, caen por ellos.
9Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al Santo.
10Porque, igual que un criado vigilado de continuo no quedará libre de golpes, así el que jura y toma el Nombre a todas horas no se verá limpio de pecado.
11Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de su casa el látigo. Si se descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el juramento, doble es su pecado; y si jura en falso, no será justificado, que su casa se llenará de adversidades.
12Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la heredad de Jacob! Pues los piadosos rechazan todo esto, y en los pecados no se revuelcan.
13A la baja grosería no habitúes tu boca, porque hay en ella palabra de pecado.
14Acuérdate de tu padre y de tu madre, cuanto te sientes en medio de los grandes, no sea que te olvides ante ellos, como un necio te conduzcas, y llegues a desear no haber nacido y a maldecir el día de tu nacimiento.
15El hombre habituado a palabras ultrajantes no se corregirá en toda su existencia.
16Dos clases de gente multiplican los pecados, y la tercera atrae la ira:
17El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase; para el hombre impúdico todo pan es dulce, no descansará hasta haber muerto.
18El hombre que su propio lecho viola y que dice para sí: «¿Quién me ve?; la oscuridad me envuelve, las paredes me encubren, nadie me ve, ¿qué he de temer?; el Altísimo no se acordará de mis pecados»,
19lo que teme son los ojos de los hombres; no sabe que los ojos del Señor son diez mil veces más brillantes que el sol, que observan todos los caminos de los hombres y penetran los rincones más ocultos.
20Antes de ser creadas, todas las cosas le eran conocidas, y todavía lo son después de acabadas.
21En las plazas de la ciudad será éste castigado, será apresado donde menos lo esperaba.
22Así también la mujer que ha sido infiel a su marido y le ha dado de otro un heredero.
23Primero, ha desobedecido a la ley del Altísimo, segundo, ha faltado a su marido, tercero, ha cometido adulterio y de otro hombre le ha dado hijos.
24Esta será llevada a la asamblea, y sobre sus hijos se hará investigación.
25Sus hijos no echarán raíces, sus ramas no darán frutos.
26Dejará un recuerdo que será maldito, y su oprobio no se borrará.
27Y reconocerán los que queden que nada vale más que el temor del Señor, nada más dulce que atender a los mandatos del Señor.

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Eclesiástico  24
1La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo, se gloría.
2En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante de su poder se gloría.
3«Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra.
4Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube.
5Sola recorrí la redondez del cielo, y por la hondura de los abismos paseé.
6Las ondas del mar, la tierra entera, todo pueblo y nación era mi dominio.
7Entre todas estas cosas buscaba reposo, una heredad en que instalarme.
8Entonces me dio orden el creador del universo, el que me creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel."
9Antes de los siglos, desde el principio, me creó, y por los siglos subsistiré.
10En la Tienda Santa, en su presencia, he ejercido el ministerio, así en Sión me he afirmado,
11en la ciudad amada me ha hecho él reposar , y en Jerusalén se halla mi poder.
12He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.
13Como cedro me he elevado en el Líbano, como ciprés en el monte del Hermón.
14Como palmera me he elevado en Engadí, como plantel de rosas en Jericó, como gallardo olivo en la llanura, como plátano me he elevado.
15Cual cinamomo y aspálato aromático he dado fragancia, cual mirra exquisita he dado buen olor, como gálbano y ónice y estacte, como nube de incienso en la Tienda.
16Cual terebinto he alargado mis ramas, y mis ramas son ramas de gloria y de gracia.
17Como la vid he hecho germinar la gracia, y mis flores son frutos de gloria y riqueza.
19Venid a mí los que me deseáis, y hartaos de mis productos.
20Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más dulce que panal de miel.
21Los que me comen quedan aún con hambre de mí, los que me beben sienten todavía sed.
22Quien me obedece a mí, no queda avergonzado, los que en mí se ejercitan, no llegan a pecar.»
23Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob;
25la que inunda de sabiduría como el Pisón, como el Tigris en días de frutos nuevos;
26la que desborda inteligencia como el Eufrates, como el Jordán en días de cosecha;
27la que rebosa doctrina como el Nilo, como el Guijón en días de vendimia.
28El primero no ha acabado aún de conocerla, como tampoco el último la ha descubierto aún.
29Porque es más vasto que el mar su pensamiento, y su consejo más que el gran abismo.
30Y yo, como canal derivado de un río, como caz que al paraíso sale,
31y dije: «Voy a regar mi huerto, a empapar mi tablar.» Y que aquí que mi canal se ha convertido en río, y mi río se ha hecho un mar.
32Aún haré lucir como la aurora la instrucción, lo más lejos posible la daré a conocer.
33Aún derramaré la enseñanza como profecía, la dejaré por generaciones de siglos.
34Ved que no sólo para mí me he fatigado, sino para todos aquellos que la buscan.

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Eclesiástico  25
1La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo, se gloría.
2En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante de su poder se gloría.
3«Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra.
4Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube.
5Sola recorrí la redondez del cielo, y por la hondura de los abismos paseé.
6Las ondas del mar, la tierra entera, todo pueblo y nación era mi dominio.
7Entre todas estas cosas buscaba reposo, una heredad en que instalarme.
8Entonces me dio orden el creador del universo, el que me creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel."
9Antes de los siglos, desde el principio, me creó, y por los siglos subsistiré.
10En la Tienda Santa, en su presencia, he ejercido el ministerio, así en Sión me he afirmado,
11en la ciudad amada me ha hecho él reposar , y en Jerusalén se halla mi poder.
12He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.
13Como cedro me he elevado en el Líbano, como ciprés en el monte del Hermón.
14Como palmera me he elevado en Engadí, como plantel de rosas en Jericó, como gallardo olivo en la llanura, como plátano me he elevado.
15Cual cinamomo y aspálato aromático he dado fragancia, cual mirra exquisita he dado buen olor, como gálbano y ónice y estacte, como nube de incienso en la Tienda.
16Cual terebinto he alargado mis ramas, y mis ramas son ramas de gloria y de gracia.
17Como la vid he hecho germinar la gracia, y mis flores son frutos de gloria y riqueza.
19Venid a mí los que me deseáis, y hartaos de mis productos.
20Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más dulce que panal de miel.
21Los que me comen quedan aún con hambre de mí, los que me beben sienten todavía sed.
22Quien me obedece a mí, no queda avergonzado, los que en mí se ejercitan, no llegan a pecar.»
23Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob;
25la que inunda de sabiduría como el Pisón, como el Tigris en días de frutos nuevos;
26la que desborda inteligencia como el Eufrates, como el Jordán en días de cosecha;
27la que rebosa doctrina como el Nilo, como el Guijón en días de vendimia.
28El primero no ha acabado aún de conocerla, como tampoco el último la ha descubierto aún.
29Porque es más vasto que el mar su pensamiento, y su consejo más que el gran abismo.
30Y yo, como canal derivado de un río, como caz que al paraíso sale,
31y dije: «Voy a regar mi huerto, a empapar mi tablar.» Y que aquí que mi canal se ha convertido en río, y mi río se ha hecho un mar.
32Aún haré lucir como la aurora la instrucción, lo más lejos posible la daré a conocer.
33Aún derramaré la enseñanza como profecía, la dejaré por generaciones de siglos.
34Ved que no sólo para mí me he fatigado, sino para todos aquellos que la buscan.

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Eclesiástico  26
1Feliz el marido de mujer buena, el número de sus días se duplicará.
2Mujer varonil da contento a su marido, que acaba en paz la suma de sus años.
3Mujer buena es buena herencia, asignada a los que temen al Señor:
4sea rico o pobre, su corazón es feliz, en todo tiempo alegre su semblante.
5Tres cosas hay que teme mi corazón, y una cuarta me espanta: desunión de ciudad, motín de plebe, y falsa acusación: todo ello más penoso que la muerte;   
6pero dolor de corazón y duelo es una mujer celosa de otra, látigo de lengua que con todos se enzarza.
7Yugo mal sujeto es la mujer mala, tratar de dominarla es como agarrar un escorpión.
8Blanco de gran ira es la mujer bebedora, no podrá ocultar su ignominia.
9La lujuria de la mujer se ve en la procacidad de sus ojos, en sus párpados se reconoce.
10Sobre hija desenvuelta refuerza la guardia, no sea que, si ve descuido, se aproveche.
11Guárdate de ir tras ojos descarados, no te extrañes si te llevan al mal.
12Cual caminante sediento abre ella la boca, y de toda agua que se topa bebe; ante toda clavija de tienda, impúdica, se sienta, y a toda flecha abre su aljaba.
13La gracia de la mujer recrea a su marido, y su ciencia reconforta sus huesos.
14Un don del Señor la mujer silenciosa, no tiene precio la bien educada.
15Gracia de gracias la mujer pudorosa, no hay medida para pesar a la dueña de sí misma.
16Sol que sale por las alturas del Señor es la belleza de la mujer buena en una casa en orden.
17Lámpara que brilla en sagrado candelero es la hermosura de un rostro sobre un cuerpo esbelto.
18Columnas de oro sobre basas de plata, las bellas pierras sobre talones firmes.
28Dos cosas entristecen mi corazón y la tercera me produce mal humor: el guerrero que desfallece de indigencia, los inteligentes cuando son menospreciados, y el que de la justicia al pecado reincide: el Señor le destina a la espada.
29Difícilmente se libra de falta el negociante, el comerciante no quedará limpio de pecado.
 
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Eclesiástico  27
1Por amor a la ganancia han pecado muchos, el que trata de enriquecerse desvía la mirada.
2Entre dos piedras juntas se planta una estaca, y entre venta y compra se introduce el pecado.
3Quien no se aferra enseguida al temor del Señor, pronto verá derruida su casa.
4Cuando la criba se sacude, quedan los desechos; así en su reflexión se ven las vilezas del hombre.
5El horno prueba las vasijas de alfarero, la prueba del hombre está en su razonamiento.
6El fruto manifiesta el cultivo del árbol; así la palabra, el del pensamiento del corazón humano.   
7Antes que se pronuncie no elogies a nadie, que esa es la prueba de los hombres.
8Si persigues la justicia, la alcanzarás, y la revestirás como túnica de gloria.
9Los pájaros van a posarse donde sus semejantes, la verdad vuelve a quienes la practican.
10El león acecha a su presa, así el pecado a los que practican la injusticia.
11La conversación del piadoso es siempre sabiduría, mas el insensato cambia como la luna. 
12En medio de imbéciles aguarda tu momento,  entre los que piensan demórate.
13La conversación de los necios es algo irritante, su risa estalla en la molicie del pecado.
14El hablar del jurador eriza los cabellos, ante sus disputas se tapan los oídos.
15Disputa de orgullosos trae efusión de sangre, sus injurias son penosas de oír.
16Quien revela los secretos, pierde el crédito, no encontrará jamás amigo íntimo.
17Ama a tu amigo y confíate a él, mas si revelas sus secretos, deja de ir tras él;
18porque como el que mata elimina a su víctima, así has destruido la amistad de tu compañero.
19Como a pájaro que soltaste de tu mano, así has perdido a tu compañero y no lo recobrarás.
20No vayas en su busca, porque se fue lejos, huyó como gacela de la red.
21Que la herida puede ser vendada, y para la injuria hay reconciliación, pero el que reveló el secreto, perdió toda esperanza.
22Quien guiña el ojo, anda urdiendo el mal, nadie podrá apartarle de él.
23Ante tus ojos pone dulce su boca, y por tus palabras muestra admiración; mas después cambia de lenguaje, y con tus palabras anda dando escándalo.
24Muchas cosas detesto, mas nada como a éste, y también el Señor le detesta.
25Quien tira una piedra al aire, sobre su propia cabeza la tira,el golpe a traición devuelve heridas.
26Quien cava una fosa, caerá en ella, quien tiende una red, en ella quedará preso.
27Quien hace el mal, lo verá caer sobre sí sin saber de dónde le viene.
28Escarnio y ultraje son cosa de orgulloso, mas la venganza como león le acecha.
29Caerán en la red los que se alegran de la caída de los piadosos, el dolor los consumirá antes de su muerte.
30Rencor e ira son también abominables, esa es la propiedad del pecador.

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Eclesiástico  28
1El que se venga, sufrirá venganza del Señor, que cuenta exacta llevará de sus pecados.
2Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus    pecados.
3Hombre que a hombre guarda ira, ¿cómo del Señor espera curación?
4De un hombre como él piedad no tiene, ¡y pide perdón por sus propios pecados!
5El, que sólo es carne, guarda rencor, ¿quién obtendrá el perdón de sus pecados?
6Acuérdate de las postrimerías, y deja ya de odiar, recuerda la corrupción y la muerte, y sé fiel a los    mandamientos.
7Recuerda los mandamientos, y no tengas rencor a tu prójimo, recuerda la alianza del Altísimo, y pasa por alto la    ofensa.
8Absténte de disputas y evitarás el pecado, porque el apasionado atiza las disputas.
9El pecador enzarza a los amigos, entre los que están en paz siembra discordia.
10Según sea la leña, así arde el fuego, según su violencia, arde la disputa; según la fuerza del hombre es su furor y conforme a su riqueza sube su ira.
11Riña súbita prende fuego, disputa precipitada vierte sangre.
12Si soplas una chispa, prenderá, si la escupes, se apagará, y ambas cosas salen de tu boca.
13Al soplón de lengua doble, maldícele, que ha perdido a muchos que vivían en paz.
14A muchos sacudió la lengua triple, los dispersó de nación en nación; arrasó ciudades fuertes y derruyó casas de magnates.
15La lengua triple repudió a mujeres varoniles, las privó del fruto de sus trabajos.
16El que la atiende no encontrará reposo, ni plantará su tienda en paz.
17El golpe del látigo produce cardenales, el golpe de la lengua quebranta los huesos.
18Muchos han caído a filo de espada, mas no tantos como los caídos por la lengua.
19Feliz el que de ella se resguarda, el que no pasa a través de su furor, el que su yugo no ha cargado, ni ha sido atado con sus coyundas.
20Porque su yugo es yugo de hierro, y coyundas de bronce sus coyundas.
21Muerte funesta la muerte que ella da, ¡el seol es preferible a ella!
22Mas no tiene poder sobre los piadosos, en su llama no se quemarán.
23Los que abandonan al Señor caerán en ella, en ellos arderá y no se apagará. Como un león se lanzará contra ellos, como una pantera los desgarrará.
24Mira, cerca tu hacienda con espinos, encierra bien tu plata y tu oro.
25A tus palabras pon balanza y peso, a tu boca pon puerta y cerrojo.
26Guárdate bien de resbalar por ella, no sea que caigas ante el que te acecha.

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Eclesiástico  29
1Quien hace misericordia, presta al prójimo, quien le apoya con su mano, guarda los mandamientos.
2Presta a tu prójimo cuando se halle en necesidad, y por tu parte restituye a tiempo al prójimo.
3Mantén tu palabra y ten confianza en él, y en toda ocasión encontrarás lo que necesitas.
4Muchos consideran el préstamo como una ganga, y a los que les han socorrido causan sinsabores.
5Hasta que no recibe, besa las manos de su prójimo, y ante su dinero humilla la voz; pero al tiempo de la restitución da largas, responde con palabras negligentes y echa la culpa a las circustancias.
6Si puede, el otro recibirá apenas la mitad, y aun lo tendrá como una ganga. Si no, se quedará sin su dinero, y se habrá ganado sin necesidad un enemigo, que le devolverá maldiciones e injurias y le dará, en vez de gloria, vilipendio.
7Muchos, sin malicia, vuelven las espaldas, pues temen ser despojados sin necesidad.
8Pero con el humilde muéstrate paciente, y a tu limosna no des largas.
9En atención al mandamiento, acoge al indigente, según su necesidad no le despidas vacío.
10Gasta dinero por el hermano y el amigo, que no se te enroñe bajo la piedra y lo pierdas.
11Coloca tu tesoro según los mandamientos del Altísimo, y te dará provecho más que el oro.
12Encierra la limosna en tus graneros, ella te preservará de todo mal.
13Mejor que recio escudo y que pesada lanza frente al enemigo combatirá por ti.
14El hombre bueno sale fiador de su prójimo, el que ha perdido la vergüenza, lo deja abandonado.
15No olvides los favores de tu fiador, pues él se ha expuesto por ti.
16El pecador dilapida los bienes de su fiador, el ingrato abandona en su corazón al que le ha    salvado.
17La fianza perdió a muchos que iban bien, los sacudió como ola del mar.
18Echó de su patria a hombres poderosos, que anduvieron errando por naciones extrañas.
19Pecador que se presta a la fianza buscando especular, incurre en juicio.
20Acoge al prójimo según tus recursos, y cuida de no caer tú mismo.
21Lo primero para vivir es agua, pan, vestido, y casa para abrigarse.
22Más vale vida de pobre bajo techo de tablas que comida suntuosa en casa de extraños.
23En lo poco y en lo mucho ten buena cara, y no escucharás reproches de tu huésped.
24Triste vida andar de casa en casa: donde te hospedes no podrás abrir la boca.
25Hospedarás y darás de beber a desagradecidos, y encima tendrás que oír cosas amargas:
26«Pasa, huésped, adereza la mesa, si tienes algo a mano, dame de comer.»
27- «Vete, huésped, cede el puesto a uno más digno, viene a hospedarse mi hermano, necesito la casa.»
28Duro es para un hombre de sentimiento tal desprecio de la casa, tal insulto propio para un deudor.

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Eclesiástico  30
1El que ama a su hijo, le azota sin cesar, para poderse alegrar en su futuro.
2El que enseña a su hijo, sacará provecho de él, entre sus conocidos de él se gloriará.
3El que instruye a su hijo, pondrá celoso a su enemigo, y ante sus amigos se sentirá gozoso.
4Murió su padre, y como si no hubiera muerto, pues dejó tras de sí un hombre igual que él.
5En su vida le mira con contento, y a su muerte no se siente triste.
6Contra sus enemigos deja un vengador, y para los amigos quien les pague sus favores.
7El que mima a su hijo, vendará sus heridas, a cada grito se le conmoverán sus entrañas.
8Caballo no domado, sale indócil, hijo consentido, sale libertino.
9Halaga a tu hijo, y te dará sorpresas juega con él, y te traerá pesares.
10No rías con él, para no llorar y acabar rechinando de dientes.
11No le des libertad en su juventud, y no pases por alto sus errores.
12Doblega su cerviz mientras es joven, tunde sus costillas cuando es niño, no sea que, volviéndose indócil, te desobedezca, y sufras por él amargura de alma.
13Enseña a tu hijo y trabaja en él, para que no tropieces por su desvergüenza.
14Vale más pobre sano y fuerte de constitución que rico lleno de achaques en su cuerpo.
15Salud y buena constitución valen más que todo el oro, cuerpo vigoroso más que inmensa fortuna.
16Ni hay riqueza mejor que la salud del cuerpo, ni contento mayor que la alegría del corazón.
17Mejor es la muerte que una vida amarga, el descanso eterno que enfermedad permanente.
18Manjares derramados sobre boca cerrada, eso son las ofrendas de alimentos puestas sobre una    tumba.
19¿De qué le sirve el sacrificio a un ídolo? ¡ni lo comerá ni lo olerá! Así aquel a quien persigue el Señor,
20que mira con sus ojos y gime. Escomo un eunuco que oprime a una virgen y gime.
21No entregues tu alma a la tristeza, ni te atormentes a ti mismo con tus cavilaciones.
22La alegría de corazón es la vida del hombre, el regocijo del varón, prolongación de sus días.
23Engaña tu alma y consuela tu corazón, echa lejos de ti la tristeza; que la tristeza perdió a muchos, y no hay en ella utilidad.
24Envidia y malhumor los días acortan, las preocupaciones traen la vejez antes de tiempo.
25Un corazón radiante viene bien en las comidas, se preocupa de lo que come.

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Eclesiástico  31
1El insomnio por la riqueza consume las carnes, las preocupaciones que trae ahuyentan el sueño.
2Las preocupaciones del día impiden dormir, la enfermedad grave quita el sueño.
3Se afana el rico por juntar riquezas, y cuando descansa, se hastía de sus placeres.
4Se afana el pobre por falta de sustento, y cuando descansa, se acaba en la indigencia.
5El que ama el oro no se verá justificado, el que anda tras el lucro se extraviará en él.
6Muchos se arruinaron por causa del oro, su perdición la tenían delante.
7Es leño de tropiezo para los que le ofrecen sacrificios, y todo insensato queda preso en él.
8Feliz el rico que fue hallado intachable, que tras el oro no se fue.
9¿Quién es, y le felicitaremos?, pues obró maravillas en su pueblo.
10¿Quién sufrió esta prueba y fue hallado perfecto? será para él motivo de gloria. ¿Quién pudo prevaricar y no prevaricó, hacer mal y no lo hizo?
11Sus bienes se consolidarán, y la asamblea hablará de sus bondades.
12¿En mesa suntuosa te has sentado?, no abras hacia ella tus fauces, no digas: «¡Qué de cosas hay aquí!»
13Recuerda que es cosa mala tener un ojo ávido, ¿qué ha sido creado peor que el ojo? por eso, por cualquier cosa llora.
14Donde mire tu huésped no extiendas tú la mano, y no te eches sobre el plato al tiempo que él.
15Juzga al prójimo como a ti mismo, y en todo asunto actúa con reflexión.
16Come como hombre bien educado lo que tienes delante, no te muestres glotón, para no hacerte odioso.
17Termina el primero por educación, no seas insaciable, y no tendrás tropiezo.
18Si en medio de muchos te has sentado a la mesa, no alargues tu mano antes que ellos.
19¡Qué poco le basta a un hombre bien educado!, y luego en el lecho no resuella.
20A vientre moderado, sueño saludable, se levanta temprano y es dueño de sí. Insomnio, vómitos y cólicos le esperan al hombre insaciable.
21Si te viste obligado a comer demasiado, levántate, vomítalo lejos, y quedarás tranquilo.
22Oyeme, hijo, y no me desprecies, al fin comprenderás mis palabras. En todo lo que hagas sé moderado, y no te vendrá enfermedad alguna.
23Al espléndido en las comidas le bendicen los labios, el testimonio de su munificencia es firme.
24Al mezquino en la comida le murmura la ciudad, el testimonio de su mezquindad es minucioso.
25Con el vino no te hagas el valiente, porque a muchos ha perdido el vino.
26El horno prueba el temple del acero, así el vino a los corazones en disputa de orgullosos.
27Como la vida es el vino para el hombre, si lo bebes con medida. ¿Qué es la vida a quien le falta el vino, que ha sido creado para contento de los hombres?
28Regocijo del corazón y contento del alma es el vino bebido a tiempo y con medida.
29Amargura del alma, el vino bebido con exceso por provocación o desafío.
30La embriaguez acrecienta el furor del insensato hasta su caída, disminuye la fuerza y provoca las heridas.
31En banquete no reproches a tu prójimo, no le desprecies cuando está contento, palabra injuriosa no le digas ni le molestes reclamándole dinero.
 
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Eclesiástico  32
1¿Te han nombrado presidente? No te engrías, sé entre los demás como uno de ellos; atiéndeles, y después te sientas.
2Cuando hayas cumplido todo tu menester, tomo asiento, para que con ellos te alegres, y por tu acierto recibas la corona.
3Habla, anciano, que te está bien, pero con discreción y sin estorbar la música.
4Durante la audición, no derrames locuacidad, no te hagas el sabio a destiempo.
5Sello de carbunclo en alhaja de oro, así es un concierto musical de un banquete.
6Sello de esmeralda en montura de oro, así es una melodía entre vino delicioso.
7Habla, joven, si te es necesario, dos veces a lo sumo, si se te pregunta.
8Resume tu discurso, di mucho en poco, sé como quien sabe y al mismo tiempo calla.
9Entre grandes no te iguales a ellos, si otro habla, no te excedas en hablar.
10Al trueno se adelanta el relámpago, así al modesto le antecede la gracia.
11Llegada la hora levántate, no te rezagues, ve corriendo a casa, no te hagas el remolón.
12Allí, diviértete y haz lo que te plazca, mas no peques con palabras insolentes.
13Y por todo esto bendice a tu Hacedor, que te colma de sus bienes.
14El que teme al Señor acepta la instrucción, los que madrugan encuentran su favor.
15El que busca la ley se llena de ella, al hipócrita le sirve de tropiezo.
16Los que temen al Señor son justificados, hacen brillar sus buenas acciones como luz.
17El pecador rehúye la reprensión, según su voluntad encuentra excusa.
18El varón de consejo no descuida la reflexión, el extraño y el orgulloso no se encogen de miedo.
19Sin consejo no hagas nada, y no te arrepentirás de tus acciones.
20Por caminos escabrosos no vayas, y no tropezarás en piedras.
21No te confies en camino inexplorado,
22y de tus hijos guárdate.
23En todos tus actos vela sobre ti, que esto es también guardar los mandamientos.
24El que tiene confianza en la ley atiende a los mandamientos, y el que pone su confianza en el Señor no sufre daño.

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Eclesiástico  33
1Al que teme al Señor ningún mal le sucede, aunque sufra una prueba, se verá librado.
2El varón sabio no aborrece la ley, mas el que finge observarla es como nave en borrasca.
3El hombre inteligente pone su confianza en la ley, la ley es para él digna de fe como un oráculo.
4Prepara tu discurso, y serás así escuchado, concentra tu saber y responde.
5Rueda de carro son las entrañas del necio, como eje que da vueltas, su razonamiento.
6Caballo de remonta, así el amigo burlón, bajo todo el que lo monta relincha.
7¿Por qué un día es superior a otro, si toda la luz de cada día del año viene del sol?
8En la mente del Señor fueron diferenciados, él hizo distintas estaciones y fiestas.
9A unos los ensalzó y santificó, a otros los hizo días ordinarios.
10Así todos los hombres vienen del suelo, de la tierra fue creado Adán.
11Con su gran sabiduría los diferenció el Señor, e hizo distintos sus caminos.
12A unos los bendijo y ensalzó, los santificó y los puso junto a sí; a otros los maldijo y humilló y los derribó de su puesto.
13Como la arcilla del alfarero está en su mano, - y todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor, que a cada uno da según su juicio.
14Frente al mal está el bien, frente a la muerte, la vida. Así frente al piadoso, el pecador.
15Fíjate, pues, en todas las obras del Altísimo, dos a dos, una frente a otra.
16También yo, el último, me he desvelado, como quien racima tras de los viñadores.
17Por la bendición del Señor me he adelantado, y como viñador he llenado el lagar.
18Mirad que no para mí solo me he afanado, sino para todos los que buscan la instrucción.
19Escuchadme, grandes del pueblo, jefes de la asamblea, prestad oído.
20A hijo y mujer, a hermano y amigo no des poder sobre ti en vida tuya. No des a otros tus riquezas, no sea que, arrepentido, tengas que suplicar por ellas.
21Mientras vivas y haya aliento en ti, no te enajenes a ti mismo a nadie.
22Pues es mejor que tus hijos te pidan, que no que tengas que mirar a los manos de tus hijos.
23En todas tus obras muéstrate con dominio, no pongas mancha en tu gloria.
24Cuando se acaben los días de tu vida, a la hora de la muerte, reparte tu herencia.
25Al asno, forraje, palo y carga, al criado, pan, instrucción y trabajo.
26Haz trabajar al siervo, y encontrarás descanso, deja libres sus manos, y buscará la libertad.
27Yugo y riendas doblegan la cerviz, al mal criado torturas e inquisiciones.
28Mándale trabajar para que no esté ocioso, que mucho mal enseñó la ociosidad.
29Ponle trabajo como le corresponde, si no obedece, carga sus pies de grillos.
30Pero no te sobrepases con nadie, no hagas nada sin equidad.
31Si tienes un criado, sea como tú, porque con sangre lo adquiriste.
32Si tienes un criado, trátale como hermano, porque has menester de él como de ti mismo.
33Si le maltratas, y levantándose, se escapa, ¿por qué camino irás a buscarle?

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Eclesiástico  34
1Las esperanzas vanas y engañosas son para el imbécil, los sueños dan alas a los insensatos.
2Tratar de asir una sombra o perseguir el viento es buscar apoyo en los sueños.
3Espejo y sueño son casas semejantes, frente a un rostro, una imagen de rostro.
4De los impuros, ¿qué pureza puede resultar? de la mentira, ¿qué verdad puede salir?
5Adivinaciones, augurios y sueños cosas vanas son, como fantasías de corazón de mujer en parto.
6A menos que te sean enviadas por el Altísimo en visita, no abras tu corazón a estas cosas.
7Que a muchos extraviaron los sueños, y cayeron los que en ellos esperaban.
8Sin dolo se ha de cumplir la Ley, y sabiduría en boca fiel es perfección.
9Hombre que ha corrido mundo sabe muchas cosas, el que tiene experiencia se expresa con inteligencia.
10Quien no ha pasado pruebas poco sabe, quien ha corrido mundo posee gran destreza.
11Muchas cosas he visto en el curso de mis viajes, más vasta que mis palabras es mi inteligencia.
12Bien de veces he estado en peligro de muerte, y me salvé gracias a todo esto.
13El espíritu de los que temen al Señor vivirá, porque su esperanza está puesta en aquel que los    salva.
14Quien teme al Señor de nada tiene miedo, y no se intimida, porque él es su esperanza.
15Feliz el alma del que teme al Señor: ¿en quién se sostiene? ¿cuál es su apoyo?
16Los ojos del Señor sobre quienes le aman, poderosa protección, probado apoyo, abrigo contra el viento abrasador, abrigo contra el    ardor del mediodía, guardia contra tropiezos, auxilio contra caídas,
17que levanta el alma, alumbra los ojos, da salud, vida y bendición.
18Sacrificar cosa injusta es hacer ofrenda rechazada, no logran complacencia los presentes de los sin ley.
19No se complace el Altísimo en ofrendas de impíos, ni por el cúmulo de víctimas perdona los pecados.
20Inmola a un hijo a los ojos de su padre quien ofrece víctima a costa de los bienes de los    humildes.
21Pan de indigentes es la vida de los pobres, quien se lo quita es un hombre sanguinario.
22Mata a su prójimo quien le arrebata su sustento, vierte sangre quien quita el jornal al jornalero.
23Uno edifica, el otro destruye, ¿qué ganan con ello más que fatigas?
24Uno bendice, el otro maldice, ¿a quién de los dos escuchará el amo?
25Quien se purifica del contacto de un muerto y le vuelve a tocar, ¿qué ha ganado con su baño de purificación?
26Así el hombre que ayuna por sus pecados y que vuelve otra vez a hacer lo mismo; su oración, ¿quién la escuchará? ¿de qué le ha servido el humillarse?

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Eclesiástico  35
1Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los mandamientos es hacer sacrificios de    comunión.
2Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer limosna es ofrecer sacrificios de alabanza.
3Apartarse del mal es complacer al Señor, sacrificio de expiación apartarse de la injusticia.
4No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues todo esto es lo que prescribe el mandamiento.
5La ofrenda del justo unge el altar, su buen olor sube ante el Altísimo.
6El sacrificio del justo es aceptado, su memorial no se olvidará.
7Con ojo generoso glorifica al Señor, y no escatimes las primicias de tus manos.
8En todos tus dones pon tu rostro alegre, con contento consagra los diezmos.
9Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con ojo generoso, con arreglo a tus medios.
10Porque el Señor sabe pagar, y te devolverá siete veces más.
11No trates de corromperle con presentes, porque no los acepta, no te apoyes en sacrificio injusto.
12Porque el Señor es juez, y no cuenta para él la gloria de nadie.
13No hace acepción de personas contra el pobre, y la plegaria del agraviado escucha.
14No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda, cuando derrama su lamento.
15Las lágrimas de la viuda, ¿no bajan por su mejilla, y su clamor contra el que las provocó?
16Quien sirve de buena gana, es aceptado, su plegaria sube hasta las nubes.
17La oración del humilde las nubes atraviesa, hasta que no llega a su término no se consuela él.
18Y no desiste hasta que vuelve los ojos el Altísimo, hace justicia a los justos y ejecuta el juicio.
19Y el Señor no se tardará, ni tendrá con éstos más paciencia,
20hasta no haber machacado los lomos de los sin entrañas, y haber tomado venganza de las naciones,
21haber extirpado el tropel de los soberbios, y quebrado el cetro de los injustos,
22hasta no haber pagado a cada cual según sus actos, las obras de los hombres según sus intenciones,
23haber hecho justicia a su pueblo, y haberles dado contento con su misericordia.
24Grata es la misericordia en tiempo de tribulación, como nubes de lluvia en tiempo de sequía.
 
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Eclesiástico  36
1Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las cosas, mira y siembra tu temor sobre todas las naciones.
2Alza tu mano contra las naciones extranjeras, para que reconozcan tu señorío.
3Como ante ellas te has mostrado santo con nosotros, así ante nosotros muéstrate grande con ellas.
4Que te reconozcan, como nosotros hemos reconocido que no hay Dios fuera de ti, Señor.
5Renueva las señales, repite tus maravillas, glorifica tu mano y tu brazo derecho.
6Despierta tu furor y derrama tu ira, extermina al adversario, aniquila al enemigo.
7Acelera la hora, recuerda el juramento, y que se publiquen tus grandezas.
8Que el fuego de la ira devore al que se escape, y los que hacen daño a tu pueblo hallen la perdición.
9Aplasta la cabeza de los jefes enemigos, que dicen: «Nadie más que nosotros.»
10Congrega todas las tribus de Jacob, dales su heredad como al principio.
11Ten piedad, Señor, del pueblo llamado con tu nombre, de Israel, a quien igualaste con el primogénito.
12Ten compasión de tu santa ciudad, de Jerusalén, lugar de tu reposo.
13Llena a Sión de tu alabanza, y de tu gloria tu santuario.
14Da testimonio a tus primeras criaturas, mantén las profecías dichas en tu nombre.
15Da su recompensa a los que te aguardan, y que tus profetas queden acreditados.
16Escucha, Señor, la súplica de tus siervos, según la bendición de Aarón sobre tu pueblo.
17Y todos los de la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno.
18Todo alimento traga el vientre, pero unos alimentos son mejores que otros.
19El paladar distingue por el gusto la carne de caza, así el corazón inteligente las palabras mentirosas.
20El corazón perverso da tristeza, pero el hombre de experiencia le da su merecido.
21A cualquier marido acepta la mujer, pero unas hijas son mejores que otras.
22La belleza de la mujer recrea la mirada, y el hombre la desea más que ninguna cosa.
23Si en su lengua hay ternura y mansedumbre, su marido ya no es como los demás hombres.
24El que adquiere una mujer, adquiere el comienzo de la fortuna,una ayuda semejante a él y columna de apoyo.
25Donde no hay valla, la propiedad es saqueada, donde no hay mujer, gime un hombre a la deriva.
26¿Quién se fiará del ladrón ágil que salta de ciudad en ciudad?
27Así tampoco del hombre que no tiene nido y que se alberga donde la noche le sorprende.

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Eclesiástico  37
1Todo amigo dice: «También yo soy tu amigo», pero hay amigo que lo es sólo de nombre.
2¿No es para uno una mortal tristeza un compañero o amigo trocado en enemigo?
3¡Oh intención perversa! ¿de dónde saliste para cubrir la tierra de engaño?
4El compañero disfruta en el contento del amigo, pero al tiempo de tribulación se volverá contra él.
5El compañero compadece al amigo por interés, y cuando llega el combate embraza el escudo.
6No te olvides de tu amigo en tu alma, ni pierdas su recuerdo cuando seas rico.
7Todo consejero da consejos, pero hay quien aconseja en su interés.
8Del consejero guarda tu alma, conoce primero qué necesita - porque en su propio interés dará consejo -, no sea que eche sobre ti la suerte,
9y te diga: «Bueno es tu camino», quedándose enfrente para ver qué te sucede.
10No te aconsejes del que te mira con desprecio, y de los que te envidian oculta tu consejo;
11ni te aconsejes con mujer sobre su rival, con cobarde acerca la guerra, con negociante respecto del comercio, con comprador sobre la venta, con envidioso sobre la gratitud, con despiadado sobre la generosidad, con perezoso sobre cualquier trabajo, con temporero sobre el término de una obra, con siervo ocioso sobre un trabajo grande: no cuentes con éstos para ningún consejo.
12Sino recurre siempre a un hombre piadoso, de quien sabes bien que guarda los mandamientos, cuya alma es según tu alma, y que, si caes, sufrirá contigo.
13Y mantén firme el consejo de tu corazón, que nadie es para ti más fiel que él.
14Pues el alma del hombre puede a veces advertir más que siete vigías sentados en lo alto para vigilar.   
15Y por encima de todo esto suplica al Altísimo, para que enderece tu camino en la verdad.
16Principio de toda obra es la palabra, y antes de toda acción está el consejo.
17Raíz de los pensamientos es el corazón, de él salen cuatro ramas:
18bien y mal, vida y muerte, mas la que siempre los domina es la lengua.
19Hay hombre diestro que adoctrina a muchos, y para sí mismo es un inútil.
20Hay quien se hace el sabio en palabras y es aborrecido, y que acabará sin tener qué comer.
21Pues no se le dio la gracia que viene del Señor, porque estaba vacío de toda sabiduría.
22Hay quien para sí mismo es sabio, y los frutos de su inteligencia son, según él, dignos    de fe.
23El varón sabio enseña a su pueblo, y los frutos de su inteligencia son dignos de fe.
24El varón sabio es colmado de bendiciones, y le llaman feliz todos los que le ven.
25La vida del hombre tiene días contados, mas los días de Israel no tienen número.
26El sabio en su pueblo se gana la confianza, y su nombre vivirá por los siglos.
27Hijo, en tu vida prueba tu alma, ve lo que es malo para ella y no se los des.
28Pues no a todos les conviene todo, y no a todo el mundo le gusta lo mismo.
29No seas insaciable de todo placer, y no te abalances sobre la comida,
30porque en el exceso de alimento hay enfermedad, y la intemperancia acaba en cólicos.
31Por intemperancia han muerto muchos, pero el que se vigila prolongará su vida.

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Eclesiástico  38
1Da al médico, por sus servicios, los honores que merece, que también a él le creó el Señor.
2Pues del Altísimo viene la curación, como una dádiva que del rey se recibe.
3La ciencia del médico realza su cabeza, y ante los grandes es admirado.
4El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña.
5¿No fue el agua endulzada con un leño para que se conociera su virtud?
6El mismo dio a los hombres la ciencia para que se gloriaran en sus maravillas.
7Con ellas cura él y quita el sufrimiento, con ellas el farmacéutico hace mixturas.
8Así nunca se acaban sus obras, y de él viene la paz sobre la haz de la tierra.
9Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino ruega al Señor, que él te curará.
10Aparta las faltas, endereza tus manos, y de todo pecado purifica el corazón.
11Ofrece incienso y memorial de flor de harina, haz pingües ofrendas según tus medios.
12Recurre luego al médico, pues el Señor le creó también a él, que no se aparte de tu lado, pues de él has menester.
13Hay momentos en que en su mano está la solución,
14pues ellos también al Señor suplicarán que les ponga en buen camino hacia el alivio y hacia la curación para salvar tu vida.
15El que peca delante de su Hacedor ¡caiga en manos del médico!
16Hijo, por un muerto lágrimas derrama, como quien sufre cruelmente, entona la lamentación; según el ceremonial entierra su cadáver y no seas negligente con su sepultura.
17Llora amargamente, date fuertes golpes de pecho, haz el duelo según su dignidad, un día o dos, para evitar murmullos; después, consuélate de la tristeza.
18Porque de la tristeza sale la muerte, la tristeza del corazón enerva las fuerzas.
19En la adversidad permanece también la tristeza, una vida de miseria va contra el corazón.
20No des tu corazón a la tristeza, evítala acordándote del fin.
21No lo olvides: no hay retorno, a él no le aprovechará, y te harás daño a ti mismo.
22«Recuerda mi sentencia, que será también la tuya: a mí ayer, a ti te toca hoy.»
23Cuando un muerto reposa, deja en paz su memoria, consuélate de él, porque su espíritu ha partido.
24La sabiduría del escriba se adquiere en los ratos de sosiego, el que se libera de negocios se hará sabio.
25¿Cómo va a hacerse sabio el que empuña el arado, y se gloría de tener por lanza el aguijón, el que conduce bueyes, los arrea en sus trabajos y no sabe hablar más que de novillos?
26Aplica su corazón a abrir surcos, y sus vigilias a cebar terneras.
27De igual modo todo obrero o artesano, que trabaja día y noche; los que graban las efigies de los sellos, y su afán se centra en variar los detalles; ponen todo su corazón en igualar el modelo y gastan sus vigilias en rematar la obra.
28También el herrero sentado junto al yunque, atento a los trabajos del hierro; el vaho del fuego sus carnes derrite, en el calor de la fragua se debate, el ruido del martillo le ensordece, y en el modelo del objeto tiene fijos sus ojos; pone su corazón en concluir sus obras, y sus vigilias en adornarlas al detalle.
29De igual modo el alfarero sentado a su tarea y dando a la rueda con sus pies, preocupado sin cesar por su trabajo, toda su actividad concentrada en el número;
30con su brazo moldea la arcilla, con sus pies vence su resistencia; pone su corazón en acabar el barnizado, y gasta sus vigilias en limpiar el horno.
31Todos éstos ponen su confianza en sus manos, y cada uno se muestra sabio en su tarea.
32Sin ellos no se construiría ciudad alguna, ni se podría habitar ni circular por ella.
33Mas para el consejo del pueblo no se les busca, ni se les distingue en la asamblea. No se sientan en sitial de juez, ni meditan en la alianza del juicio.
34No demuestran instrucción ni juicio, ni se les encuentra entre los que dicen máximas. Pero aseguran la creación eterna, el objeto de su oración son los trabajos de su oficio.

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Eclesiástico  39
1No así el que aplica su alma a meditar la ley del Altísimo. La sabiduría de todos los antiguos rebusca, a los profecías consagra sus ocios,
2conserva los relatos de varones célebres, en los repliegues de las parábolas penetra,
3busca los secretos de los proverbios y en los enigmas de las parábolas insiste.
4En medio de los grandes ejerce su servicio, ante los jefes aparece; viaja por tierras extranjeras, adquiere experiencia de lo bueno y lo malo entre los    hombres.
5Aplica su corazón a ir bien de mañana donde el Señor su Hacedor; suplica ante el Altísimo, abre su boca en oración y por sus pecados suplica.
6Si el gran Señor lo quiere, del espíritu de inteligencia será lleno. El mismo derramará como lluvia las palabras de su    sabiduría, y en la oración dará gracias al Señor.
7Enderezará su consejo y su ciencia. y en sus misterios ocultos hará meditación.
8Mostrará la instrucción recibida, y en la ley de la alianza del Señor se gloriará.
9Muchos elogiarán su inteligencia, jamás será olvidada. No desaparecerá su recuerdo, su nombre vivirá de generación en generación.
10Su sabiduría comentarán las naciones, su elogio, lo publicará la asamblea.
11Mientras viva, su nombre dejará atrás a mil, y cuando descanse, él le bastará.
12Aún voy a hablar después de meditar, que estoy colmado como la luna llena.
13Escuchadme, hijos piadosos, y creced como rosa que brota junto a corrientes de agua.
14Como incienso derramad buen olor, abríos en flor como el lirio, exhalad perfume, cantad un cantar, bendecid al Señor por todas sus obras.
15Engrandeced su nombre, dadle gracias por su alabanza, con los cantares de vuestros labios y con cítaras, decid así en acción de gracias:
16¡Qué hermosas son todas las obras del Señor! todas sus órdenes se ejecutan a su hora. No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, que todo se ha de buscar a su tiempo.
17A su orden el agua se detiene en una masa, a la palabra de su boca se forman los depósitos de las    aguas.
18A una orden suya se hace todo lo que desea, y no hay quien pueda estorbar su salvación.
19Las obras de toda carne están delante de él, y nada puede ocultarse a sus ojos.
20Su mirada abarca de eternidad a eternidad, y nada hay admirable para él.
21No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, pues todo ha sido creado con un fin.
22Su bendición se ha desbordado como un río, como un diluvio ha inundado la tierra.
23De igual modo las naciones recibirán en herencia su ira, como cuando él cambió las aguas en salinas.
24Sus caminos rectos son para los santos, así como para los sin ley son piedras de tropiezo.
25Los bienes están desde el principio creados para los buenos, así como los males para los pecadores.
26De primera necesidad para la vida del hombre es el agua, el fuego, el hierro y la sal, la flor de harina de trigo, la leche y la miel, el jugo de uva, el aceite y el vestido.
27Todo esto son bienes para los piadosos, mas para los pecadores se truecan en males.
28Hay vientos creados para el castigo, en su furor ha endurecido él sus látigos; al tiempo de la consumación su fuerza expanden, y desahogan el furor del que los hizo.
29Fuego y granizo, hambre y muerte, para el castigo ha sido creado todo esto.
30Y dientes de fieras, escorpiones, víboras y espada vengadora para la perdición del impío.
31Todos hallan contento en hacer su mandato, en la tierra están prontos para su menester, y llegada la ocasión no traspasarán su orden.
32Por eso desde el principio me reafirmé, medité y he puesto por escrito:
33«Las obras del Señor son todas buenas, a su tiempo provee él a toda necesidad.
34No hay por qué decir: Esto es peor que aquello, porque todo a su tiempo es aprobado.
35Y ahora con todo el corazón y la boca cantad himnos y bendecid el nombre del Señor.»


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Eclesiástico  40
1Grandes trabajos han sido creados para todo hombre, un yugo pesado hay sobre los hijos de Adán, desde el día que salieron del vientre de su madre, hasta el día del retorno a la madre de todo.
2Sus reflexiones, el miedo de su corazón es la idea del futuro, el día de la muerte.
3Desde el que está sentado en un trono glorioso, hasta el que en tierra y ceniza está humillado,
4desde el que lleva púrpura y corona, hasta el que se cubre de tela grosera, sólo furor, envidia, turbación, inquietud, miedo a la muerte, resentimiento y discordia.
5A la hora del descanso en la cama, el sueño de la noche altera el conocimiento.
6Poco, casi nada, reposa, y ya en sueños, como en día de guardia, se ve turbado por las visiones de su corazón, como el que ha huído ante el combate.
7A la hora de su turno se despierta, sorprendido de su vano temor.
8Para toda carne, del hombre hasta la bestia, mas para los pecadores siete veces más:
9Muerte, sangre, discordia, espada, adversidades, hambre, tribulación, azote.
10Contra los sin ley fue creado todo esto, y por su culpa se produjo el diluvio.
11Todo cuanto de tierra viene, a tierra vuelve, y cuanto de agua, en el mar desemboca.
12Todo don e injusticia serán aventados, más la fidelidad subsistirá por siempre.
13Las riquezas de los injustos se esfumarán como un torrente, como un gran trueno que en tormenta estalla.
14Cuando él abre las manos, se contenta, así los transgresores desaparecerán por completo.
15Los vástagos de los impíos no tienen muchas ramas, las raíces impuras sólo hallan piedra áspera.
16Caña que brota en toda agua o borde de río será arrancada antes que toda hierba.
17La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna permanece para siempre.
18La vida del que se basta a sí mismo y del obrero es dulce, pero más que ambos el que encuentra un tesoro.
19Los hijos y la fundación de una ciudad perpetúan el nombre, pero más que ambas cosas es estimada la mujer    intachable.
20El vino y la música ponen contento el corazón, pero más que ambas cosas el amor a la sabiduría.
21La flauta y el salterio hacen el canto suave, pero más que ambas cosas la lengua dulce.
22Gracia y belleza el ojo anhela, pero más que ambas cosas el verdor del sembrado.
23Amigo y compañero se encuentran a su hora, pero más que ambos la mujer con el marido.
24Amigos y socorro para el tiempo de tribulación, pero más que ambos salva la limosna.
25Oro y plata hacen el paso firme, pero más que ambos se estima el consejo.
26La riqueza y la fuerza realzan el corazón, pero más que las dos, el temor del Señor. En el temor del Señor no existe mengua, con él no hay ya por qué buscar ayuda.
27El temor del Señor como un paraíso de bendición, protege él más que toda gloria.
28Hijo, no lleves una vida de mendicidad, que más vale morir que mendigar.
29Hombre que mira a la mesa de otro no merece el nombre de vida su existencia. Con comida ajena mancha su boca, pero el hombre instruido y educado de ello se    guardará.
30En la boca del descarado la mendicidad resulta dulce, pero en su vientre es un fuego que abrasa.

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Eclesiástico  41
1¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el hombre que vive en paz entre sus bienes, para el varón desocupado a quien en todo le va bien, y todavía con fuerzas para servirse el alimento!
2¡Oh muerte, buena es tu sentencia para el hombre necesitado y carente de fuerzas, para el viejo acabado, ahíto de cuidados, que se rebela y ha perdido la paciencia!
3No temas la sentencia de la muerte, recuerda tus comienzos y tu fin.
4Esta sentencia viene del Señor sobre toda carne, ¿por qué desaprobar el agrado del Altísimo? Ya se viva diez, cien, mil años, no se reprocha en el seol la vida.
5Hijos abominables son los hijos de los pecadores que viven en vecindad de impíos.
6La herencia de los hijos de los pecadores va a la ruina, con su linaje se perpetúa el oprobio.
7Al padre impío le reprochan sus hijos, porque por causa de él viven en oprobio.
8¡Ay de vosotros, impíos, que la ley del Altísimo habéis abandonado!
9Si nacéis, para la maldición nacéis, si morís, la maldición heredáis.
10Todo cuanto viene de tierra, a tierra volverá, así irán los impíos de la maldición a la ruina.
11El duelo de los hombres se dirige a sus cuerpos, pero el nombre de los pecadores, que no es bueno, se    borrará.
12Preocúpate de tu nombre, que eso te queda, más que mil grandes tesoros de oro.
13La vida buena tiene un límite de días, pero el buen nombre permanece para siempre.
14Conservad la instrucción en paz, hijos. Sabiduría escondida y tesoro invisible, ¿qué provecho hay en ambos?
15Más vale hombre que oculta su necedad, que hombre que oculta su sabiduría.
16Así pues, ruborizaos de lo que os voy a señalar, que no es bueno guardar toda vergüenza, ni todo es apreciato fielmente por todos.
17Ante un padre y una madre avergonzaos de la fornicación, de la mentira, ante el jefe y el poderoso;
18del extravío, ante juez y el magistrado, de la iniquidad, ante la asamblea y el pueblo;
19de la injusticia, ante el compañero y el amigo, del robo, ante el lugar en que resides;
20y ante la verdad de Dios y la alianza: de clavar los codos en los panes,
21de despreciar la recepción y el don, de callarse ante los que saludan,
22de mirar a mujer prostituta, de volver la cara a tu pariente,
23de quitar la parte y el don de otro, de clavar los ojos en mujer casada,
24de intimidades con la criada - ¡no te acerques a su lecho! -
25de palabras injuriosas ante los amigos - después de dar no hagas reproches -
26de repetir la palabra oída, de revelar las palabras secretas.
27Serás entonces de verdad un hombre ruboroso, y ante todo el mundo hallarás gracia.

INICIO

Eclesiástico  42
1Pero de lo que sigue no te avergüences, y no peques por tener acepción de personas:
2de la ley del Altísimo y de su alianza, del juicio que justifica a los impíos,
3de contar con compañero de viaje, de dar la herencia a compañeros,
4de la exactitud de balanzas y pesas, de obtener grandes y pequeñas ganancias,
5de provecho en la venta a comerciantes, de la copiosa instrucción de los hijos, de ensangrentar las costillas de un mal siervo.
6Con mujer mala es bueno usar el sello, y, donde hay muchas manos, echa la llave.
7Lo que entregues, hazlo con cuenta y medida, el haber y el debe, sea todo por escrito.
8No te avergüences de enseñar al tonto y al necio, y al viejo acabado juzgado como joven. Serás entonces de verdad educado, y estimado de todo viviente.
9Una hija es para el padre un secreto desvelo, aleja el sueño la inquietud por ella. En su juventud, miedo a que se le pase la edad, si está casada, a que sea aborrecida.
10Cuando virgen, no sea mancillada y en la casa paterna quede encinta. Cuando casada, a que sea infiel, cohabitando, a que sea estéril.
11Sobre la hija desenvuelta refuerza la vigilancia, no sea que te haga la irrisión de tus enemigos, comidilla en la ciudad, corrillos en el pueblo, y ante el vulgo espeso te avergüence.
12De ningún hombre te quedes mirando la belleza, y entre mujeres no te sientes.
13Porque de los vestidos sale la polilla, y de la mujer la malicia femenina.
14Vale más maldad de hombre que bondad de mujer,  la mujer cubre de vergüenza y oprobio.
15Voy a evocar las obras del Señor, lo que tengo visto contaré. Por las palabras del Señor fueron hechas sus obras, y la creación está sometida a su voluntad.
16El sol mira a todo iluminándolo, de la gloria del Señor está llena su obra.
17No son capaces los Santos del Señor de contar todas sus maravillas, que firmemente estableció el Señor omnipotente, para que en su gloria el universo subsistiera.
18El sondea el abismo y el corazón humano, y sus secretos cálculos penetra. Pues el Altísimo todo saber conoce, y fija sus ojos en las señales de los tiempos.
19Anuncia lo pasado y lo futuro, y descubre las huellas de las cosas secretas.
20No se le escapa ningún pensamiento, ni una palabra se le oculta.
21Las grandezas de su sabiduría las puso en orden, porque él es antes de la eternidad y por la eternidad;    nada le ha sido añadido ni quitado, y de ningún consejero necesita.
I22¡Qué amables son todas sus obras!: como una centella hay que contemplarlas.
23Todo esto vive y permanece eternamente, para cualquier menester todo obedece.
24Todas las cosas de dos en dos, una frente a otra, y nada ha hecho deficiente.
25Cada cosa afirma la excelencia de la otra, ¿quién se hartará de contemplar su gloria?


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Eclesiástico  43
1Orgullo de las alturas, firmamento de pureza, tal la vista del cielo en su espectáculo de gloria.
2El sol apareciendo proclama a su salida: «¡Qué admirable la obra del Altísimo!»
3En su mediodía reseca la tierra, ante su ardor, ¿quién puede resistir?
4Se atiza el horno para obras de forja: tres veces más el sol que abrasa las montañas; vapores ardientes despide, ciega los ojos con el brillo de sus rayos.
5Grande es el Señor que lo hizo, y a cuyo mandato emprende su rápida carrera.
6También la luna: sale siempre a su hora, para marcar los tiempos, señal eterna.
7De la luna procede la señal de las fiestas, astro que mengua, después del plenilunio.
8Lleva el mes su nombre; crece ella maravillosamente cuando cambia, enseña del ejército celeste que brilla en el firmamento del cielo.
9Hermosura del cielo es la gloria de las estrellas. orden radiante en las alturas del Señor.
10Por las palabras del Señor están fijas según su orden. y no aflojan en su puesto de guardia.
11Mira el arco iris y a su Hacedor bendice, ¡qué bonito en su esplendor!
12Rodea el cielo con aureola de gloria, lo han tendido las manos del Altísimo.
13Con su orden precipita la nieve, y fulmina los rayos según su decreto.
14Por eso se abren sus cilleros, y vuelvan las nubes como pájaros.
15Con su grandeza hace espesas las nubes, y se desmenuzan las piedras de granizo.
16a su vista se conmueven los montes. A su voluntad sopla el viento del sur,
17El bramido de su trueno insulta a la tierra, el huracán del norte y los ciclones.
18Como pájaros que se posan esparce la nieve, que baja como langosta que salta al suelo. Admira el ojo la belleza de su blancura, y al verla caer se pasma el corazón.
19El derrama también sobre la tierra la escarcha como sal, que al helarse se queda como pinchos de espinas.
20El viento frío del norte sopla y se forma el hielo sobre el agua; sobre toda masa de agua se posa, y el agua se reviste como de coraza.
21Devora los montes, quema el desierto, y consume como fuego el verdor.
22Como remedio de todo llega presto la niebla, el rocío, después del viento ardiente, devuelve la    alegría.
23Según su designio domeña el abismo, y planta islas en él.
24Los que surcan el mar hablan de sus peligros, y de lo que oyen nuestros oídos nos maravillamos.
25Allí están las cosas raras y maravillosas, variedad de animales, especies de monstruos marinos.
26Gracias a Dios tiene éxito su mensajero, y por su palabra todo está en su sitio.
27Muchos más podríamos decir y nunca acabaríamos; broche de mis palabras: «El lo es todo.»
28¿Dónde hallar fuerza para glorificarle? ¡Que él es el Grande sobre todas sus obras!
29Temible es el Señor, inmensamente grande,  maravilloso su poderío.
30Con vuestra alabanza ensalzad al Señor, cuanto podáis, que siempre estará más alto; y al ensalzarle redoblad vuestra fuerza, no os canséis, que nunca acabaréis.
31¿Quién le ha visto para que pueda describirle? ¿quién puede engrandecerle tal como es?
32Mayores que éstas quedan ocultas muchas cosas, que bien poco de sus obras hemos visto.
33Porque el Señor lo hizo todo, y dio a los piadosos la sabiduría.

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Eclesiástico  44
1Hagamos ya el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según su sucesión.
2Grandes glorias que creó el Señor, grandezas desde tiempos antiguos.
3Hubo soberanos en sus reinos, hombres renombrados por su poderío, consejeros por su inteligencia, vaticinadores de oráculos en sus profecías,
4guías del pueblo por sus consejos, por su inteligencia de la literatura popular, - sabias palabras había en su instrucción -
5inventores de melodías musicales, compositores de escritos poéticos,
6hombres ricos bien provistos de fuerza, viviendo en paz en sus moradas.
7Todos estos fueron honrados en su generación, objeto de gloria fueron en sus días.
8Hubo entre ellos quienes dejaron nombre, para que se hablara de ellos con elogio.
9De otros no ha quedado recuerdo, desaparecieron como si no hubieran existido, pasaron cual si a ser no llegaran, así como sus hijos después de ellos.
10Mas de otro modo estos hombres de bien, cuyas acciones justas no han quedado en olvido.
11Con su linaje permanece una rica herencia, su posteridad.
12En las alianzas se mantuvo su linaje, y sus hijos gracias a ellos.
13Para siempre permanece su linaje, y su gloria no se borrará.
14Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre vive por generaciones.
15Su sabiduría comentarán los pueblos, su elogio lo publicará la asamblea.
16Henoc agradó al Señor, y fue arrebatado, ejemplo de penitencia para las generaciones.
17Perfectamente justo Noé fue hallado, en el tiempo de la ira se hizo reconciliación. Gracias a él tuvo un resto la tierra, cuando llegó el diluvio.
18Alianzas eternas fueron con él pactadas, para que no fuera ya aniquilada por el diluvio toda    carne.
19Abraham, padre insigne de una multitud de naciones, no se halló quien le igualara en gloria.
20El guardó la ley del Altísimo, y con él entró en alianza. En su carne grabó la alianza, y en la prueba fue hallado fiel.
21Por eso Dios le prometió con juramento bendecir por su linaje a las naciones, multiplicarle como el polvo de la tierra, encumbrar como las estrellas su linaje, y darles una herencia de mar a mar, desde el Río hasta los confines de la tierra.
22A Isaac le aseguró lo mismo, en gracia a su padre Abraham.
23La bendición de todos los hombres y la alianza las hizo reposar en la cabeza de Jacob. Le confirmó en sus bendiciones, y le otorgó su herencia. El dividió sus partes y las repartió entre las doce tribus.
 
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Eclesiástico  45
1Hizo salir de él un hombre de bien, que hallaba gracia a los ojos de todos, amado por Dios y por los hombres, Moisés, cuya memoria está envuelta en bendiciones.
2Le hizo en gloria comparable a los santos, le engrandeció para temor de los enemigos.
3Por su palabra puso fin a los prodigios, y le glorificó delante de los reyes; le dio para su pueblo mandamientos, y le mostró algo de su gloria.
4En fidelidad y mansedumbre le santificó, le eligió entre toda carne.
5Le hizo oír su voz, y le introdujo en la calígine; cara a cara le dio los mandamientos, la ley de vida y de saber, para enseñar a Jacob su alianza, y sus decretos a Israel.
6Exaltó a Aarón, un santo semejante a éste, su hermano, de la tribu de Leví.
7Le afirmó como alianza eterna, y le dio el sacerdocio del pueblo. Le hizo feliz con su espléndido ornamento, le ciño de gloriosa vestidura.
8Le vistió de honor perfecto, y le confirmó con insignias de poder, calzones, túnica y efod.
9Le puso alrededor granadas, y campanillas de oro, bien de ellas todo en torno, para que tintinearan al andar y resonaran bien por todo el Templo, como memorial para los hijos de su pueblo;
10y vestimenta sacra, de oro y de jacinto y de púrpura, obra de bordador, y pectoral del juicio, el Urim y el Tummim, hilado de escarlata, obra de artista;
11piedras preciosas, grabadas como sellos, en engaste de oro, obra de joyero, para memorial por la escritura grabada, según el número de las tribus de Israel;
12corona de oro por encima de la tiara, inscripción del sello de consagración, prestigio de honor, obra magnífica, delicia de los ojos este adorno.
13Galanuras no hubo tales antes de él, y jamás se las vistió extranjero, sino sólo sus hijos, sus vástagos por siempre.
14Sus sacrificios se consumían totalmente dos veces al día sin interrupción.
15Llenó Moisés sus manos, le ungió con óleo santo. Fue ello para él alianza eterna, y para su linaje cuanto dure el cielo, para presidir el culto, ejercer el sacerdocio y bendecir a su pueblo en nombre del Señor.
16Le eligió entre todos los vivientes para presentar la ofrenda al Señor, el incienso y el aroma en memorial, y hacer expiación por el pueblo.
17Le dio, por sus mandamientos, potestad sobre las prescripciones legales, para enseñar a Jacob sus dictámenes e ilustrar a Israel en su ley.
18Se confabularon contra él extranjeros y en el desierto tuvieron celos de él, los hombres de Datán y de Abirón, la banda de Coré, llena de ira y de furor.
19Lo vió el Señor y se irritó, y acabó con ellos en el ardor de su ira. Hizo prodigios contra ellos, devorándolos por el fuego de su llama.
20Aumentó la gloria de Aarón y le dio una heredad, le otorgó las primicias, sobre todo el pan a saciedad.
21Por eso comen ellos los sacrificios del Señor, que él le concedió a él y a su linaje.
22Aunque en la tierra del pueblo no tiene heredad, ni hay en el pueblo parte para él: que «Yo soy tu parte y tu heredad».
23Pinjás, hijo de Eleazar, tercero en gloria, porque fue celoso del temor del Señor, y se mantuvo firme en la revuelta del pueblo por la energía de su alma resuelta, y obtuvo así el perdón para Israel.
24Por eso se hizo con él una alianza de paz, de presidir el santuario y a su pueblo, para que le tocara a él y a su linaje la dignidad del sumo sacerdocio por los siglos.
25Hubo también alianza con David, hijo de Jesé, de la tribu de Judá, herencia real de hijo a hijo sólo, mientras la herencia de Aarón pasa a todo su linaje.
26Dé Dios sabiduría a vuestro corazón para juzgar a su pueblo con justicia, y que no se desvirtúen los valores de los padres, ni su gloria en sus generaciones.

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Eclesiástico  46
1Esforzado en la guerra fue Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés como profeta; él fue, de acuerdo con su nombre, grande para salvar a los elegidos del Señor, para tomar venganza de los enemigos que surgían e introducir a Israel en su heredad.
2¡Qué gloria ganó cuando alzaba la mano y blandía la espada contra las ciudades!
3¿Quién antes de él tan firme fue? ¡Que las batallas del Señor él las hacía!
4¿No se detuvo el sol ante su mano y un día llegó a ser como dos?
5El invocó al Altísimo Soberano, cuando los enemigos por todas partes le estrechaban, y le atendió el Gran Señor lanzando piedras de granizo de terrible violencia.
6Cayó de golpe sobre la nación hostil, y en la bajada aniquiló a los adversarios, para que conocieran las naciones la fuerza de sus    armas, porque era frente al Señor la guerra de ellas.
7Pues caminó en seguimiento del Todopoderoso, hizo el bien en los días de Moisés, él y también Caleb, hijo de Yefunné, resistiendo ante la asamblea, cerrando al pueblo el paso del pecado, reduciendo a silencio la murmuración de la maldad.
8Y ellos dos solos se salvaron entre seiscientos mil hombres de a pie, para ser introducidos en la herencia, en la tierra que mana leche y miel.
9Y el Señor dio a Caleb la fuerza que le duró hasta su vejez, le hizo subir a lo alto de la tierra, que como herencia conservó su linaje,
10para que sepan todos los hijos de Israel que es bueno caminar en seguimiento del Señor.
11También los jueces, cada cual según su nombre, ellos cuyo corazón no se prostituyó, y que del Señor no se apartaron: ¡sea su recuerdo lleno de bendición,
12reflorezcan sus huesos en la tumba, y sus nombres se renueven en los hijos de estos hombres ilustres!
13Amado fue de su Señor Samuel, profeta del Señor fundó la realeza, y ungió a los príncipes puestos sobre su pueblo.
14Según la ley del Señor juzgó a la asamblea, y el Señor pueso sus ojos en Jacob.
15Por su fidelidad se acreditó como profeta, por sus oráculos fue reconocido fiel vidente.
16Invocó al Señor Todopoderoso cuando los enemigos por todas partes le estrechaban, ofreciendo un cordero lechal.
17Y tronó el Señor desde los cielos, con gran ruido hizo resonar su voz;
18aplastó a los jefes adversarios y a todos los príncipes de los filisteos.
19Antes de la hora de su sueño eterno, dio testimonio ante el Señor y su ungido: «Bienes, ni siquiera sandalias, a nadie le he tomado», y nadie reclamó nada de él.
20Y después de dormido todavía profetizó y anunció al rey su fin; del seno de la tierra alzó su voz en profecía para borrar la iniquidad del pueblo.

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Eclesiástico  47
1Después de él surgió Natán para profetizar en los días de David.
2Como grasa puesta aparte en el sacrificio de comunión, así David de entre los hijos de Israel.
3Con leones jugó cual con cabritos, con osos como con corderos.
4¿No mató de joven al gigante, y quitó el oprobio del pueblo, blandiendo en la mano la piedra de la honda y abatiendo la arrogancia de Goliat?
5Pues invocó al Señor Altísimo, que a su diestra dio vigor, para aniquilar a un potente guerrero, y realzar el cuerno de su pueblo.
6Por eso le dieron gloria por diez mil, y le alabaron con las bendiciones del Señor, ofreciéndole la diadema de gloria.
7Pues él aplastó a los enemigos del contorno, aniquiló a los filisteos, sus adversarios, para siempre quebrantó su cuerno.
8En todas sus obras elevó acción de gracias al Santo Altísimo en oráculo de gloria. Con todo su corazón entonó himnos, mostrando su amor a su Hacedor.
9Ante el altar instituyó salmistas y con sus voces dio dulzura a los cantos.
10Dio a las fiestas esplendor, vistosidad acabada a las solemnidades, cuando ellos alaban el santo nombre del Señor, cuando resuena desde la aurora el santuario.
11El Señor le perdonó sus pecados y exaltó su cuerno para siempre: le otorgó la alianza real, un trono de gloria en Israel.
12Después de él surgió un hijo sabio, que gracias a él vivió en holgura.
13Reinó Salomón en días de paz, Dios le concedió reposo por doquier, para que levantara una Casa a su nombre y preparara un santuario eterno.
14¡Qué sabio eras en tu juventud, lleno de inteligencia como un río!
15Cubrió tu alma la tierra, la llenaste de proverbios enigmáticos.
16Tu nombre llegó hasta las islas lejanas, y fuiste amado en medio de tu paz.
17Por tus cantos, tus sentencias, tus proverbios y tus interpretaciones te admiraron los países.
18En nombre del Señor Dios, el llamado Dios de Israel, amontonaste oro como estaño, como plomo multiplicaste plata.
19Mas reclinaste tu costado en mujeres, y te dejaste dominar en tu cuerpo.
20Pusiste así tacha a tu gloria, y profanaste tu linaje, acarreando la ira sobre tus hijos y llenándoles de aflicción por tu locura,
21hasta quedar partida en dos la dinastía y surgir de Efraím un reino apóstata.
22Pero el Señor no renuncia jamás a su misericordia, no deja que se pierdan sus palabras ni que se borre la descendencia de su elegido, el linaje de quien le amó no extirpa. Por eso dio a Jacob un resto, y un brote a David salido de él.
23Descansó Salomón con sus padres, y después de él dejó a uno de su linaje, lo más loco del pueblo, falto de inteligencia, Roboam, que apartó de su cordura al pueblo.
24Y Jeroboam, hijo de Nabat, fue el que hizo pecar a Israel, y señaló a Efraím el camino del pecado. Desde entonces se multiplicaron sus pecados tanto que expulsaron al pueblo de su tierra.
25Toda clase de maldades frecuentaron, hasta que vino sobre ellos el castigo.
 
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Eclesiástico  48
1Después surgió el profeta Elías como fuego, su palabra abrasaba como antorcha.
2El atrajo sobre ellos el hambre, y con su celo los diezmó.
3Por la palabra del Señor cerró los cielos, e hizo también caer fuego tres veces.
4¡Qué glorioso fuiste, Elías, en tus portentos! ¿quién puede jactarse de ser igual que tú?
5Tú que despertaste a un cadáver de la muerte y del seol, por la palabra del Altísimo;
6que hiciste caer a reyes en la ruina, y a hombres insignes fuera de su lecho;
7oíste en el Sinaí la reprensión, y en el Horeb los decretos de castigo;
8ungiste reyes para tomar venganza, y profetas para ser tus sucesores;
9en torbellino de fuego fuiste arrebatado en carro de caballos ígneos;
10fuiste designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes que estallara,  para hacer volver el corazón de los padres a los    hijos,  y restablecer las tribus de Jacob.
11Felices aquellos que te vieron y que se durmieron en el amor, que nosotros también viviremos sin duda.
12Cuando Elías en el torbellino quedó envuelto, Eliseo se llenó de su espíritu. En sus días no fue zarandeado por príncipe, y no pudo dominarle nadie.
13Nada era imposible para él, hasta en el sueño de la muerte profetizó su cuerpo.
14Durante su vida hizo prodigios, y después de su muerte fueron admirables sus obras.
15Con todo esto, el pueblo no se arrepintió, ni de sus pecados se apartaron, hasta que fueron deportados de la tierra y esparcidos por el mundo entero.
16Sólo quedó un pueblo reducido, con un príncipe de la casa de David. Algunos de ellos hicieron lo agradable a Dios, pero otros multiplicaron los pecados.
17Fortificó Ezequías su ciudad y metió el agua dentro de ella; con el hierro horadó la roca y construyó cisternas para el agua.
18En sus días, subió Senaquerib, que envió por delante a Rabsaqués; éste partió, levantó contra Sión la mano, y se engrió en su altanería.
19Temblaron entonces corazones y manos, y sufrieron dolores cual mujeres en parto.
20Invocaron al Señor misericordioso, tendiendo sus manos hacia él. Y el Santo, desde el cielo, les escuchó al instante, y los rescató por mano de Isaías.
21Hirió el real de los asirios, y su Angel los exterminó.
22Porque hizo Ezequías lo que agrada al Señor, y se mantuvo firme en los caminos de David su padre, como le ordenó el profeta Isaías, el grande y digno de fe en sus visiones.
23En sus días el sol retrocedió, y él prolongó la vida del rey.
24Con el poder del espíritu vio el fin de los tiempos, y consoló a los afligidos de Sión.
25Hasta la eternidad reveló el porvenir y las cosas ocultas antes que sucedieran.

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Eclesiástico  49
1La memoria de Josías es mixtura de incienso preparado por arte de perfumista. En toda boca es dulce como miel, como música en medio de un banquete.
2El llevó a buen fin la conversión del pueblo, y extirpó la abominación de la iniquidad.
3Enderezó su corazón hacia el Señor, en los días de los impíos reafirmó la piedad.
4Fuera de David, Ezequías y Josías, todos abundaron en sus culpas. Porque abandonaron la ley del Altísimo, los reyes de Judá fueron abandonados.
5Pues entregaron a otros su cuerno, y su gloria a una nación extraña.
6Prendieron fuego a la elegida ciudad del santuario, dejaron desiertas sus calles,
7según la palabra de Jeremías, a quien habían maltratado, a él, consagrado profeta desde el vientre de su madre,     para extirpar , destruir  y perder  y también  para construir y plantar .
8Ezequiel tuvo la visión de la gloria que Dios le manifestó en el carro de Querubines,
9porque se acordó de los enemigos en la tempestad, y favoreció a los que seguían el camino derecho.
10Cuanto a los doce profetas, que sus huesos reflorezcan en su tumba. Porque ellos consolaron a Jacob, y lo rescataron por la fidelidad y la esperanza.
11¿Cómo celebraremos a Zorobabel? ¡Fue él como sello en la mano derecha,
12así como Josué hijo de Josedec! Ellos en sus días construyeron la Casa y levantaron el Templo consagrado al Señor, destinado a una gloria eterna.
13También de Nehemías es grande la memoria, él, que nos levantó las murallas en ruinas, puso puertas y cerrojos y reconstruyó nuestras moradas.
14Nadie fue creado en la tierra igual a Henoc, pues él fue arrebatado de la tierra.
15Ni como José nació hombre alguno, el guía de sus hermanos, apoyo de su pueblo; sus huesos fueron visitados.
16Sem y Set fueron gloriosos entre los hombres, mas por encima de toda criatura viviente está Adán.

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Eclesiástico  50
1Simón, hijo de Onías, fue el sumo sacerdote que en su vida reparó la Casa, y en sus días fortificó el santuario.
2El echó los cimientos de la altura doble, del alto contrafuerte de la cerca del Templo.
3En sus días fue excavado el depósito de agua, un estanque como el mar de ancho.
4El cuidó de su pueblo para evitar su ruina y fortificó la ciudad contra el asedio.
5¡Que glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía de la casa del velo!
6Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena,
7como el sol que brilla sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria,
8como flor del rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como brote del Líbano en verano,
9como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo adornado de toda clase de piedras preciosas,
10como olivo floreciente de frutos, como ciprés que se eleva hasta las nubes.
11Cuando se ponía la vestidura de gala y se vestía sus elegantes ornamentos, al subir al santo altar, llenaba de gloria el recinto del santuario.
12Y cuando recibía las porciones de manos de los sacerdotes, él mismo de pie junto al hogar del altar, y en torno a él la corona de sus hermanos, como brotes de cedros en el Líbano; le rodeaban como tallos de palmera
13todos los hijos de Aarón en su esplendor, con la ofrenda del Señor en sus manos, en presencia de toda la asamblea de Israel.
14Y cuando cumplía el ministerio de los altares ordenando la ofrenda del Altísimo Todopoderoso,
15alargaba su mano a la copa, hacía la libación del jugo de racimo, y lo derramaba al pie del altar, como calmante aroma al Altísimo Rey universal.
16Entonces prorrumpían en gritos los hijos de Aarón, tocaban con sus trompetas de metal batido, hacían oír su sonido imponente, como memorial delante del Altísimo.
17Todo el pueblo entonces de repente, en masa, caía rostro en tierra, para adorar a su Señor, al Todopoderoso, Dios Altísimo.
18Y los salmistas también le alababan con sus voces, el son vibrante formaba una dulce melodía.
19Y suplicaba el pueblo al Señor Altísimo, orando ante el Misericordioso, hasta que terminaba la ceremonia del Señor y concluía su liturgia.
20Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su nombre.
21Y por segunda vez todos se postraban para recibir la bendición del Altísimo.
22Y ahora bendecid al Dios del universo, el que por todas partes hace grandes cosas, el que exaltó nuestros días desde el seno materno, y que nos trata según su misericordia.
23Que nos dé contento de corazón, y que haya paz en nuestros días en Israel por los siglos de los siglos.
24Que su misericordia sea fiel con nosotros y en nuestros días nos rescate.
25Hay dos naciones que mi alma detesta, y la tercera ni siquiera es nación:
26los habitantes de la montaña de Seír, los filisteos y el pueblo necio que mora en Siquem.
27Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libro Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría a raudales.
28Feliz quien repase esto a menudo; el que lo ponga en su corazón se hará sabio.
29Y si lo practica, para todo será fuerte, porque la huella que sigue es la luz del Señor.

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Eclesiástico  51
1Quiero darte gracias, Señor, Rey, y alabarte, oh Dios mi salvador, a tu nombre doy gracias.
2Pues protector y auxilio has sido para mí, y has rescatado mi cuerpo de la perdición, del lazo de la lengua insidiosa, de los labios que urden mentira; frente a mis adversarios has sido auxilio y me has rescatado,
3según la abundancia de tu misericordia y la gloria de tu nombre, de las dentelladas de los dispuestos a devorarme, de la mano de los que buscan mi alma, de las muchas tribulaciones que he sufrido,
4del ahogo del fuego que me envolvía, de entre el fuego que yo no había encendido,
5de la hondura de las entrañas del seol, de la lengua impura, de la palabra mentirosa,
6- calumnia de lengua injusta ante el rey. Cerca de la muerte estaba mi alma, mi vida estaba junto al seol, abajo.
7Por todas partes me asediaban y no había quien auxiliara, volví los ojos a un apoyo humano y no había ninguno.
8Entonces me acordé de tu misericordia, Señor, y de tu actuación desde la eternidad, que tú levantas a los que en ti esperan, y los salvas de la mano de enemigos.
9Y elevé de la tierra mi plegaria, supliqué ser librado de la muerte.
10Clamé al Señor, padre de mi Señor: «No me abandones en días de tribulación, en la hora de los orgullosos, cuando no hay socorro. Alabaré tu nombre sin cesar, te cantaré en acción de gracias.»
11Y mi oración fue escuchada, pues tú me salvaste de la perdición, y me libraste del momento malo.
12Por eso te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor.
13Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en mi    oración,
14a la puerta delante del templo la pedí, y hasta mi último día la andaré buscando.
15En su flor, como en racimo que madura, se recreó mi corazón. Mi pie avanzó en derechura, desde mi juventud he seguido sus huellas.
16Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré una gran enseñanza.
17Gracias a ella he hecho progesos, a quien me dio sabiduría daré gloria.
18Pues decidí ponerla en práctica, tuve celo por el bien y no quedaré confundido.
19Mi alma ha luchado por ella, a la práctica de la ley he estado atento, he tendido mis manos a la altura y he llorado mi ignorancia de ella.
20Hacia ella endurecé mi alma, y en la pureza la he encontrado. Logré con ella un corazón desde el principio, por eso no quedaré abandonado.
21Mis entrañas se conmovieron por buscarla,  por eso he logrado una buena adquisición.
22Me dio el Señor una lengua en recompensa, y con ella le alabaré.
23Acercaos a mí, ignorantes, instalaos en la casa de instrucción.
24¿Por qué habéis de decir que estáis privados de ella, cuando vuestras almas tienen tanta sed?
25He abierto mi boca y he hablado: Adquiridla sin dinero;
26someted al yugo vuestro cuello, que vuestra alma reciba la instrucción: está ahí a vuestro alcance.
27Ved con vuestros ojos lo poco que he penado y el mucho descanso que he encontrado para mí.
28Participad de la instrucción con una gran suma de dinero, que mucho oro adquiriréis con ella.
29Que vuestra alma se recree en la misericordia del Señor, no os avergoncéis de su alabanza.
30Ejecutad vuestra obra antes del momento fijado, y él os dará a su tiempo vuestra recompensa. Firma: Sabiduría de Jesús, hijo de Sirá.


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