PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL
LORCA





























EPÍSTOLA A LOS HEBREOS 


CAPITULOS
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Hebreos 1
1Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas;
2en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos;
3el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
4con una superioridad sobre los ángeles tanto mayor cuanto más les supera en el nombre que ha heredado.
5En efecto, ¿a qué ángel dijo alguna vez:  Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy;  y también:  Yo seré para él Padre, y él será para mi Hijo?
6Y nuevamente al introducir a su Primogénito en el mundo dice:  Y adórenle todos los ángeles de Dios.
7Y de los ángeles dice:  El que hace a sus ángeles vientos, y a sus servidores llamas de fuego.
8Pero del Hijo:  Tu trono, ¡oh Dios!, por los siglos de los siglos;  y:  El cetro de tu realeza, cetro de equidad.
9 Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por eso te ungió, ¡oh Dios!, tu Dios con óleo de alegría con preferencia a tus compañeros.
10Y también:  Tú al comienzo, ¡oh Señor!, pusiste los cimientos de la tierra, y obras de tu mano son los cielos.
11 Ellos perecerán, mas tú permaneces; todos como un vestido envejecerán;
12 como un manto los enrollarás,  como un vestido,  y serán cambiados. Pero tú eres el mismo y tus años no tendrán fin.
13Y ¿a qué ángel dijo alguna vez:  Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies?
14¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?

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Hebreos 2
1Por tanto, es preciso que prestemos mayor atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos.
2Pues si la palabra promulgada  por medio de los ángeles obtuvo tal firmeza que toda transgresión y desobediencia  recibió justa retribución,
3¿cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan gran salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego confirmada por quienes la oyeron,
4testificando también Dios con señales y prodigios, con toda suerte de milagros y dones del Espíritu Santo repartidos según su voluntad.
5En efecto, Dios no sometió a los ángeles el mundo venidero del cual estamos hablando.
6Pues atestiguó alguien en algún lugar:  ¿Qué es el hombre, que te acuerdas de él? ¿O el hijo del hombre, que de él te preocupas?
7 Le hiciste por un poco inferior a los ángeles; de gloria y honor le coronaste.
8 Todo lo sometiste debajo de sus pies.  Al  someterle todo,  nada dejó que no le estuviera sometido. Mas al  presente, no vemos todavía que  le esté sometido todo.
9Y a aquel que  fue hecho inferior a los ángeles por un poco,  a Jesús, le vemos  coronado de gloria y honor  por haber padecido la muerte, pues por la gracia de Dios gustó la muerte para bien de todos.
10Convenía, en verdad, que Aquel por quien es todo y para quien es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación.
11Pues tanto el santificador como los santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles  hermanos
12cuando dice:  Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la asamblea te cantaré himnos.  Y también:
13 Pondré en él mi confianza.  Y nuevamente:  Henos aquí, a mí y a los hijos que Dios me dio.
14Por tanto, así como los  hijos  participan de la sangre y de la carne, así también participó él de las mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo,
15y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud.
16Porque, ciertamente, no se ocupa de los ángeles, sino de la  descendencia de Abraham.
17Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus  hermanos,  para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que  toca a Dios, en orden a expiar los pecados del pueblo.
18Pues, habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados.

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Hebreos 3
1Por tanto, hermanos santos, partícipes de una vocación celestial, considerad al apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe, a Jesús,
2que es  fiel  al que le instituyó, como lo fue también  Moisés en toda su casa.
3Pues ha sido juzgado digno de una gloria en tanto superior a la de Moisés, en cuanto la dignidad del constructor  de la casa supera a la casa misma.
4Porque toda casa tiene su constructor; mas el constructor del universo es Dios.
5Ciertamente, Moisés fue fiel  en toda su casa, como servidor,  para atestiguar cuanto había de anunciarse,
6pero Cristo lo fue como hijo, al frente de su propia casa, que somos nosotros, si es que mantenemos la entereza y la gozosa satisfacción de la esperanza.
7Por eso, como dice el Espíritu Santo:  Si oís hoy su voz,
8 no endurezcáis vuestros corazones como en la Querella, el día de la provocación en el desierto,
9 donde me provocaron vuestros padres y me pusieron a prueba, aun después de haber visto mis obras
10durante cuarenta años.  Por eso  me irrité contra esa generación y dije: Andan siempre errados en su corazón; no conocieron mis caminos.
11 Por eso juré en mi cólera: ¡No entrarán en mi descanso!
12¡Mirad, hermanos!, que no haya en ninguno de vosotros un corazón maleado por la incredulidad que le haga apostatar de Dios vivo;
13antes bien, exhortaos mutuamente cada día mientras dure este  hoy,  para que ninguno de vosotros se  endurezca  seducido por el pecado.
14Pues hemos venido a ser partícipes de Cristo, a condición de que mantengamos firme hasta el fin la segura confianza  del principio.
15Al decir:  Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la Querella,
16¿quiénes son los que,  habiéndole oído,  le movieron  querella?  ¿Es que no fueron todos los que salieron de Egipto por medio de Moisés?
17Y ¿contra quiénes  se irritó durante cuarenta años?  ¿No fue acaso contra los que pecaron, cuyos  cadáveres  cayeron en el desierto?
18Y ¿a quiénes  juró que no entrarían en su descanso  sino a los que desobedecieron?
19Así, vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.

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Hebreos 4
1Temamos, pues; no sea que, permaneciendo aún en vigor la promesa de  entrar en su descanso,  alguno de vosotros  parezca llegar rezagado.
2También nosotros hemos recibido una buena nueva, lo mismo que ellos. Pero la palabra que oyeron no aprovechó nada a aquellos que no estaban unidos por la fe a los que escucharon.
3De hecho, hemos entrado en el descanso los que hemos creído, según está dicho:  Por eso juré en mi cólera: ¡No  entrarán en mi descanso!  Y eso que las obras de Dios estaban terminadas desde la creación del mundo,
4pues en algún lugar dice acerca del día séptimo: Y  descansó Dios el día séptimo de todas sus obras.
5Y también en el pasaje citado:  ¡No entrarán en mi descanso!
6Por tanto, quedando en claro que algunos han de entrar en él, y que los primeros en recibir la buena nueva no entraron a causa de su desobediencia,
7vuelve a señalar un día,  hoy,  diciendo por David al cabo de tanto tiempo, como queda dicho:  Si oís hoy su  voz, no endurezcáis vuestros corazones...
8Porque si Josué les hubiera proporcionado el descanso, no habría hablado Dios más tarde, de otro día.
9Por tanto es claro que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios.
10Pues quien  entra en su descanso,  también él  descansa de sus trabajos,  al igual que Dios de los suyos.
11Esforcémonos, pues, por  entrar en ese descanso,  para que nadie caiga imitando aquella desobediencia.
12Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón.
13No hay para ella criatura invisible: todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de dar cuenta.
14Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos - Jesús, el Hijo de Dios - mantengamos firmes la fe que profesamos.
15Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.
16Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna.

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Hebreos 5
1Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere  a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados;
2y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza.
3Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo.
4Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón.
5De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo:  Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy.
6Como también dice en otro lugar:  Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec.
7El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que  podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente,
8y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia;
9y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,
10proclamado por Dios Sumo Sacerdote  a semejanza de Melquisedec.
11Sobre este particular tenemos muchas cosas que decir, aunque difíciles de explicar, porque os habéis hecho tardos de entendimiento.
12Pues debiendo ser ya maestros en razón del tiempo, volvéis a tener necesidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis hecho tales que tenéis necesidad de leche en lugar de manjar sólido.
13Pues todo el que se nutre de leche desconoce la doctrina de la justicia, porque es niño.
14En cambio, el manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal.

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Hebreos 6
1Por eso, dejando aparte la enseñanza elemental acerca de Cristo, elevémonos a lo perfecto, sin reiterar los temas fundamentales del arrepentimiento de las obras muertas y de la fe en Dios;
2de la instrucción sobre los bautismos y de la imposición de las manos; de la resurrección de los muertos y del  juicio eterno.
3Y así procederemos con el favor de Dios.
4Porque es imposible que cuantos fueron una vez iluminados, gustaron el don celestial y fueron hechos partícipes  del Espíritu Santo,
5saborearon las buenas nuevas de Dios y los prodigios del mundo futuro,
6y a pesar de todo cayeron, se renueven otra vez mediante la penitencia, pues crucifican por su parte de nuevo al  Hijo de Dios y le exponen a pública infamia.
7Porque la tierra que recibe frecuentes lluvias y produce buena vegetación para los que la cultivan participa de la bendición de Dios.
8Por lo contrario, la que produce  espinas y abrojos  es desechada, y cerca está de la  maldición,  y terminará por ser quemada.
9Pero de vosotros, queridos, aunque hablemos así, esperamos cosas mejores y conducentes a la salvación.
10Porque no es injusto Dios para olvidarse de vuestra labor y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, con los  servicios que habéis prestado y prestáis a los santos.
11Deseamos, no obstante, que cada uno de vosotros manifieste hasta el fin la misma diligencia para la plena realización  de la esperanza,
12de forma que no os hagáis indolentes, sino más bien imitadores de aquellos que, mediante la fe y la perseverancia, heredan las promesas.
13Cuando Dios hizo la Promesa a Abraham, no teniendo a otro mayor por quien jurar,  juró por sí mismo
14diciendo:  ¡Sí!, te colmaré de bendiciones y te acrecentaré en gran manera.
15Y perseverando de esta manera, alcanzó la Promesa.
16Pues los hombres juran por uno superior y entre ellos el juramento es la garantía que pone fin a todo litigio.
17Por eso Dios, queriendo mostrar más plenamente a los herederos de la Promesa la inmutabilidad de su decisión, interpuso el juramento,
18para que, mediante dos cosas inmutables por las cuales es imposible que Dios mienta, nos veamos más poderosamente  animados los que buscamos un refugio asiéndonos a la esperanza propuesta,
19que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma, y  que penetra hasta más allá del velo,
20adonde entró por nosotros como precursor Jesús, hecho, a  semejanza de Melquisedec,  Sumo  Sacerdote para siempre.

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Hebreos 7
1En efecto, este  Melquisedec, rey de Salem, sacerdote de Dios Altísimo,  que  salió al encuentro de Abraham cuando regresaba de la derrota de los reyes, y le bendijo,
2al cual dio Abraham el  diezmo de todo,  y cuyo nombre significa, en primer lugar, «rey de justicia» y, además,  rey de Salem,  es decir, «rey de paz»,
3sin padre, ni madre, ni genealogía, sin comienzo de días, ni fin de vida, asemejado al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.
4Mirad ahora cuán grande es éste, a quien el mismo Patriarca  Abraham dio el diezmo  de entre lo mejor del botín.
5Es cierto que los hijos de Leví que reciben el sacerdocio tienen orden según la Ley de percibir el diezmo del pueblo, es decir, de sus hermanos, aunque también proceden éstos de la estirpe de Abraham;
6mas aquél, sin pertenecer a su genealogía, recibió el diezmo de Abraham, y bendijo al que tenía las promesas.
7Pues bien, es incuestionable que el inferior recibe la bendición del superior.
8Y aquí, ciertamente, reciben el diezmo hombres mortales; pero allí, uno de quien se asegura que vive.
9Y, en cierto modo, hasta el mismo Leví, que percibe los diezmos, los pagó por medio de Abraham,
10pues ya estaba en las entrañas de su padre cuando  Melquisedec le salió al encuentro.
11Pues bien, si la perfección estuviera en poder del sacerdocio levítico - pues sobre él descansa la Ley dada al pueblo -, ¿qué necesidad había ya de que surgiera otro sacerdote a  semejanza de Melquisedec,  y no «a semejanza de Aarón»?
12Porque, cambiado el sacerdocio, necesariamente se cambia la Ley.
13Pues aquel de quien se dicen estas cosas, pertenecía a otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.
14Y es bien manifiesto que nuestro Señor procedía de Judá, y a esa tribu para nada se refirió Moisés al hablar del sacerdocio.
15Todo esto es mucho más evidente aún si surge otro sacerdote a semejanza de Melquisedec,
16que lo sea, no por ley de prescripción carnal, sino según la fuerza de una vida indestructible.
17De hecho, está atestiguado:  Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec.
18De este modo queda abrogada la ordenación precedente, por razón de su ineficacia e inutilidad,
19ya que la Ley no llevó nada a la perfección, pues no era más que introducción a una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios.
20Y por cuanto no fue sin juramento - pues los otros fueron hechos sacerdotes sin juramento,
21mientras éste lo fue bajo juramento por Aquel que le dijo:  «Juró el Señor y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre» -
22por eso, de una mejor Alianza resultó fiador Jesús.
23Además, aquellos sacerdotes fueron muchos, porque la muerte les impedía perdurar.
24Pero éste posee un sacerdocio perpetuo porque permanece  para siempre.
25De ahí que pueda también salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor.
26Así es el Sumo Sacerdote que nos convenía: santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores, encumbrado por encima de los cielos,
27que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados propios como aquellos Sumos Sacerdotes, luego por los del pueblo: y esto lo realizó de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
28Es que la Ley instituye Sumos Sacerdotes a hombres frágiles: pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, hace el Hijo perfecto  para siempre.

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Hebreos 8
1Este es el punto capital de cuanto venimos diciendo, que tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se  sentó a la diestra  del trono de la Majestad en los cielos,
2al servicio del santuario y de la Tienda verdadera,  erigida por el Señor,  no por un hombre.
3Porque todo Sumo Sacerdote está instituido para ofrecer dones y sacrificios: de ahí que necesariamente también él tuviera que ofrecer algo.
4Pues si estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes ofrezcan dones según la Ley.
5Estos dan culto en lo que es sombra y figura de realidades celestiales, según le fue revelado a Moisés al emprender  la construcción de la Tienda. Pues dice:  Mira, harás todo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.
6Mas ahora ha obtenido él un ministerio tanto mejor cuanto es Mediador de una mejor Alianza, como fundada en promesas mejores.
7Pues si aquella primera fuera irreprochable, no habría lugar para una segunda.
8Porque les dice en tono de reproche:  He aquí que días vienen, dice el Señor, y concertaré con la casa de Israel y con la casa de    Judá una nueva Alianza,
9 no como la Alianza que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la    tierra de Egipto. Como ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, también yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
10 Esta es la Alianza que pactaré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente, en sus corazones las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
11 Y no habrá de instruir cada cual a su conciudadano ni cada uno a su hermano diciendo: «¡Conoce al Señor!», pues todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.
12 Porque me apiadaré de sus iniquidades y de sus pecados no me acordaré ya.
13Al decir  nueva,  declaró anticuada la primera; y lo anticuado y viejo está a punto de cesar.

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Hebreos 9
1También la primera Alianza tenía sus ritos litúrgicos y su santuario terreno.
2Porque se preparó la parte anterior de la Tienda, donde se hallaban el candelabro y la mesa con los panes de la  presencia, que se llama Santo.
3Detrás del segundo velo se hallaba la parte de la Tienda llamada Santo de los Santos,
4que contenía el altar de oro para el incienso, el arca de la Alianza - completamente cubierta de oro - y en ella, la urna de oro con el maná, la vara de Aarón que retoño y las tablas de la Alianza.
5Encima del arca, los querubines de gloria que cubrían con su sombra el propiciatorio. Mas no es éste el momento de hablar de todo ello en detalle.
6Preparadas así estas cosas, los sacerdotes entran siempre en la primera parte de la Tienda para desempeñar las  funciones del culto.
7Pero en la segunda parte entra una vez al año, y solo, el Sumo Sacerdote, y no sin sangre que ofrecer por sí mismo y por los pecados del pueblo.
8De esa manera daba a entender el Espíritu Santo que aún no estaba abierto el camino del santuario mientras subsistiera la primera Tienda.
9Todo ello es una figura del tiempo presente, en cuanto que allí se ofrecen dones y sacrificios incapaces de perfeccionar en su conciencia al adorador,
10y sólo son prescripciones carnales, que versan sobre comidas y bebidas y sobre abluciones de todo género, impuestas hasta el tiempo de la reforma.
11Pero presentóse Cristo como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo.
12Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna.
13Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne,
14¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!
15Por eso es mediador de una nueva Alianza; para que, interviniendo su muerte para remisión de las transgresiones  de la primera Alianza, los que han sido llamados reciban la herencia eterna prometida.
16Pues donde hay testamento se requiere que conste la muerte del testador,
17ya que el testamento es válido  en caso de defunción, no teniendo valor en vida del testador.
18Así tampoco la primera Alianza se inauguró sin sangre.
19Pues Moisés, después de haber leído a todo el pueblo todos los preceptos según la Ley, tomó la sangre de los novillos y machos cabríos con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el libro mismo y a todo el pueblo
20diciendo:  Esta es la sangre de la Alianza que Dios ha ordenado para vosotros.
21Igualmente roció con sangre la Tienda y todos los objetos del culto;
22pues según la Ley, casi todas las cosas han de ser purificadas con sangre, y sin efusión de sangre no hay remisión.
23En consecuencia, es necesario, por una parte, que las figuras de las realidades celestiales sean purificadas de  esa manera; por otra parte, que también lo sean las realidades celestiales, pero con víctimas más excelentes que aquéllas.
24Pues no penetró Cristo en un santuario hecho por mano de hombre, en una reproducción del verdadero, sino en el  mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro,
25y no para ofrecerse a sí mismo repetidas veces al modo como el Sumo Sacerdote entra cada año en el santuario con sangre ajena.
26Para ello habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Sino que se ha manifestado ahora una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado mediante su sacrificio.
27Y del mismo modo que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio,
28así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez  para quitar los pecados de la multitud,  se aparecerá por segunda vez sin relación ya con el pecado a los que le esperan para su salvación.

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Hebreos 10
1No conteniendo, en efecto, la Ley más que una sombra de los bienes futuros, no la realidad de las cosas, no puede nunca, mediante unos mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, dar la perfección a los que se acercan.
2De otro modo, ¿no habrían cesado de ofrecerlos, al no tener ya conciencia de pecado los que ofrecen ese culto,  una vez purificados?
3Al contrario, con ellos se renueva cada año el recuerdo de los pecados,
4pues es imposible que sangre de toros y machos cabríos borre pecados.
5Por eso, al entrar en este mundo, dice:  Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo.
6 Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron.
7 Entonces dije: ¡He aquí que vengo - pues de mí está escrito en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad!
8Dice primero:  Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste ni te agradaron  - cosas todas ofrecidas conforme a la Ley -
9 entonces  - añade -:  He aquí que vengo a hacer tu voluntad.  Abroga lo primero para establecer el segundo.
10Y en virtud de esta  voluntad  somos santificados, merced a la  oblación  de una vez para siempre del  cuerpo  de Jesucristo.
11Y, ciertamente, todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca pueden borrar pecados.
12El, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio,  se sentó a la diestra de Dios para  siempre,
13esperando desde entonces  hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies.
14En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados.
15También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Porque, después de haber dicho:
16 Esta es la Alianza que pactaré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en su mente las grabaré,
17añade:  Y de sus pecados  e iniquidades  no me acordaré ya.
18Ahora bien, donde hay remisión de estas cosas, ya no hay más oblación por el pecado.
19Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús,
20por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propia carne,
21y con un  Sumo Sacerdote  al frente de la  casa de Dios,
22acerquémonos con sincero corazón , en plenitud de fe, purificados los corazones de conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura.
23Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la Promesa.
24Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras,
25sin abandonar vuestra propia asamblea, como algunos acostumbran hacerlo, antes bien, animándoos: tanto más, cuanto que veis que se acerca ya el Día.
26Porque si voluntariamente pecamos después de haber recibido el pleno conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio  por los pecados,
27sino la terrible espera del juicio y la  furia del fuego  pronto a  devorar a los rebeldes.
28Si alguno viola la Ley de Moisés es  condenado a muerte  sin compasión,  por la declaración de dos o tres testigos.
29¿Cuánto más grave castigo pensáis que merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios, y tuvo como profana  la sangre de la Alianza  que le santificó, y ultrajó al Espíritu de la gracia?
30Pues conocemos al que dijo:  Mía es la venganza; yo daré lo merecido.  Y también:  El Señor juzgará a su pueblo.
31¡Es tremendo caer en la manos de Dios vivo!
32Traed a la memoria los días pasados, en que después de ser iluminados, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate,
33unas veces expuestos públicamente a ultrajes y tribulaciones; otras, haciéndoos solidarios de los que así eran tratados.
34Pues compartisteis los sufrimientos de los encarcelados; y os dejasteis despojar con alegría de vuestros bienes, conscientes de que poseíais una riqueza mejor y más duradera.
35No perdáis ahora vuestra confianza, que lleva consigo una gran recompensa.
36Necesitáis paciencia en el sufrimiento para cumplir la voluntad de Dios y conseguir así lo prometido.
37Pues todavía  un poco, muy poco tiempo; y el que ha de venir vendrá sin tardanza.
38 Mi justo vivirá por la fe; mas si es cobarde, mi alma no se complacerá en él.
39Pero nosotros no somos  cobardes  para perdición, sino  creyentes  para salvación del alma.

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Hebreos 11
1La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven.
2Por ella fueron alabados nuestros mayores.
3Por la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece.
4Por la fe, ofreció Abel a Dios un sacrificio más excelente que Caín, por ella fue declarado justo, con la aprobación  que dio  Dios a sus ofrendas;  y por ella, aun muerto, habla todavía.
5Por la fe, Henoc fue trasladado, de modo que no vio la muerte y  no se le halló, porque le trasladó Dios.  Porque antes de contar su traslado, la Escritura da en su favor testimonio  de haber agradado a Dios.
6Ahora bien, sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan.
7Por la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, con religioso temor construyó un arca para salvar  a su familia; por la fe, condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia según la fe.
8Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y  salió  para el lugar que había de recibir en herencia, y  salió  sin saber a dónde iba.
9Por la fe,  peregrinó  por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas.
10Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
11Por la fe, también Sara recibió, aun fuera de la edad apropiada, vigor para ser madre, pues tuvo como digno de  fe al que se lo prometía.
12Por lo cual también de uno solo y ya gastado nacieron hijos,  numerosos como las estrellas del cielo, incontables como las arenas de las orillas del mar.
13En la fe murieron todos ellos, sin haber conseguido el objeto de las promesas: viéndolas y saludándolas desde lejos y confesándose  extraños y forasteros sobre la tierra.
14Los que tal dicen, claramente dan a entender que van en busca de una patria;
15pues si hubiesen pensado en la tierra de la que habían salido, habrían tenido ocasión  de retornar a ella.
16Más bien aspiran a una mejor, a la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues les tiene preparada una ciudad...
17Por la fe, Abraham,  sometido a la prueba, presentó a Isaac  como ofrenda, y el que había recibido las promesas, ofrecía a su  unigénito ,
18respecto del cual se le había dicho:  Por Isaac tendrás descendencia.
19Pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar de entre los muertos. Por eso lo recobró para que Isaac fuera  también figura.
20Por la fe, bendijo Isaac a Jacob y Esaú en orden al futuro.
21Por la fe, Jacob, moribundo, bendijo a cada uno de los hijos de José, y  se inclinó apoyado en la cabeza de su bastón.
22Por la fe, José, moribundo, evocó el éxodo de los hijos de Israel, y dio órdenes respecto de sus huesos.
23Por la fe, Moisés, recién nacido,  fue durante tres meses ocultado por sus padres,  pues  vieron  que el niño era  hermoso  y no temieron el edicto del rey.
24Por la fe,  Moisés, ya adulto,  rehusó ser llamado hijo de una hija de Faraón,
25prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar el efímero goce del pecado,
26estimando como riqueza mayor que los tesoros de Egipto  el oprobio de Cristo,  porque tenía los ojos puestos  en la recompensa.
27Por la fe, salió de Egipto sin temer la ira del rey; se mantuvo firme como si viera al invisible.
28Por la fe, celebró la  Pascua  e hizo la aspersión de  sangre  para que el  Exterminador  no tocase a los  primogénitos de Israel.
29Por la fe, atravesaron el mar Rojo como por una tierra seca; mientras que los egipcios intentando lo mismo, fueron  tragados.
30Por la fe, se derrumbaron los muros de Jericó, después de ser rodeados durante siete días.
31Por la fe, la ramera Rajab no pereció con los incrédulos, por haber acogido amistosamente a los exploradores.
32Y ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas.
33Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones;
34apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazando ejércitos extranjeros;
35las mujeres recobraban resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir  una resurrección mejor;
36otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones;
37apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de oveja y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados,
38¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cavernas y antros de la tierra.
39Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron el objeto de las promesas.
40Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

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Hebreos 12
1Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone,
2fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó  la cruz sin miedo a la ignominia y  está sentado a la diestra  del trono de Dios.
3Fijaos en aquel que soportó tal contradicción de parte de los pecadores, para que no desfallezcáis faltos de ánimo.
4No habéis resistido todavía hasta llegar a la sangre en vuestra lucha contra el pecado.
5Habéis echado en olvido la exhortación que como a hijos se os dirige:  Hijo mío, no menosprecies la corrección  del Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él.
6 Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge.
7Sufrís para  corrección  vuestra. Como a  hijos  os trata Dios, y ¿qué  hijo  hay a quien su padre no  corrige?
8Mas si quedáis sin corrección, cosa que todos reciben, señal de que sois bastardos y no  hijos .
9Además, teníamos a nuestros padres según la carne, que nos corregían, y les respetábamos. ¿No nos someteremos mejor al Padre de los espíritus para vivir?
10¡Eso que ellos nos corregían según sus luces y para poco tiempo!; mas él, para provecho nuestro, en orden a hacernos partícipes de su santidad.
11Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia  a los ejercitados en ella.
12Por tanto,  levantad las manos caídas y las rodillas entumecidas
13 y enderezad para vuestros pies los caminos tortuosos,  para que el cojo no se descoyunte, sino que más bien  se cure.
14 Procurad la paz  con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
15Poned cuidado en que nadie se vea privado de la gracia de Dios; en que  ninguna raíz amarga retoñe ni os turbe  y por ella llegue a inficionarse la comunidad.
16Que no haya ningún fornicario o impío como Esaú, que por una comida  vendió su primogenitura.
17Ya sabéis cómo luego quiso heredar la bendición; pero fue rechazado y no logró un cambio de parecer, aunque lo  procuró con lágrimas.
18No os habéis acercado a una realidad sensible:  fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, huracán,
19 sonido de trompeta  y  a un ruido de palabras  tal, que suplicaron los que lo oyeron no se les hablara más.
20Es que no podían soportar esta orden:  El que toque el monte, aunque sea un animal, será lapidado.
21Tan terrible era el espectáculo, que el mismo Moisés dijo:  Espantado estoy  y temblando.
22Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne
23y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación,
24y a Jesús, mediador de una nueva Alianza, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
25Guardaos de rechazar al que os habla; pues si los que rechazaron al que promulgaba los oráculos desde la tierra  no escaparon al castigo, mucho menos nosotros, si volvemos la espalda al que nos habla desde el cielo.
26Su voz conmovió entonces la tierra. Mas ahora hace esta promesa:  Una vez más haré yo que se estremezca  no sólo  la tierra,  sino también  el cielo.
27Estas palabras,  una vez más,  quieren decir que las cosas conmovidas se cambiarán, ya que son realidades creadas, a fin de que permanezcan las inconmovibles.
28Por eso, nosotros que recibimos un reino inconmovible, hemos de mantener la gracia y, mediante ella, ofrecer a  Dios un culto que le sea grato, con religiosa piedad y reverencia,
29pues nuestro  Dios es fuego devorador.

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Hebreos 13
1Permaneced en el amor fraterno.
2No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles.
3Acordaos de los presos, como si estuvierais con ellos encarcelados, y de los maltratados, pensando que también  vosotros tenéis un cuerpo.
4Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.
5Sea vuestra conducta sin avaricia; contentos con lo que tenéis, pues él ha dicho:  No te dejaré ni te abandonaré;
6de modo que podamos decir confiados:  El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
7Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la Palabra de Dios y, considerando el final de su vida, imitad su fe.
8Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre.
9No os dejéis seducir por doctrinas varias y extrañas. Mejor es fortalecer el corazón con la gracia que con alimentos  que nada aprovecharon a los que siguieron ese camino.
10Tenemos nosotros un altar del cual no tienen derecho a comer los que dan culto en la Tienda.
11Los cuerpos de los animales, cuya  sangre lleva  el Sumo Sacerdote  al santuario para la expiación del pecado, son quemados fuera del campamento.
12Por eso, también Jesús, para santificar al pueblo con su sangre, padeció fuera de la puerta.
13Así pues, salgamos donde él  fuera del campamento,  cargando con su oprobio;
14que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro.
15 Ofrezcamos sin cesar,  por medio de él,  a Dios un sacrificio de alabanza,  es decir,  el fruto de los labios  que celebran su nombre.
16No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; ésos son los sacrificios que agradan a Dios.
17Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta  de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna.
18Rogad por nosotros, pues estamos seguros de tener recta conciencia, deseosos de proceder en todo con rectitud.
19Con la mayor insistencia os pido que lo hagáis, para que muy pronto os sea yo devuelto.
20Y el Dios de la paz que  suscitó  de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran  Pastor de la ovejas en virtud de la sangre de una Alianza eterna,
21os disponga con toda clase de bienes para cumplir su voluntad, realizando él en nosotros lo que es agradable a sus ojos, por mediación de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
22Os ruego, hermanos, que aceptéis estas palabras de exhortación, pues os he escrito brevemente.
23Sabed que nuestro hermano Timoteo ha sido liberado. Si viene pronto, iré con él a veros.
24Saludad a todos vuestros dirigentes y a todos los santos. Os saludan los de Italia.
25La gracia sea con vosotros.


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