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PARROQUIA
DE SANTIAGO APÓSTOL
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Octubre es el mes del Rosario y las Misiones. Ambas celebraciones nos invitan a profundizar en nuestra espiritualidad y a llevar el mensaje de Jesús a todo el mundo.
La conexión entre el Rosario y las Misiones
La devoción al Rosario y la labor misionera están íntimamente ligadas. Al rezar el Rosario, podemos interceder por las y los misioneros y las comunidades que necesitan el mensaje de Jesús.
Existe también una devoción particular llamada "Rosario misionero" en donde cada misterio va dedicado a un continente:
Además, el tercer domingo de octubre celebramos el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), día especialmente dedicado a orar por las misiones y a apoyar la labor de la Iglesia en todo el mundo.
Las misiones nos recuerdan que todos y todas somos llamados a ser testigos del amor de Dios.
Fomentemos la devoción y el compromiso misionero
Durante octubre, es esencial motivar a nuestras familias y comunidades a involucrarse en estas prácticas. Acá te damos algunas pistas al respecto:
Octubre, un mes de renovación espiritual
Octubre, mes del Rosario y las Misiones, es un tiempo de reflexión, oración y acción. Al unir estos dos elementos, renovamos nuestro compromiso con la fe y la misión de la Iglesia.
Este mes estamos invitados e invitadas a mirar nuestra vida, a fortalecer la relación con Dios y a salir al encuentro todas las personas.
¡Hagamos de este octubre un mes de esperanza, unidad y solidaridad!
Origen e historia del Santo Rosario
La palabra «rosario» tiene su origen en el latín rosarium, que se puede interpretar como «lugar o jardín de rosas». El nombre tiene dos posibles explicaciones: una histórica y otra relacionada con una aparición de la Virgen María.
La explicación histórica sugiere que, durante la Edad Media, la nobleza solía coronar a sus seres queridos con guirnaldas de rosas como muestra de amor y respeto. También, los caballeros juraban en honor a la Virgen María y, con el tiempo, estas dos prácticas se unieron y dieron origen al concepto de «dar rosas a la madre», que es lo que representa rezar el Rosario.
La segunda explicación se refiere a una aparición de la Virgen María ante un joven religioso llamado Domingo de Guzmán. En esta aparición, la Virgen María tomó capullos de rosas entre sus labios y los convirtió en una guirnalda, al tiempo que el joven recitaba el Ave María. La Virgen le pidió que propagara esta oración por todo el mundo. Por esta razón, santo Domingo de Guzmán (años 1170-1221) es considerado el creador y mayor promotor del Santo Rosario.
La devoción al Santo Rosario es
fundamental en la religiosidad popular de la comunidad católica, pero su
origen
histórico dentro de la Iglesia no es completamente claro. Sus inicios
se
remontan alrededor del año 910 d.C. con la fundación de la Orden
de
Cluny, donde la oración coral comunitaria era fundamental. Los monjes
recitaban 150 salmos diariamente, y los monjes analfabetos recitaban
150 Padrenuestros.
En el siglo XIII, se reemplazaron estos rezos por las salutaciones, y se popularizó el uso de los contadores de cuentas, que hoy conocemos como rosario. La Orden de los Dominicos desempeñó un papel fundamental al predicar sobre el rezo del Santo Rosario en respuesta al movimiento albigense o catarismo, que no reconocía dogmas relacionados con la Virgen María.
En el siglo XIV, otras órdenes mendicantes como los franciscanos, agustinos y carmelitas difundieron el Salterio de María entre la población, y en el siglo XV se estructuró el Ave María tal como lo conocemos hoy.
Batalla de Lepanto
Esta victoria llevó a la institución del
uso universal del Rosario en el oficio divino y la creación de la Fiesta
del Santísimo Rosario de Nuestra Señora, inicialmente asignada por el
Papa Gregorio XIII al primer domingo de octubre y luego
cambiada al día 7 del mismo mes. Cabe destacar que el Papa León
XIII designó
por primera vez a octubre como el Mes del Santo Rosario.
Inicialmente, la oración del Santo Rosario consistía en la lectura de quince misterios, divididos en tres categorías: los gozosos, los dolorosos y los gloriosos. Estos misterios tratan sobre la vida de María, la pasión de Cristo y la resurrección de Jesús. Fue durante el pontificado de san Juan Pablo II que se agregó una cuarta categoría de misterios luminosos, centrados en la vida pública de Jesucristo. Este cambio representó un hito en la historia de la fe católica, culminando (o al menos deteniendo) un proceso que había durado más de un milenio.